El Almeida más cercano: de su aversión al agua a su fervor por el cotilleo
Su hermana Mayi y su amiga y compañera del ayuntamiento, Matilde García Duarte, nos hablan de cómo es el alcalde de Madrid en la intimidad, desde su relación con Ayuso al favoritismo de su madre
Desde muy pequeño, José Luis Martínez-Almeida (Madrid, 47 años) devoraba un montón de prensa diaria. “Pasábamos los veranos en casa de mi abuelo materno, una persona muy curiosa, que leía mucho y le encantaba debatir sobre actualidad. Encontró en José Luis la horma de su zapato”, nos cuenta desde Bruselas, donde vive y trabaja desde hace 30 años, Mayi Martínez-Almeida, la tercera de los seis hermanos Martínez-Almeida y, a pesar de la distancia, la más cercana al alcalde.
“Todas las mañanas se ofrecía para ir a comprar el pan y los periódicos: empezó leyendo el 'ABC' y 'El País', y luego 'El Mundo' y 'La Razón' cuando salieron, sin olvidar el 'Marca' y el 'As'. Se sentaba en el sofá y no había forma de que hiciera otra cosa. Mi madre le decía: ‘Vete a bañar, que te dé el sol’. Pero nada. No le gusta el agua. Se pasaba el día feliz con mi abuelo leyendo la prensa. Estaba al tanto de todo: la actualidad, los deportes y, por supuesto, la política”, continúa Mayi recordando aquellos largos veranos en Cercedilla, donde sus abuelos maternos tenían una propiedad con varias casas donde se reunían todos.
Quién le iba a decir al pequeño Pepito que décadas más tarde sería él quien llenaría los periódicos de noticias, no solo con su nombramiento, también con su gestión de acontecimientos históricos –como la pandemia y Filomena– y otros histéricos, como la guerra intestina que enfrentó a Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado y casi se lo lleva por delante: “Dijeron que Ayuso me iba a laminar. Entiendo que nuestros adversarios estén defraudados", confesaba en una entrevista a El Confidencial.
En efecto, mucha de la gente que siguió atónita aquella pelea a cara de perro lo vio peligrar, pero hoy parece que las aguas han vuelto a su cauce. “No son amigos, no quedan a comer, pero siempre han tenido una relación franca. Durante un tiempo se distanciaron, pero ahora se llevan bien”, nos cuentan desde el entorno del alcalde sobre cómo es su relación con Ayuso.
“La última vez que los vi juntos fue en Roma, cuando visitamos al Papa”, recuerda ante una tónica Matilde García Duarte, coordinadora del Ayuntamiento y amiga personal del alcalde. “Ese viaje fue la bomba. Él iba emocionado porque es católico apostólico romano; de misa todos los domingos. Y el Vaticano tiene esa parafernalia… Pasas una sala, otra sala, otra sala; no puedes entrar con el móvil. Luego están los Carabinieri, la Guardia Suiza… Escenifican el teatro del poder a la perfección, y eso que este Papa ha rebajado muchísimo el protocolo”, continúa García Duarte rememorando aquel viaje.
Y aunque nadie recuerda bien el motivo de aquella visita –celebrar el 400 aniversario de la canonización de San Isidro Labrador, patrón de la capital–, tampoco nadie olvida la frase con la que el Papa saludó al alcalde y que se hizo viral: “El heredero de la gran Manuela [Carmena]”. Y la sonrisa inerte de Almeida. “Se metieron con él desde la derecha y desde la izquierda. Yo estaba como loca. Pues no le he oído decir una mala palabra del Papa. Ni en público ni en privado. Por principios. José Luis es así”.
Según su entorno, el alcalde es un hombre leal y de principios. También un tipo duro que se crece ante la adversidad: “Aguanta bastante bien las embestidas. Nunca lo he visto hundido. Y ha habido momentos muy malos”, nos confiesa García Duarte, en alusión a la guerra entre Ayuso y Casado. Durante los sucesos más complejos de su legislatura, como la pandemia o Filomena, tampoco se ha achantado: “Las situaciones extremas le molan. Se viene arriba. Además, está soltero y no tiene hijos. No le importa echar horas. A veces lo llamas un fin de semana y está currando”, continúa. Ahora, concluye, está en un buen momento: “En lo personal lo veo mejor que nunca. Está contento, seguro, tranquilo. Físicamente se le nota”.
Y tanto. Desde que Almeida llegó a la alcaldía ha adelgazado diez kilos y está en forma. Y es que de un tiempo a esta parte le ha dado por cuidarse. Corre dos o tres veces a la semana por el Retiro con Borja Carabante, responsable del Área de Movilidad y Medio Ambiente y uno de sus grandes apoyos en el Ayuntamiento. Cuando no corre, camina: desde su casa a su despacho o por la ciudad, cuando se dirige a alguna reunión. “Caminamos mucho. La gente lo para por la calle y es muy cariñosa. También le trasladan sus quejas. Y ahí mismo llama al concejal de turno para preguntarle sobre el tema en cuestión”, explica García Duarte, que suele acompañarlo en sus recorridos.
A Almeida, asegura, no le gusta que lo adulen: escucha a todos, también a quien lo critica, y toma nota. Según su entorno, tiene sentido de la justicia y la equidad, aunque por encima de todos esos sentidos destacan el del humor. “Le viene de mi padre. Era muy ingenioso y ponía motes a todo el mundo. Algunos verdes que no se pueden contar aquí”, nos confiesa su hermana, que ríe traviesa recordándolos.
Rafael Martínez-Almeida trabajó como abogado en la papelera cántabra Sniace y falleció en 2012 tras sufrir un ictus. “Todos los domingos por la noche se iba a Santander, donde estaba la fábrica de su empresa, y no volvía a casa hasta el jueves por la noche”, continúa su hija. Durante la semana, José Luis y sus cinco hermanos –Casilda, Alfonso, Ángela, Mayi y Rafael– se quedaban a cargo de su madre, Ángela Navasqüés, una mujer de armas tomar que falleció cuatro meses antes de ver a su hijo convertido en alcalde.
Muy politizada, muy fumadora y muy forofa del Atlético de Madrid, un veneno que inoculó concienzudamente a sus hijos desde la cuna: “Lo hemos mamado en el biberón. Todos los domingos íbamos al Calderón con mi madre, mi abuelo, mis tíos, mis primos… Cuando no íbamos al campo lo veíamos por la tele”, recuerda Mayi, que asegura que ella, su hermano y Casilda, la primogénita, son los verdaderos fanáticos y que solo uno de los hermanos, Rafael, se atrevió a plantar cara a su madre con diez años: “Se hizo del Barça porque estaba harto de perder”.
De aquella época, el ídolo de Mayi y Pepito era Paulo Futre, un tipo apasionado que volvía loco a los hermanos, una circunstancia que quiso aprovechar el alcalde en un momento crucial. “Cuando fue mi 50 cumpleaños me felicitó por la mañana y sobre las diez de la noche me llama: ‘Mayi, no te vayas a dormir todavía que hay alguien que te va felicitar’. Y de repente me llegó un vídeo de Paulo Futre felicitándome. No te imaginas la alegría y la llorera. Mi hermano es muy detallista”.
Quizá por ser el pequeño, quizá por parecerse mucho a su abuelo materno –se llama como él–, quizá por las dos cosas, Almeida era el ojito derecho de su madre, algo que él disfrutó y que sus hermanos padecieron: “Muchas veces me peleaba con mi madre porque solo nos pedía a las chicas que la ayudáramos en casa. ‘Pero, mamá, si tú siempre dices que Pepito es el más listo. ¿Cómo no va a saber pasar una fregona?”, se revelaba la joven Mayi.
Pepito no pasaba fregonas, pero de los seis hijos fue quien colmó uno de los anhelos de sus padres: que alguien de la familia recogiera el testigo de sus dos abuelos, Pablo y José Luis, ambos abogados del Estado, y se atreviera a hacer la oposición. “Tuvo mucho mérito. Estudiaba en un cuarto donde una vez a la semana venía Mari, la costurera. Una mujer entrañable, cariñosísima, pero que no paraba de hablar y le interrumpía constantemente cuando cantaba los temas: ¿A qué te refieres con las fuentes del Derecho? ¿Me lo puedes explicar?’. Un día le dio un síncope. Se levantó de la siesta y se cayó redondo. Pensábamos que nos estaba gastando una broma porque es muy cachondo y muy buen actor. ‘Venga Pepito, tío, déjalo ya’. Y cuando vimos que no se movía nos acojonamos, con perdón de la palabra. Vino el Samur y todo, qué susto. El médico cogió a mi madre aparte y discretamente le preguntó: '¿Su hijo se droga? Cuéntenos la verdad, no pasa nada'. Y mi madre, indignada: '¡Mi hijo es opositor!”.
A pesar del síncope y la costurera, Pepito aprobó la oposición a la primera, tras solo dos años de preparación –“tiene una memoria portentosa”– y desde entonces mantiene un sólido grupo de amigos de promoción entre los que se incluye García Duarte, Mati, que además de trabajar con él lo cuida y protege como una hermana mayor: “Ha sido una experiencia alucinante. Es muy buen jefe porque escucha a todo el mundo y no se deja malmeter contra nadie. Además, te descojonas”.
Con este grupo de amigos realiza tres o cuatro viajes al año, de los que dos se repiten siempre: una escapada a los Pirineos y otra a Motril, en Granada, durante la última semana de julio y que marca el inicio del verano. “El ritual es siempre el mismo: hacemos una barbacoa el sábado y tiramos a José Luis vestido a la piscina. Odia bañarse. Luego nos juntamos unos cuantos y leemos el '¡Hola!'. Él, el primero. Le flipa. ¡Es un cotilla!”.
El resto del verano se reparte entre Santander –donde visita a Borja Fanjul, su otro gran amigo del Consistorio– y la localidad gallega de Cedeira –donde los últimos años tiene una comida de altura con Mariano Rajoy, Núñez Feijóo, Florentino Pérez y el periodista Bieito Rubido, impulsor del digital 'El Debate' y oriundo de esta localidad–. Para terminar no olvida su nueva gran afición: caminar: “Recorre un tramo del Camino de Santiago con unos amigos”. Un verano movido y, lo más importante, lejos del agua.
Desde muy pequeño, José Luis Martínez-Almeida (Madrid, 47 años) devoraba un montón de prensa diaria. “Pasábamos los veranos en casa de mi abuelo materno, una persona muy curiosa, que leía mucho y le encantaba debatir sobre actualidad. Encontró en José Luis la horma de su zapato”, nos cuenta desde Bruselas, donde vive y trabaja desde hace 30 años, Mayi Martínez-Almeida, la tercera de los seis hermanos Martínez-Almeida y, a pesar de la distancia, la más cercana al alcalde.