Hablamos con Álvaro Urquijo de la trágica muerte de su amigo Canito: una nochevieja, un atropello y el nacimiento de la Movida madrileña
El cantante, músico y compositor de Los Secretos, junto a otros amigos del batería fallecido, como Emilio J. López, líder de Los Elegantes, lo recuerdan cuando cumpliría 65 años
Su nombre era José Enrique Cano Leal, pero todos sus amigos le llamaban Canito. Con 19 años, era un joven con un gran talento para componer, para cantar y para tocar la batería, lo que le llevó, en 1978, a formar el grupo Tos, banda que fue precursora de Los Secretos, junto a los hermanos: Urquijo, Javier, Enrique y Álvaro, .
Así lo recuerda Álvaro Urquijo, hablando para Vanitatis, justo cuando Canito habría cumplido 65 años: "Era un tipo majísimo, con una vitalidad contagiosa. Se ilusionaba muchísimo con todo y en los tiempos en los que estábamos comenzando, y yo era el más pequeño, me dejaba llevar por su entusiasmo. El motor real del origen del grupo fue él. A todos nos unía el amor por la música pero Canito era un chorro de aire fresco, de bondad y de alegría. Tal vez fue el que más ilusión le puso y el que compuso más canciones en esos inicios. Con su empuje nos arrastró. Todo era bueno en él. No tenía dobleces. Era energítico, educado y con unos principios y un criterio musical estupendos".
Canito tenía mucho que decir. Su vida parecía predestinada a que lo hiciera sobre los escenarios, con su grupo, que ya comenzaba a hacerse un hueco en el panorama musical de la época. Álvaro Urquijo nos explica que "era un enamorado de la música country, del folk, etc. Un verano se fue a Londres con mi hermano Javier y volvió shockeado por el panorama musical que allí vio y escuchó. Estaba empezando lo que se llamó la New wave y Canito, que solía llevar pelo por lo hombros, cazadora con borrego, botas camperas y vaqueros, al estilo cowboy, regresó totalmente cambiado. Se cortó el pelo y se transformó en otra persona con unas ideas musicales mucho más claras".
La fatídica nochevieja de 1979 truncó todos sus planes.Canito disfrutó de aquella noche dando la bienvenida a 1980 en una fiesta que se celebró en un chalet de la Avenida de Pio XII, en Madrid. Allí estuvo acompañado por muchos amigos, entre los que también se encontraban músicos de grupos tan conocidos como Nacha Pop o Mermelada.
A las seis de la mañana alguien decidió continuar la fiesta en otro lugar, concretamente en Villalba. Un convoy de cuatro coches se dirigió hacia allí. En uno de ellos viajaba Canito con su novia y varios amigos, entre los que se encontraba Emilio J. López, líder del grupo Los Elegantes.
Dos de los coches se quedaron rezagados, motivo por el cual los otros dos decidieron parar en el arcén de la Nacional VI para esperarlos.
Canito salió de su automóvil. Un vehículo que circulaba a toda velocidad en ese momento, se lo llevó por delante. Según algunas informaciones de la época, el conductor era un joven que al día siguiente tenía que incorporarse al servicio militar obligatorio y que conducía ebrio.
Canito sufrió graves heridas que lo mantuvieron en coma tres días hasta que, finalmente, falleció.
Emilio J. López ha recordado en Vanitatis a su buen amigo. "Canito fue un ser irrepetible, de un entusiasmo contagioso, un amigo con el que sentí desde que le conocí hasta su muerte una afinidad que rara vez uno tiene el privilegio de encontrar en la vida".
Tiene grabada esa noche en su memoria. Él mismo habló de ella en el libro que escribió sobre su grupo, Los Elegantes, titulado ‘¡Ponte a bailar!’ (Ediciones Chelsea): "Nos detuvimos en el arcén de la carretera, para reagruparnos los coches en los que viajábamos. Aprovechamos Canito y yo para bajar y estirar las piernas y la conversación bajo el cielo color ceniza de esa madrugada. Sé que no nos movimos del arcén, y que me quedé hablando al aire, al vacío, porque Canito, en un instante había desaparecido. Ni siquiera recuerdo el impacto de otro vehículo, sólo que mi amigo no estaba ahí y comenzaban a llegar gritos y voces. Fue entonces cuando cobré consciencia de que otro vehículo nos había embestido. Recuerdo llamar a Canito a voces y meterme con alguien, con otros, entre matorrales en su busca hasta encontrar su cuerpo tendido y ya separado de la vida. Y miro esa imagen en que todo se mueve a cámara lenta mientras me quito la cazadora que llevo puesta y la coloco debajo de su nuca".
La noticia de la muerte de Canito dejó a sus amigos y familiares conmocionados. Emilio J. López confiesa en su libro que "durante muchos años experimenté una angustia insoportable al ver coches aparcados en el arcén de las carreteras o al escuchar la sirena de una ambulancia mordiendo las calles con urgencia".
El mundo de la música se quedaba también huérfano, perdiendo a uno de los compositores y cantantes más prometedores. Seguramente hoy sería una de las figuras más destacadas de la historia musical de nuestro país.
Álvaro Urquijo nos explica que "prácticamente no había pasado ni un año y medio desde que comenzamos a tocar con él, cuando pasó lo que pasó. Ahí se rompió todo. Nuestra tristeza no fue porque se rompía un proyecto musical junto a él. En aquel momento éramos unos hermanos y un amigo jugando a ser músicos. Para nosotros su pérdida supuso un varapalo como el que puede sentir cualquier chaval joven al que se le muere un amigo de manera inesperada. Nos dejó en shock total porque perdíamos a alguien muy querido. De hecho, después de lo ocurrido no queríamos buscar otro batería ni tuvimos intención de continuar, pero Gonzalo Garrido, que trabajaba en Onda 2 y emitía nuestras canciones porque creía en nuestro potencial, algo por lo que le teníamos mucho afecto y gratitud, tuvo la idea de decir a través de la radio que, si algún batería quería tocar con nosotros, llamara a la emisora. Hizo esto con toda la buena intención, para tratar de impulsarnos. Pero a nosotros nos molestó porque, con todo el duelo aún encima, nos vimos obligados, por quedar bien con Gonzalo, a hacer un casting que no nos apetecía en ese momento. Al final nos quedamos con el segundo baterista que vimos, que fue Pedro Díaz, y que resultó ser el engranaje que nos faltaba. Consiguió que empezáramos a movernos otra vez. Canito fue el motor y Pedro el combustible que nos hizo desarrollarnos y dar un paso de gigantes. Con él conseguimos ilusionarnos otra vez". (Curiosamente, Pedro Díaz también falleció en un accidente de tráfico dos años después).
La muerte de Canito sirvió, al menos, para unir su nombre a la historia de la música, porque su pérdida fue el motivo por el que se organizó uno de los conciertos más míticos. Tras la tragedia, los Urquijo quisieron homenajear a su amigo y compañero de grupo. Para ello, organizaron un concierto en su honor que congregó a los grupos musicales más destacados que en aquel momento estaban surgiendo con fuerza, como Alaska y los Pegamoides, Nacha Pop, Mermelada o Los Bólidos, entre otros.
La televisión decidió retransmitirlo y cada vez fueron más los grupos y los asistentes que manifestaron su deseo de vivir aquel momento in situ. El concierto homenaje a Canito acabó llevándose a cabo el 9 de febrero de 1980 en la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad Politécnica de Madrid y al mismo acudieron cerca de mil personas. Son muchos los que hoy lo señalan como el pistoletazo de salida de lo que conocemos como la Movida madrileña, el movimiento cultural y social que marcó una nueva era tras el franquismo, con un cambio más aperturista.
“Todo fue muy doloroso. Lo de menos es que fuera el pistoletazo de salida de La Movida. Fue la pérdida de un chico maravilloso”, afirmó Emilio J. López en MondoSonoro.
Como no podía ser de otra manera, los hermanos Urquijo tocaron juntos cuatro canciones compuestas por Canito para el grupo Tos, entre ellas la mítica ‘Déjame’.
Hoy, Álvaro Urquijo está convencido de que Canito formaría parte de la lista de los grandes nombres de la historia de la música española si aquel coche no se hubiese cruzado en su camino. "Creo que habría aprendido como aprendimos todos. Habría perfeccionado y habría adquirido mucha más solvencia para escribir y componer y habría sido un motor más en el grupo. Si nos viera hoy imagino que alucinaría. Hemos intentado hacer las cosas de la mejor manera posible para que todos los que no nos apoyaron o no creyeron en nosotros en algún momento, se sientan orgullosos, y sobre todo para que, los que no están, como Canito, mi hermano Enrique o Pedro Díaz, pudieran decir, '¡Qué bien lo están haciendo!', si nos pudieran mirar por algún tipo de visor...".
El grupo Los Secretos de los hermanos Álvaro y Enrique Urquijo nunca ha dejado de recordar a Canito en sus conciertos, tocando en directo la canción Nacional VI, en numerosas ocasiones: “El sol está en lo alto, pero hay lluvia en mi corazón. Escucha amigo cuál es la razón. Ya no volveré a la Nacional VI porque allí un amigo murió al amanecer”.
Su nombre era José Enrique Cano Leal, pero todos sus amigos le llamaban Canito. Con 19 años, era un joven con un gran talento para componer, para cantar y para tocar la batería, lo que le llevó, en 1978, a formar el grupo Tos, banda que fue precursora de Los Secretos, junto a los hermanos: Urquijo, Javier, Enrique y Álvaro, .
- Los Secretos: sale a la luz la verdadera causa de la muerte de Enrique Urquijo Jorge C. Parcero
- La historia de Coral, la hija de Márquez Piquer que murió en la carretera, contada por sus amigos R. Riaño
- María Simún: el éxito con 26 años de la hija de Enrique Urquijo que viste a Rosalía Marita Alonso