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Concha Márquez Piquer: el misterio de su edad, que nos lleva hasta Evita Perón
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Concha Márquez Piquer: el misterio de su edad, que nos lleva hasta Evita Perón

En documentos oficiales consta que tenía 75 años, pero hay otras fuentes que consideran que podría haber nacido dos antes

Foto: Concha Márquez Piquer. (Getty)
Concha Márquez Piquer. (Getty)

La muerte ayer de Concha Márquez Piquer llenó de tristeza al panorama artístico, donde era una figura muy admirada y respetada. Dotada de una excelente voz, una magnífica dicción y una manera de estar en el escenario impecables, quizás su carrera no fue de más altos vuelos porque la sombra de su madre, la mítica Concha Piquer, era muy alargada y su tesitura vocal era muy similar.

Nos dejó una artista legendaria, que nunca quiso la nulidad de su primer matrimonio con Curro Romero (ahora casado con Carmen Tello) y que encontró el amor de su vida en Ramiro Oliveros. Y como en todas las personalidades míticas, siempre hay elementos de su biografía que pueden llevar a que proliferen leyendas urbanas. O no, quizás sea cierto lo que se publicó hace unos años sobre su edad, que no sería 75 años, la que consta en documentos oficiales, sino 77, pero para entender esta discrepancia, primero es preciso que echemos la vista atrás a la gran historia de amor que vivió su madre con el torero Antonio Márquez, que era digna de cualquier letra de las coplas que escribían León y Quiroga.

placeholder Concha Piquer, una artista legendaria. (EFE)
Concha Piquer, una artista legendaria. (EFE)

El diestro, seis años después de tomar la alternativa de manos del emblemático Belmonte, se convertía en protagonista de las principales publicaciones de sociedad de la época, y en diciembre de 1927 la revista 'Mundo Gráfico' anunciaba que iba a contrar matrimonio el 8 de ese mismo mes con "la señorita cubana (de origen vasco) Ignacia de Arechavala", a quien, al parecer, habría conocido mediados los años 20 del siglo pasado en una travesía en barco desde México a España.

Una boda de alta sociedad

Hablamos de una boda de alta sociedad que se celebró en la capilla privada del palacio de la señora viuda de Arechavala, en el madrileño paseo de la Castellana. Fue una boda que no se perdieron aristócratas, artistas e intelectuales punteros de la época. El banquete nupcial se celebraría en el hotel Ritz y, para seguir con los clichés habituales de este tipo de crónica, diremos que su felicidad la completó el nacimiento de su primer hijo, José Antonio, al año siguiente.

Sin embargo, el destino o la casualidad, o ambas cosas, quiso que su camino se cruzara con el de Concha Piquer, la denominada 'emperatriz de la copla'. Saltaron chispas, siguiendo en términos de leyenda. La propia intérprete de 'Ojos verdes' así lo contó en una entrevista: "Yo lo había visto torear y ya me había fijado en sus ojos azules; le llamaban el Belmonte Rubio, y pensé que aquel hombre no se me podía escapar. Me enamoré de él por los ojos. Luego nos encontramos en un baile de máscaras en el teatro de la Zarzuela, donde yo iba a todo meter, y se quedó patidifuso, era el año 1928".

placeholder Concha Márquez Piquer, con su hija Concepción Romero. (EFE)
Concha Márquez Piquer, con su hija Concepción Romero. (EFE)

Tenemos que tener en cuenta la época, los usos sociales y las circunstancias, para entender que era una relación que inicialmente se desarrolló en la clandestinidad. Así quedó narrado en 'Romance de la otra', copla de Quintero, León y Quiroga, que la intérprete de 'A la lima y al limón' estrenó en 1943, cuando su relación estaba consolidada. Pese a ello, no contaba con el respaldo social por el estado civil del torero y un régimen que no contemplaba el divorcio como opción (la ley que lo permite no se aprobó en nuestro país hasta el 22 de junio de 1981): "Yo soy la otra, la otra y a nada tengo derecho, porque no llevo un anillo, con una fecha por dentro. No tengo ley que me abone, ni puerta donde llamar, y me alimento a escondidas con tus besos y tu pan", decía la letra.

Muy amiga de Evita Perón

De sobra es conocido el gran carácter de Concha Piquer, que igual que era muy exigente profesionalmente, era valiente en su vida personal. Finalmente, la artista y el torero se fueron a vivir juntos y fruto de esta unión nacería su única hija, Concha Márquez Piquer, quien en su libro 'Así era mi madre' afirma que "aunque en el Registro de la ciudad de Buenos Aires pone otra fecha de nacimiento, que es la que figura en todos mis documentos, mi madre me aseguró que yo nací ese día 31 (de 1945)… Cuando le pedí aclaraciones me explicó que ese cambio de fechas lo organizó Evita", decía en alusión a la mujer del presidente Juan Domingo Perón, quien fue su madrina de bautismo por la gran amistad que mantenía con la irrepetible artista valenciana.

placeholder Concha Márquez Piquer, en una imagen de juventud. (Getty)
Concha Márquez Piquer, en una imagen de juventud. (Getty)

Su padre, Antonio Márquez, que falleció en noviembre de 1988 a los 89 años, tuvo un matrimonio feliz junto a Concha Piquer. El torero se había retirado en 1943 y el 1 de septiembre de 1944 se embarcaron en el puerto de Bilbao rumbo a Argentina, con la finalidad de cumplir con numerosos compromisos profesionales que tenía en América, donde doña Concha también era una leyenda. El diestro se dedicó por completo a la compañía de su mujer y a su familia, aceptando de muy buen grado el segundo plano y, como recogen algunas crónicas de la época, asumiendo sin complejos ser recordado por algunos desconocedores de su trayectoria en las plazas como el "marido de la emperatriz de la copla" o "el suegro de Curro Romero". La irrepetible cantante y actriz, que con unos estándares de autoexigencia enorme decidió retirarse de los escenarios en 1958 (en 1963 se publicó su último trabajo discográfico) tras unos persistentes problemas de faringe, fallecía el 12 de diciembre de 1990 a los 82 años.

Doña Concha había quedado destrozada por la muerte de su nieta Coral en un accidente de tráfico y su madre, Concha Márquez Piquer, siempre tuvo presente a una hija que también quería seguir los pasos familiares y dedicarse a la música.

La muerte ayer de Concha Márquez Piquer llenó de tristeza al panorama artístico, donde era una figura muy admirada y respetada. Dotada de una excelente voz, una magnífica dicción y una manera de estar en el escenario impecables, quizás su carrera no fue de más altos vuelos porque la sombra de su madre, la mítica Concha Piquer, era muy alargada y su tesitura vocal era muy similar.

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