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Leemos el libro de Aless Lequio (junto a Ana Obregón): un retrato del cáncer, el miedo y la relación con sus padres, en 300 páginas
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El chico de las musarañas

Leemos el libro de Aless Lequio (junto a Ana Obregón): un retrato del cáncer, el miedo y la relación con sus padres, en 300 páginas

'El chico de las musarañas' aborda con honestidad el proceso de diagnóstico de cáncer, tratamiento y triste final de Aless Lequio a través de sus propias palabras y de las de su madre, Ana Obregón

Foto: Una imagen de Ana Obregón junto a su hijo Alessandro Lequio y el hijo de ambos, Aless. (Instagram/@ana_obregon_oficial)
Una imagen de Ana Obregón junto a su hijo Alessandro Lequio y el hijo de ambos, Aless. (Instagram/@ana_obregon_oficial)

“Mamá, me muero de dolor, me voy a urgencias”. Estas palabras, pronunciadas por Aless Lequio al otro lado de un teléfono marcan el comienzo de ‘El chico de las musarañas’ (HarperCollins Ibérica), “la historia de amor más bonita y cruel jamás contada”, en palabras de Ana García Obregón, su autora principal. A través de 312 páginas, de las que en torno a 70 son obra de su hijo, Aless Lequio, la intérprete lleva a cabo una catarsis literaria en la que repasa con honestidad los que son los episodios más duros de la enfermedad que terminó por acabar con la vida de su hijo. Todos los beneficios obtenidos por la venta del libro estarán destinados a financiar la investigación y la lucha contra el cáncer a través de la Fundación Aless Lequio.

Para cuando recibió esa llamada, el joven llevaba tres meses ya viendo doctores por los dolores que sufría. Lo siguiente fue una operación y las palabras de un médico que cambian una vida: “lo siento, no es un abceso como creímos, es un tumor… Es grande, diez centímetros, hemos hecho una biopsia”. La reacción de incredulidad ante la enfermedad en un chico que entonces tenía 25 años, las preguntas, las lágrimas. Eran las tres de la mañana de un 23 de marzo de 2018.

La actriz empezó a escribir el libro que ve ahora la luz en El Manantial, la casa que construyó su padre, Antonio García, en Mallorca y que cada verano reunía a sus cinco hijos y sus diez nietos. Obregón explica que fue el lugar donde su hijo Alessandro fue más feliz. Cada verano escribía una nota que escondía para leer al verano siguiente, como si quisiera asegurarse de alguna forma “de volver cada año”.

placeholder Portada de 'El chico de las musarañas', de HarperCollins.
Portada de 'El chico de las musarañas', de HarperCollins.

A través de estas páginas, descubrimos que desde ese momento, el joven abandonó su apartamento alquilado en Madrid para volver a vivir con su madre. Ocho días después de la biopsia llegó la llamada del médico: “Lo lamento muchísimo, Ana, el tumor de tu hijo es maligno, es un tipo de cáncer raro y muy agresivo. Tiene muy mal pronóstico”.

“Coleccionad momentos, no cosas”, porque “quizá algún día los necesitéis para seguir viviendo”, reflexiona Ana a partir de unas palabras de su hijo. Y de momentos luminosos, a pesar de todo, está lleno este libro. Como cuando Aless y sus amigos montaban con la connivencia de su madre una discoteca en casa cada fin de semana; como cuando Ana le colgó al rey Juan Carlos al pensar que la estaba tomando el pelo, o como cuando se mudó a Miami para poder estar cerca de su hijo, que estudiaba en Carolina del Norte, la época más feliz de su vida. Quería ser “político y economista” a pesar de su nombre.

La actriz revela que su hijo a veces vendía los vestidos de gala para sacarse un dinero. “A veces echaba en falta algún vestido bonito, hasta que un día descubrí a través de una amiga que lo vendías en eBay: ‘el vestido de Ana Obregón, sesenta euros’. Sonreí. Tenías nueve años y ya empezabas a ser el gran emprendedor en el que te convertirías con veinticinco”. También montaba tenderetes en la urbanización vendiendo fotos suyas.

"Todavía quedaba la última batalla, la batalla de mi vida, pero creo que el cuerpo es sabio y te prepara para todo, incluso la muerte", escribe Aless

Después del diagnóstico llegó el tratamiento en Nueva York con el doctor Baselga, una vez que se puso apellido a su enfermedad, sarcoma de Ewing. Tiempo de quimio, de 'catarros' oncológicos, las primeras buenas noticias tras los primeros tres meses de tratamiento: “¡El tumor de once centímetros se ha reducido más de un 85%!”. La actriz revela que el rey Juan Carlos intercedió por ellos cuando recibieron una notificación del gobierno americano de que no podían permanecer más tiempo en suelo estadounidense.

El relato de Ana se interrumpe a mitad del libro y empieza el de Aless. Son unas páginas que dejó escritas en su ordenador durante la primera parte de su enfermedad y en las que aborda las reflexiones en las que se enfrascaba cuando desconectaba del plano terrenal. El joven le puso nombre a cada una de esas musarañas, y a través de ellas leemos en primera persona cómo vivieron él y su novia de entonces, a la que llama Karen, ese primer proceso de diagnóstico e incertidumbre.

- Ahora en serio, no pueden ser hemorroides… Seguro que ha encontrado una inflamación de los ganglios o una infección horrible o incluso…

- ¿Incluso qué?

- Un tumor

- Venga ya, motivada, todo va a ir bien, Tom. ¡No te preocupes! Sabes que Cúpula siempre tiene razón.

Aless también habla de los temas que le preocupan en ese momento, la corrupción política, su madre (a la que retrata a veces sin amabilidad), la relación con su padre. Eran “los mejores amigos del mundo”. “Mi padre, formalmente conocido como don Ernesto, está dotado de un carisma y un sentido del humor que cosen su imagen al recuerdo de cualquier bípedo con condición de humano, sin querer queriendo, más en mujeres que en hombres, como cualquier seductor innato; ellas le buscan para darle afecto y ellos para romperle las piernas, algo habitual en los hombres que hacen historia”, le describe.

Pero sobre todo Aless habla del cáncer y de la vida. “Tengo cáncer, pero lo peor de todo, tengo miedo”, escribe. “Todavía quedaba la última batalla, la batalla de mi vida, pero creo que el cuerpo es sabio y te prepara para todo, incluso la muerte”.

Tras la aventura americana, el libro continúa en Madrid y Barcelona. Durante unos meses, Aless compagina lo que le queda de tratamiento con su trabajo en su empresa de marketing digital, en un momento dado le dicen que está limpio, curado. “Se acabó, mamá, ¡¡voy a vivir!!”. Era principios de 2019. Fueron unos meses de alegría hasta que en la tercera ITV Aless tuvo una recaída. Y lo que sigue es el relato de la desesperación de una familia que ve cómo no hay manera de salvarle la vida. “Mi amor, no digas eso. Si te mueres ¿qué hago yo con mi vida?”. Aless Lequio falleció el 13 de mayo de 2020.

"Mamá, papá… Si me pasa algo, acordaos de la muestra que dejé en el laboratorio de Nueva York. Quiero tener hijos, aunque ya no esté", les dijo

El libro también aborda la “misión” de Ana, el “pacto secreto” con su hijo. “Es un pacto único y milagroso que hicimos en tu última semana de vida en el hospital. Fue tu última voluntad, no es tu libro ni tu Fundación, y te juro que lo voy a cumplir por inalcanzable y difícil que parezca, porque es el pacto que da sentido a mis latidos y me perdona la vida cada día”. Una mañana de finales de abril, Aless les dice: “Mamá, papá… Si me pasa algo, acordaos de la muestra que dejé en el laboratorio de Nueva York. Quiero tener hijos, aunque ya no esté. Es mi deseo… Prometedme que lo vais a hacer… por favor”. Ambos lo prometieron.

“Pronto tendré en mis brazos a tu hija, mi nieta. Se llamará Ana Sandra. Mi corazón estará lleno de amor y emoción al abrazarla, […] Mi chico de las musarañas, ya no continuaré agonizando en esta muerte lenta, ahora me vaciaré de paisajes dolorosos porque tu hija me prestará tu sonrisa y tu corazón. Ahora quiero vivirme”, escribe Ana en el epílogo que ya todos conocemos. Resuenan las palabras de Aless las últimas semanas: “Te dije que nunca te olvidaras que somos energía, que la energía no desaparece, solo se transforma”.

“Mamá, me muero de dolor, me voy a urgencias”. Estas palabras, pronunciadas por Aless Lequio al otro lado de un teléfono marcan el comienzo de ‘El chico de las musarañas’ (HarperCollins Ibérica), “la historia de amor más bonita y cruel jamás contada”, en palabras de Ana García Obregón, su autora principal. A través de 312 páginas, de las que en torno a 70 son obra de su hijo, Aless Lequio, la intérprete lleva a cabo una catarsis literaria en la que repasa con honestidad los que son los episodios más duros de la enfermedad que terminó por acabar con la vida de su hijo. Todos los beneficios obtenidos por la venta del libro estarán destinados a financiar la investigación y la lucha contra el cáncer a través de la Fundación Aless Lequio.

Ana Obregón Alessandro Lequio
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