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Isabel Sartorius arrastra deudas por el aval que le firmó Fernando Ballvé
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Isabel Sartorius arrastra deudas por el aval que le firmó Fernando Ballvé

En 2006, Isabel Sartorius, conocida por su relación con el príncipe Felipe, decidió probar suerte en el mundo empresarial. Lanzó al mercado una línea de bolsos,

Foto: Isabel Sartorius arrastra deudas por el aval que le firmó Fernando Ballvé
Isabel Sartorius arrastra deudas por el aval que le firmó Fernando Ballvé

En 2006, Isabel Sartorius, conocida por su relación con el príncipe Felipe, decidió probar suerte en el mundo empresarial. Lanzó al mercado una línea de bolsos, junto a su socia y amiga Marta Oyarzábal, que al poco tiempo fracasó estrepitosamente. De nada sirvió su posicionamiento social, los reportajes a todo tren en su revista de cabecera ni los obvios esfuerzos de ambas socias para que la idea tuviera sus frutos. Ni siquiera que dichos bolsos los luciera la princesa Letizia funcionó como gancho comercial. Ahora, tres años más tarde del ocaso de aquel negocio, las deudas de Sartorius y Oyarzábal siguen coleando.

Ambas contiúan sin abonar los 200.000 euros a los herederos de Fernando Ballvé, el fallecido accionista de Campofrío y Telepizza, con los que éste avaló su proyecto.Vanitatis ha podido saber que hay novedades al respecto. Al parecer, al no ser saldada dicha cuantía por Sartorius y Oyarzábal, habría sido ejecutada a los herederos de Ballvé (los seis hijos que tuvo fruto de sus quince años de matrimonio con Sandra Macaya, empresaria del sector de la moda e hija de Cristina Macaya, la todopoderosa anfitriona mallorquina y expareja de Plácido Arango) el pasado 24 de julio de este mismo año.

Estos herederos, algunos de ellos menores de edad, habrían tenido que hipotecar la casa en la que viven en Madrid junto a su madre para hacer frente al crédito. En cambio, fuentes cercanas a Sartorius inisisten en manifestar que no se ha producido ninguna ejecución sino una renegociación de la garantía bancaria con Bankinter, la entidad a través de la que se realizó dicha operación.

A su vez, estas mismas fuentes reconocen en conversación con este portal que habría sido necesario hipotecar la casa en la que residen los seis herederos del empresario fallecido para hacer frente a este impago, y otros muchos, que nunca se realizaron a Ballvé, que murió en 2009 después de que le fuera detectado un cáncer. No sería de extrañar que los legatarios de éste preparasen acciones legales contra Sartorius y Marta Oyarzábal , su exsocia, al igual que contra otros deudores.

La relación que indujo el aval de Ballvé

“Isabel no va a poder hacer frente a esa deuda nunca. La situación económica de Sartorius nunca ha sido boyante. Fernando Ballvé era un hombre de negocios y sabía muy bien lo que hacía. Además, fue él quien las impulsó a crear el negocio. Si él viviera, otro gallo cantaría”, manifiestan miembros muy cercanos a la fallida empresaria. Ninguna de las dos partes implicadas en este asunto ha querido hacer declaraciones a este respecto.

Sin embargo, otra de las cuestiones en toda esta historia, es la mala relación existente entre Macaya, exmujer de Ballvé, y Sartorius, con la que comenzó una relación al poco de romper su matrimonio y justo cuando le acababan de diagnosticar la enfermedad que finalmente terminó con su vida. Especialmente, porque su noviazgo fue otro de los principales motivos por los que el empresario decidió avalar el proyecto de la que fuera primera pareja oficial del príncipe Felipe. La cosa se complicó porque, en este mismo momento, Macaya y Ballvé protagonizaban un mediático y polémico juicio por su divorcio. “Yo solo quería lo mejor para mis hijos”, manifestó ella en su momento. “Y lo mejor sigue queriendo ahora para ellos, por eso quiere que Isabel y Marta paguen. Son 200.000 euros lo que deben, es mucho dinero”, explican fuentes cercanas a los hijos de Ballvé.

En 2006, Isabel Sartorius, conocida por su relación con el príncipe Felipe, decidió probar suerte en el mundo empresarial. Lanzó al mercado una línea de bolsos, junto a su socia y amiga Marta Oyarzábal, que al poco tiempo fracasó estrepitosamente. De nada sirvió su posicionamiento social, los reportajes a todo tren en su revista de cabecera ni los obvios esfuerzos de ambas socias para que la idea tuviera sus frutos. Ni siquiera que dichos bolsos los luciera la princesa Letizia funcionó como gancho comercial. Ahora, tres años más tarde del ocaso de aquel negocio, las deudas de Sartorius y Oyarzábal siguen coleando.