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La duquesa retoma la relación con su hijo Jacobo, pero no perdona a su nuera Inka Martí
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La duquesa retoma la relación con su hijo Jacobo, pero no perdona a su nuera Inka Martí

La duquesa ha llegado pletórica del periplo viajero que ha hecho por Tailandia, donde ha comprado de todo en los mercadillos para regalar a su entorno

Foto: La duquesa retoma la relación con su hijo Jacobo, pero no perdona a su nuera Inka Martí
La duquesa retoma la relación con su hijo Jacobo, pero no perdona a su nuera Inka Martí

La duquesa ha llegado pletórica del periplo viajero que ha hecho por Tailandia, donde ha comprado de todo en los mercadillos para regalar a su entorno cercano y lejano. Pasó unos días en Madrid y ahora ya está instalada de nuevo en Dueñas, que de todos sus palacios es el que más le gusta. Se fue de viaje con su marido Alfonso Díez y su fiel Lola, la mujer que más sabe acerca de los entresijos domésticos de la Casa de Alba. Ella, al igual que los verdaderos amigos de la duquesa, como Carmen Tello, Marta Talegón o las hermanas Cobo, guardan las confidencias bajo llave, que en el caso de Cayetana son muchas y variadas.

Los líos familiares prácticamente se han solucionado y por el momento el único obstáculo que hay que solventar es mantener una relación más fluida con su hijo Jacobo, que se distanció al no estar de acuerdo con la distribución de la herencia y el patrimonio. Y sobre todo por las declaraciones que hizo la duquesa sobre Inka Martí, la mujer del conde de Siruela, a la que llamó “mentirosa, mala y envidiosa”. El hijo tomó partido y no quiso saber nada de su madre ni tan siquiera en Navidades, pues no acudió a la cena familiar que reúne a todos en el palacio de Liria.

Hay también otra versión para ese desencuentro que tiene que ver con unos comentarios que había realizado Inka sobre Alfonso Díez, al que no encontraba adecuado para su suegra. La herencia fue el desencadenante de un malestar que ya se había gestado con anterioridad. El caso es que la duquesa, que es una mujer cariñosa, como así lo ha demostrado a lo largo de su vida, puede llegar a olvidar pero no a perdonar y sigue sin querer saber nada de la nuera.

Y en esa encrucijada se encuentra el hijo intelectual, que quiere arreglar la situación filial, pero no puede dejar al margen a su mujer. Los nietos Brianda y Jacobo han sido parte importante en este reencuentro, pero por ahora poco pueden hacer. Es un tema que ya no les compete.

Cayetana se encuentra en un momento feliz, porque ya se ha solucionado el asunto de la custodia de su nieta Tana, que la tenía muy preocupada y sobre todo triste por ver sufrir a su hija Eugenia. Para ella fue un disgusto tremendo la “traición” –así la definía en su entorno más cercano- de Francisco Rivera, al que no ha vuelto a dirigirle la palabra. Si en el caso de Inka podría romper con su tradición, con el torero ni perdona ni olvida.

La duquesa ha llegado pletórica del periplo viajero que ha hecho por Tailandia, donde ha comprado de todo en los mercadillos para regalar a su entorno cercano y lejano. Pasó unos días en Madrid y ahora ya está instalada de nuevo en Dueñas, que de todos sus palacios es el que más le gusta. Se fue de viaje con su marido Alfonso Díez y su fiel Lola, la mujer que más sabe acerca de los entresijos domésticos de la Casa de Alba. Ella, al igual que los verdaderos amigos de la duquesa, como Carmen Tello, Marta Talegón o las hermanas Cobo, guardan las confidencias bajo llave, que en el caso de Cayetana son muchas y variadas.