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El patrimonio menguante de Sara Montiel
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El patrimonio menguante de Sara Montiel

“Jamás pisó un banco ni utilizó una tarjeta de crédito; ella era simplemente una artista”. Es la definición que hace de Sara Montiel, que fallecía el

Jamás pisó un banco ni utilizó una tarjeta de crédito; ella era simplemente una artista”. Es la definición que hace de Sara Montiel, que fallecía el pasado lunes en su domicilio de Madrid, una de sus personas de confianza en conversación con Vanitatis. Una frase que resume el caos en el que se convirtieron sus finanzas en sus últimos años de vida y los quebraderos de cabeza a los que tuvo que hacer frente. Gran parte de sus incalculables beneficios como actriz de moda en el Hollywood clásico (llegó a cobrar un millón de dólares por película) y de la suculenta herencia que recibió a la muerte de su segundo marido, el empresario Pepe Tous, se han esfumado con el tiempo. Por el camino, Sara se vio obligada a demandar a su administrador por una supuesta estafa y a enfrentarse a sus hijos, Zeus y Thais, que le reclamaban su parte de la herencia de su padre, fallecido en 1992.

A sus 85 años, Sara había conseguido casi todo: éxito, popularidad, reconocimiento, numerosos premios y una inmensa fortuna, que finalmente se tornaría desafortunada. La manchega fue la primera española a la que Columbia Pictures le ofreció un contrato de siete años para convertirla en la nueva Rita Hayworth, pero Saritísima decidió no atarse a contratos largos. Tras el éxito de El último Cuplé, varios productores europeos asociados le propusieron un contrato multimillonario para rodar en Europa. Al mismo tiempo, la casa discográfica Hispavox le extendió un contrato ventajoso para la grabación y edición de sus discos. Desde entonces su carrera y sus finanzas fueron en ascenso.

Cuando en la década de los 70 conoció a Pepe Tous, su tercer marido, y el amor de su vida, Sara ya era un mito y una mujer multimillonaria. Juntos trabajaron y se hicieron con un gran patrimonio. Tous, perteneciente a una de las familias más adineradas de Mallorca, era propietario de numerosos inmuebles y dueño del periódico Última Hora. Su sagacidad en los negocios reportó cuantiosos beneficios al matrimonio hasta el punto que, tras su fallecimiento en 1992, su viuda se hizo con una importante herencia.

Los millones de Tous

Entre los bienes que debían ser repartidos éntrela artista y los hijos que el matrimonio adoptó, Thais y Zeus, se encontraba un bingo que, antes de ser vendido, estuvo alquilado y por el que Sara obtuvo cuantiosos beneficios. También una casa en Palma de Mallorca de la que la manchega se deshizo un tiempo después, una propiedad en Miami, que terminó vendiendo, seis propiedades en Madrid a nombre de diferentes sociedades, la casa familiar de Madrid, ubicada en el lujoso barrio de Salamanca, y una cuenta en Suiza.

En el año 2008, Sara, desatendiendo los consejos que su marido le había dejado por escrito, nombró a Francisco Fernández administrador de todas sus sociedades y le otorgó un Poder General. Un año después estallaba la guerra entre la actriz y sus hijos por la herencia de su padre. Zeus reconoció que cuando cumplió la mayoría de edad había firmado un poder en el que junto a su hermana renunciaba a su herencia a favor de su madre. El hijo de la manchega afirmaba: “Sólo quiero saber qué hay dentro de mi casa, teniendo en cuenta que mi madre tiene una edad. Sólo hemos preguntado por la herencia de mi padre, que es lo que cualquier hijo haría”. Sara por su parte afirmaba que lo que dejó Pepe ya se había repartido y que desde entonces no había hecho otra cosa que mantener a sus hijos, ya que estos nunca habían trabajado. “Era ella la que cada semana destinaba una cantidad a Zeus y Thais, el dinero no era mucho y esto ocasionaba que en ocasiones entre la madre y los hijos hubiese discusiones”, comenta un amigo de la familia en conversación con este medio. 

A los problemas familiares se sumaría la batalla judicial que en 2010 Sara emprendía contra su hombre de confianza y administrador, Francisco Fernández. Sara Montiel cifraba públicamente la estafa en nueve millones de euros, aunque la cantidad denunciada ante el juzgado ascendía a poco más de 300.000 euros. “Desde entonces Sara ha tenido problemas de liquidez. Hay cosas que ella no podía demostrar, porque no existían papeles. Cuando se vendió la casa de Palma, se guardó en una caja fuerte mucho dinero, pero ese dinero no está”, comenta alguien del círculo cercano a la artista, que añade: “Para hacerse con efectivo en los últimos tiempos, Sara vendió varios cuadros, pero a los hijos les quedará gran parte del patrimonio, todavía quedan apartamentos y la casa de Núñez de Balboa”. Se trata de una propiedad de 250 metros cuadrados, con cuatro dormitorios y una gran terraza con piscina, cuya venta publicitó la propia Sara por 3.100.000 euros en un conocido portal inmobiliario. Gran parte de su dinero, Sara lo invirtió en su inmensa colección de joyas y piezas pictóricas de segundo orden.

El dinero que ya no está

La incógnita del patrimonio menguante de Sara Montiel se hace más incomprensible si se tiene en cuenta que, pocos años antes de morir, su caché por gala era de unos 24.000 euros y que realizó numerosas entrevistas en televisión de las que también recibió grandes cantidades. Se trataba de una mujer con escasa cultura capitalista, que prefería tener el dinero a mano que transformado en bienes inmuebles. La estrategia no le fue bien y, víctima de sí misma y de una supuesta estafa, vio cómo gran parte del inmenso patrimonio que debían heredar sus hijos se esfumó con el tiempo.

Jamás pisó un banco ni utilizó una tarjeta de crédito; ella era simplemente una artista”. Es la definición que hace de Sara Montiel, que fallecía el pasado lunes en su domicilio de Madrid, una de sus personas de confianza en conversación con Vanitatis. Una frase que resume el caos en el que se convirtieron sus finanzas en sus últimos años de vida y los quebraderos de cabeza a los que tuvo que hacer frente. Gran parte de sus incalculables beneficios como actriz de moda en el Hollywood clásico (llegó a cobrar un millón de dólares por película) y de la suculenta herencia que recibió a la muerte de su segundo marido, el empresario Pepe Tous, se han esfumado con el tiempo. Por el camino, Sara se vio obligada a demandar a su administrador por una supuesta estafa y a enfrentarse a sus hijos, Zeus y Thais, que le reclamaban su parte de la herencia de su padre, fallecido en 1992.