Es noticia
Menú
Las Damas de La Moncloa: de las cucarachas de Pilar Ibañez a las joyas ‘robadas’ de Ana Botella
  1. Noticias
NOTICIAS

Las Damas de La Moncloa: de las cucarachas de Pilar Ibañez a las joyas ‘robadas’ de Ana Botella

“Que nadie olvide que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer. A veces, incluso más grande”. Ante esta premisa inicial, la escritora y

Foto: Las Damas de La Moncloa: de las cucarachas de Pilar Ibañez a las joyas ‘robadas’ de Ana Botella
Las Damas de La Moncloa: de las cucarachas de Pilar Ibañez a las joyas ‘robadas’ de Ana Botella

“Que nadie olvide que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer. A veces, incluso más grande”. Ante esta premisa inicial, la escritora y otrora integrante del equipo de secretaría de los cinco primeros presidentes del Gobierno de la democracia, María Ángeles López de Celis, perfila la figura de las seis Primeras Damas. Seis mujeres que “pagaron un alto precio por la carrera política de sus maridos, viendo cercenadas sus aspiraciones personales, sus ansias profesionales, sus sueños y deseos” por aportar equilibrio a los líderes de nuestro país, en palabras de la autora de Las Damas de La Moncloa (Espasa), libro que acaba de salir a la venta.

 

López de Celis ha sido un testigo mudo de los entresijos del palacio de La Moncloa durante cerca de 32 años. En 2010, con la publicación de Los presidentes en zapatillas, trasladó a la población una visión más mundana de esos hombres que, con aplomo, dirigieron el país una vez superada la etapa franquista. Para “cerrar el círculo” faltaba contar la historia del palacio en clave femenina, “la pieza del puzle que tiene cara de mujer” donde las esposas sean las protagonistas y los mandatarios meros artistas invitados. Así ha nacido este nuevo libro que narra la cara B de la historia de España.

Amparo, la ‘dama triste’ de La Moncloa

La llegada de Amparo Illana a La Moncloa no fue un cuento de hadas. Aficionada a la literatura, la pintura y la música, vivió la presidencia de su marido, Adolfo Suárez, como un auténtico calvario, “encerrada” entre los muros del palacio presidencial. “Se sintió mal, triste, angustiada y melancólica”, le vino grande el nuevo papel y “mostró tendencia a la depresión”. Pero en sus cinco años a la sombra del poder, la mujer que abrió el camino a las otras primeras damas también vivió momentos divertidos. Al menos, así resultan al recordarlos desde el filtro de la sociedad moderna y abierta de la que es padre Adolfo Suárez.

 

María Ángeles López de Celis narra en su libro cómo en la España de la Transición se abrió la puerta a un nuevo cine sin censura. Como celebración a esta política aperturista del nuevo presidente, se organizó en Madrid un pase privado para numerosos personajes respetados de la época, que se reunieron con la intención de visionar la película francesa de corte erótico Emmanuelle. Suárez, conocedor de las profundas raíces religiosas de su esposa, le ocultó el cariz sexual de la cinta. Cuando la película llegó a su fin, Amparo estaba completamente escandalizada: “No paró de decirle que era una auténtica porquería y que, de haberlo sabido, jamás habría asistido”.

Las cucarachas de Pilar Ibáñez

Leopoldo Calvo-Sotelo accedió a la presidencia en medio de la tempestad. El miedo a la involución política tras el fallido intento golpista de Tejero en febrero de 1981 marcó su mandato. La inestabilidad le acompañó en su periplo por La Moncloa y su esposa, Pilar Ibáñez, aportó a esos dos años el optimismo que le caracterizaba. “Estaba acostumbrada a la parafernalia del poder y el protocolo de una familia pública”, pese a ello, tenía reticencias a mudarse a la mansión que le correspondía a la familia del primer ministro español.

 

Un acontecimiento desagradable hizo mella en el matrimonio como inquilinos de La Moncloa. Una noche, tras un largo viaje, el presidente, “con jet lag y un hambre atroz, le pidió a su mujer que le hiciese algo para cenar”, recuerda con gracia López de Celis. Pilar se negó a cocinar a esas horas de la noche y le acompañó a la cocina para encontrar algo para comer. Linterna en mano, “bajaron hasta la planta inferior donde se encontraba la cocina y, prácticamente a oscuras, comenzaron a oír ruidos extraños. Cuando encendieron la luz se encontraron con una auténtica plaga de cucarachas llevándose una gran sorpresa”, continúa. La exsecretaria, que actualmente dedica su tiempo a trabajar para las víctimas del terrorismo, recuerda “las condiciones de insalubridad del edificio”, que en un principio era una finca de uso agrario hasta que pasó a ser la residencia oficial del Jefe del Gobierno. Pese a esto, y a las constantes pérdidas de luz del enclave, Pilar “vivió allí sin quejas, sin lamentos y despertó el cariño del personal de palacio como nunca consiguió hacerlo otra”. 

Carmen, la mujer de la eterna sonrisa

La mujer que acompaño durante su mandato a Felipe González fue Carmen Romero, aunque éste haya encontrado el amor recientemente en su segunda esposa, Mar García Vaquero. La tercera primera dama de la democracia española “tenía un sentido demasiado trascendental y metafísico de la vida”, pero si algo le diferenciaba del resto de mujeres era su incombustible sonrisa. Aficionada al teatro y a la música folk, Carmen “nunca se sintió a gusto en La Moncloa” y menos aún cuando “la fidelidad ya no presidía la relación”, como así confiesa López de Celis en su libro.

 

No obstante, la ‘infelicidad’ de Carmen Romero nunca borró su sonrisa. Tanto fue así, que esta característica innata de su personalidad llegó a molestar a su por aquel entonces marido: “A Felipe le ponía nervioso que estuviese riendo todo el tiempo. Él es parco en palabras en la intimidad, de cara a la galería hablaba mucho, pero luego era un hombre callado. En cambio, ella era la mujer de la eterna sonrisa, como así la llamaban, y esto crispó los nervios de Felipe en más de una ocasión. Un día, en un viaje, Carmen se cayó al suelo quedando completamente descompuesta, con el traje destrozado, el pelo alborotado y los zapatos perdidos. Todos se preocuparon por si había sufrido algún daño físico, pero ella simplemente rompió en carcajadas. En ese momento, Felipe le dijo delante de todos: ‘Carmen, haz el favor de dejar de reírte de una vez’”, recuerda la autora.

Ana Botella, “el mayor activo de Aznar”

La llegada del matrimonio Aznar-Botella a La Moncloa fue “a la americana”. La actual alcaldesa de Madrid compartió la presidencia con su marido y “no tuvo problemas en reconocer que le gustaba el poder”. Para la escritora de Las Damas de La Moncloa, Botella es “lista, altiva y prepotente y tomó las riendas de su papel como mujer del primer ministro”. Pero la propia exprimera dama también tuvo oportunidad de autodefinirse como “maniática, desordenada y coqueta”.

 

López de Celis recuerda una anécdota de lo “desorganizada” que podía llegar a ser la esposa de José María Aznar: “Cuando llegaban de viaje, la maleta del presidente estaba impecable y la suya era un desastre. Perdía cosas y, cuando eso ocurría, todo el mundo tenía que buscarlo. El personal pasaba noches enteras sin dormir por este hecho ya que, si el objeto no aparecía, comenzaban a levantarse las sospechas de que alguien lo había robado. Esto pasó una vez con una pulsera que valdría muchísimo dinero, que tras varios días resultó que Ana la había olvidado en un hotel de México”.

Sonsoles, cara y la cruz del poder

La que fuese secretaria de los cinco primeros presidentes del Gobierno –no llegó a trabajar para Mariano Rajoy-, no considera que el carácter de estas mujeres venga determinado por su ideología política. “Ninguna es santa, ni maravillosa. Tienen defectos, pero eso no va con sus creencias”, asegura. Recuerda cómo Sonsoles Espinosa, mujer de José Luis Rodríguez Zapatero, cerró la puerta de la Moncloa a los medios: “Blindó su vida privada de la opinión pública. Fue respetada en todo momento por su decisión, pero también criticada por no colaborar en las labores del partido con su imagen”.

 

Pero este no es el mayor reproche a la que fuese la quinta primera dama durante siete años. “Sonsoles estaba obsesionada por la intimidad, pero no quiso asumir la responsabilidad de ser la mujer del presidente del Gobierno. Eso sí, se aprovechaba de las infraestructuras que eso conllevaba como utilizar en exclusiva la piscina de la Guardia Civil de Valdemoro para practicar buceo y natación. Lo hacía para entrenar su capacidad pulmonar ya que canta profesionalmente. También se aprovechó de su condición cuando fue a cantar a París, donde se le designó un diplomático durante un mes para que le ayudase en todo lo que necesitaba”, confiesa.

‘Viri’, la dama equilibrada

Elvira Fernández, esposa del actual presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, está, según la escritora del citado libro, “a medio camino entre el rígido ocultismo de Sonsoles Espinosa y el desbordante interés mediático de Ana Botella”. Pese a que no ha coincidido con la sexta primera dama en La Moncloa, conoce el testimonio de algunos excompañeros que trabajan actualmente en el palacio. Éstos le han trasmitido una impresión que ella misma ha podido constatar en los “balconazos” de la calle Génova, cuando acompañaba a su esposo tras conocerse los resultados electorales de 2004, 2008 y, la vencida, 2011.

 

“En los dos fracasos estuvo a la altura de las circunstancias apoyando a su marido. También estuvo a su lado con el éxito, donde comprendió que su vida anterior de anonimato se había terminado. Mariano y Elvira tienen un matrimonio de costumbres sencillas que, al tener hijos menores, tienen una vida ordenada. Además el padre del presidente vive con ellos, lo que confiere una estampa familiar muy normal, como la de cualquier persona de a pie. He descubierto un Mariano y una Elvira más positivos de los que se conoce por los medios. A veces, los políticos se afanan en esconderse para no ser criticados y al final son criticados por eso”. 

“Que nadie olvide que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer. A veces, incluso más grande”. Ante esta premisa inicial, la escritora y otrora integrante del equipo de secretaría de los cinco primeros presidentes del Gobierno de la democracia, María Ángeles López de Celis, perfila la figura de las seis Primeras Damas. Seis mujeres que “pagaron un alto precio por la carrera política de sus maridos, viendo cercenadas sus aspiraciones personales, sus ansias profesionales, sus sueños y deseos” por aportar equilibrio a los líderes de nuestro país, en palabras de la autora de Las Damas de La Moncloa (Espasa), libro que acaba de salir a la venta.