Pedro Ruiz: "El rey Felipe es una persona a la que le compraría un coche usado"
A sus 78 años, Pedro Ruiz estrena espectáculo y publica libro. Libre de ataduras políticas, reivindica el humor, la memoria y la independencia como brújula vital y creativa
Pedro Ruiz es un hombre orquesta capaz de tocar todos los palos. Canta, hace guiones, dirige programas de televisión, escribe libros y no necesita inspiración porque forma parte de su ADN. Todos los años presenta proyectos televisivos; durante años ha sido y es su mundo. Tenía previsto retomar 'La noche abierta', pero por ahora el proyecto está en tablas. No cree en los políticos ni ha votado nunca, aunque siempre ha admirado a Julio Anguita. Su libertad es su pasaporte de vida.
Acaba de estrenar en el teatro del Palacio de la Prensa de Madrid su espectáculo 'Mi vida es una anécdota', donde descubre historias hasta ahora nunca contadas. Y junto a este proyecto ha publicado un libro, Paren el mundo que me quiero bajar, del que dice que "quita las penas".
Pregunta: Has estrenado un nuevo espectáculo al que has bautizado con el título Mi vida es una anécdota. Con todo lo que has vivido parece un resumen muy corto.
Respuesta: Creo que es suficiente. Como decía Oscar Wilde, hagas lo que hagas al final te recuerdan por el "váyase a la mierda" que dijo Fernando Fernán Gómez. Le he dado a la moviola. Y tomarse uno en broma te quita mucho peso.
P: ¿Es un repaso nostálgico o una manera de actualizar historias que parecen olvidadas?
R: Me gusta lo que dices. Es un repaso cariñoso y una proyección de futuro. Cuando vienen jóvenes al teatro les comento: "No os fijéis si conocéis o no a la persona de la que hablo. Lo importante es lo que ocurrió. Las situaciones se repiten".
P: Las personas que aparecen tienen currículum. Ahora da la sensación de que da igual, e incluso hay quien presume de no leer libros.
R: En el mundo de los políticos falta gente con buena voluntad. La política es un producto adulterado que no consumo. Y respecto al resto de las personas, estamos en un momento donde hay muy pocos seres únicos. Hay una uniformidad en todo. Las redes están haciendo mucho daño. Parece que tendamos a convertirnos en autómatas.
P: Una hora y media en la que cantas, recitas, utilizas el humor. Solo te falta bailar.
R: Bailo mal. He sacado a bailar a pocas personas. Me gusta la música y, sin embargo, no me gusta moverme, me doy vergüenza.
P: Los comentarios que haces en tu espectáculo dices que no tienen trasfondo político.
R: No lo tienen. He dejado de creer en la política. Sé que es necesaria, pero no me interesa. Nos ensucia la vida y no quiero ni defenderme de ello.
P: Estamos en un momento en que estás en un lado o en otro. O blanco o negro. O tortilla con cebolla o sin cebolla.
R: Yo no soy de aquí ni de allá. Soy hijo de mi padre y de mi madre. El resto son circunstancias que a mí no me van a encadenar. Nunca he querido ser de ninguna tribu. No lo seré jamás. Los que manejan el mundo, que por cierto no son los políticos, sino unas grandes fortunas que no son más de cuatrocientas, utilizan a los políticos como pastores que encienden la mecha para que la gente vote más en contra que a favor. Nadie ofrece soluciones.
P: ¿Cómo explicarías a quien no te conoce quién eres?
R: Le diría que soy un artista con muchas inquietudes. Que me gusta hacer reír, soñar, emocionar. Pero, sobre todo, que lo fundamental es que quiero pasar por la vida sin ensuciar demasiado.
P: La televisión fue tu mundo durante años. ¿Por qué no vuelves?
R: Presento muchísimos proyectos y no los escuchan. La televisión —y lo digo con mucho respeto hacia la gente que trabaja allí— ya no quiere personas libres. Prefieren sumisos que encajen en los formatos. Y yo en ese ideario no estoy. Mi último contacto era para recuperar 'La noche abierta'. Esa conversación se olvidó. Lo que hice fue un especial en La 1 hace dos navidades que se llamaba 'Nada del otro mundo'.
No me preocupa. Volveré, ya sea a una plataforma o en cualquier sitio. En broma digo que la única tele en la que creo es Telepizza, porque sabes dónde va la pasta. Programas como 'La noche abierta' son necesarios. Estamos en un punto de la vida en que ya no hay que escuchar al otro con interés sino con afecto.
"Tengo más planes que años"
P: Dices que tu éxito es tu libertad. Pero quizá lo puedes decir al tener la luz pagada.
R: Es lo de menos. Aunque no la tuviera, seguiría siendo libre. Cuando era pequeño escuché a mi madre decirle a un alcalde una frase que se me quedó grabada: "Yo soy libre porque lo decido yo y no porque me lo permita usted". Creo que parte de mi salud proviene de que yo me puedo equivocar, pero no me contradigo.
P: A tus 78 años, ¿qué te gustaría hacer que no hayas hecho?
R: Lo mismo, pero mejor. He navegado mucho, pero me gustaría dar la vuelta al mundo en un velero. Tengo más planes que años.
P: Esta es una pregunta muy tópica. ¿De qué te arrepientes?
R: Pues no me puedo arrepentir de nada porque, si he cometido errores —que por supuesto los he cometido—, luego hay que solucionarlos. Seguramente he sido muy precipitado en algunos momentos.
P: ¿Qué tienes preparado?
R: Una película. Acabo de publicar un libro que va a dar mucho que hablar. Lo he titulado 'Paren el mundo que me bajo' y te aseguro que quita las penas. Es humor con mucho fondo. Son 38 capítulos. Hay una parte de texto, otra de pensamientos cortos y un poema al final de cada capítulo. Es una especie de respuesta a todas las imposiciones que cada día tenemos que superar. Cada día es más caro vivir peor, nos controlan más.
P: ¿Cómo preparas tus espectáculos? ¿Eres metódico o esperas a que llegue la inspiración?
R: Aunque parezca una vanidad, estoy inspirado todo el día. Siempre voy con un bloc donde tomo nota de todo: de una música, de un guion, de una película. Mi casa está llena de papeles que luego se convierten o no en historias. A mí lo que más me gusta es inventar.
P: En tu espectáculo 'Mi vida es una anécdota' descubres historias desconocidas. Una de ellas fue tu conversación con Jordi Pujol, que te confesó que su amor platónico era Carmen Sevilla.
R: Me dijo: "Me gusta mucho porque es molt ferma", que traducido viene a decir "está muy firme, muy maciza". Me resultó sorprendente.
P: ¿Qué pasó con el jefe de protocolo y Ana Obregón en el Baile de la Rosa de Mónaco?
R: Yo estaba en Mónaco porque fui a llevarle el caballo que le habíamos regalado en el programa a la princesa Estefanía. Y, mientras esperábamos a que bajara, le hablé de Ana Obregón. Me explicó lo que había hecho Ana en el Baile de la Rosa: le dijo que era la mujer de Severiano Ballesteros.
P: Te han llamado varias veces por indicación del rey emérito y de Felipe VI. ¿Cuál era la razón?
R: Yo le había enviado un disco al rey emérito y quiso agradecérmelo. Pepe Oneto hizo la gestión. Fue una conversación muy banal. En cambio, con el rey actual —y no hablo como monarca sino como persona— me merece cierto crédito. Dicho de otra manera: es una persona a la que le compraría un coche usado. Y cuando le pregunté por qué había ordenado secuestrar la revista 'El Jueves' me dijo (y no tengo por qué dudar de su palabra) que él no lo había pedido.
Quien siempre me gustó mucho fue Julio Anguita. Era una de las personas más creíbles que he conocido nunca. Era un tipo extraordinario. Fui a uno de sus mítines y lo que hacía no era pedir el voto, sino enseñar a la gente cómo funcionan las cosas. Era maestro, que además esa era su profesión.
Pedro Ruiz es un hombre orquesta capaz de tocar todos los palos. Canta, hace guiones, dirige programas de televisión, escribe libros y no necesita inspiración porque forma parte de su ADN. Todos los años presenta proyectos televisivos; durante años ha sido y es su mundo. Tenía previsto retomar 'La noche abierta', pero por ahora el proyecto está en tablas. No cree en los políticos ni ha votado nunca, aunque siempre ha admirado a Julio Anguita. Su libertad es su pasaporte de vida.