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Las dos bodas de Carlos Herrera y Pepa Gea: discretas y a miles de kilómetros
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SEGUNDAS NUPCIAS

Las dos bodas de Carlos Herrera y Pepa Gea: discretas y a miles de kilómetros

Coincidiendo con el primer aniversario de boda de los dos periodistas, sabemos nuevos detalles del enlace y los comparamos con las primeras bodas de los locutores de radio

Foto: Carlos Herrera y Pepa Gea. (Instagram)
Carlos Herrera y Pepa Gea. (Instagram)
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Cuando se habla de un matrimonio en segundas nupcias, nos suele venir a la cabeza una celebración más íntima y menos rimbombante. No porque la ilusión sea menor, sino porque los novios ya han vivido la experiencia y suelen preferir una fiesta más privada. Claro que esta tónica es general, pero no tiene por qué ser la regla.

Por ejemplo, bodas como la de Rocío Jurado con Ortega Cano o la de Fran Rivera con Lourdes Montes demuestran que hay excepciones que rompen la mencionada regla. En ese sentido, con las declaraciones de Pepa Gea justo un año después de casarse con Carlos Herrera a Paloma Barrientos en Vanitatis, queda claro que los periodistas sí comparten esa forma de pensar sobre segundas nupcias.

placeholder Carlos Herrera y Pepa Gea. (Instagram)
Carlos Herrera y Pepa Gea. (Instagram)

“Ten en cuenta que eran segundas nupcias para los dos y queríamos que esta boda fuera para nosotros y los nuestros. Estaban los hijos de Carlos y mis hijas. Nos casamos en el consulado a eso de las 14 horas, brindamos con champán y después nos fuimos de copas con las niñas. Alberto (Herrera) se fue nada más terminar la boda, porque tenía que volver a España para trabajar”.

Tampoco celebraron un gran banquete con cóctel y una larga lista de platos y dulces, prefirieron comer en uno de sus restaurantes preferidos en Nueva York un típico manjar norteamericano. “Esa mañana nos fuimos de brunch a JG Melon, nuestra hamburguesería favorita de Nueva York. Tras la boda, viajamos a San Francisco y recorrimos la costa a modo de luna de miel”, explicaba Gea en conversación con Vanitatis.

Foto: Carlos Herrera y Pepa Gea. (Gtres)

La boda de Carlos Herrera con Mariló Montero

No obstante, sea en primeras o segundas nupcias, este espíritu más íntimo a la hora de darse el 'sí, quiero' parece un modus operandi en Carlos Herrera. Si la boda con Gea fue un auténtico ejemplo de hermetismo hasta mucho tiempo después, la boda con Mariló Montero fue prácticamente secreta. Se casaron un año después de conocerse en 1991, cuando la presentadora trabajaba con Hermida.

El lugar escogido para su boda fue Aravaca y poco tiempo después la pareja se trasladó a vivir a Sevilla, donde el locutor tenía proyectos profesionales. Tras 20 años de matrimonio y dos hijos en común, la modelo Rocío Crusset y Alberto Herrera, que sigue los pasos de su padre en las ondas, firmaban su divorcio en 2011. Aun así, Mariló llegó a afirmar a Toñi Moreno que “Carlos Herrera es, ha sido y será el hombre de mi vida”.

placeholder Mariló Montero y Carlos Herrera. (Reuters)
Mariló Montero y Carlos Herrera. (Reuters)

Discreta vida personal

Hasta el enlace con Carlos Herrera, a pesar de su dilatada carrera profesional en los medios de comunicación, Pepa Gea era el vértice más anónimo de la vida del periodista. Aunque en muchos medios de comunicación hacen referencia a un primer matrimonio de la comunicadora, poco más se sabe de ese primer enlace. Solo que fruto de esa relación nacieron las dos hijas que la periodista tiene.

Una coincidencia más que le hace tener una vida similar y llena de paralelismos a la de su segundo marido, que también tiene dos hijos de un primer matrimonio. Más allá del número de vástagos de la pareja, las pasiones similares de los dos comunicadores les han hecho consolidar una relación amorosa de hace unos años, pero de amistad de más de dos décadas. Así, parece que ambas bodas están marcadas por la discreción, además de estar separadas por los miles de kilómetros que separan España de Estados Unidos.

Cuando se habla de un matrimonio en segundas nupcias, nos suele venir a la cabeza una celebración más íntima y menos rimbombante. No porque la ilusión sea menor, sino porque los novios ya han vivido la experiencia y suelen preferir una fiesta más privada. Claro que esta tónica es general, pero no tiene por qué ser la regla.

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