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Mariló Montero: “Soy como un junco. Me podrán inclinar, pero no tumbar”
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presenta un nuevo libro

Mariló Montero: “Soy como un junco. Me podrán inclinar, pero no tumbar”

'Vanitatis' acude a charlar con ella al hotel One Shot Recoletos, que regenta Enrique Solís Tello, al que la presentadora conoce desde hace tiempo

La divertida y la reflexiva. La madura y la alocada. La hermética y la elocuente. La cortés y la de la mirada punzante cuando se le hacen ciertas preguntas. Todas esas mujeres son Mariló Montero. Así lo refrenda Vanitatis cuando acude a charlar con ella al hotel One Shot Recoletos, que regenta Enrique Solís Tello, al que la presentadora conoce desde hace tiempo. El motivo de la conversación, con café incluido, es la publicación de El corazón de las mujeres no tiene reglas (Temas de Hoy), un libro en el que Montero habla de historias que pueden servir a las féminas con las que comparte generación, aquellas que van de los 40 a los 50 años; una serie de reflexiones que pueden ayudar a enfrentarse a nuevos dilemas que ya no son los de las mujeres de antaño. Mariló llega puntual a nuestra cita. Aparte de quitar literalmente el hipo con su físico (no falta alguna que otra mirada de asombro de los viandantes que la ven entrar al hotel), en el trato es escrupulosamente amable y cariñosa y jamás se olvida de dar las “gracias” a nadie: ni a Enrique Solís cuando se encuentra con ella, ni a su estilista,ni al fotógrafo y los cámaras que realizan el presente reportaje. “Gracias, chicos. Es un placer trabajar con vosotros”, asegura con una sonrisa y el consecuente cierre de ojos que la caracteriza.

“Varias editoriales coincidían en pedirme un libro que tuviese que ver con la mujer de los 40 a los 50 años, que es una década crítica en la que las mujeres están tomando decisiones vitales. Es la época en la que se producen muchas más separaciones y divorcios, cuando la mujer evalúa su vida y decide si sigue por el mismo camino o no”, afirma. “A nivel laboral, a nivel social, a nivel mediático, somos mucho más criticadas que los hombres y la mayoría de las veces de forma injusta”, añade.

Empezando a hablar con semejante reflexión sobre si ser mujer todavía resulta duro a estas alturas, tras décadas de consecución de derechos y de un hipotético avance en igualdad, es inevitable hacerle una pregunta.¿Se ha sentido la propia Mariló Montero tratada injustamente? “Yo asumo lo que me venga,pero desde luego que soy un junco. Me podrán inclinar, pero no tumbar. Soy flexible y sobre todo resistente a más no poder”, asegura ante lo que cree que ha hecho cierta prensa que se ha hecho eco de sus lapsus televisivos como presentadora de Las mañanas de la 1. “Yo tengo un gran sentido del humor. Lo de mariloradases divertido hasta que deja de serlo”, añade rotunda, con una mirada que atraviesa al interlocutor.

La madre, la comunicadora y el azote de las redes sociales

Pese a que parece que se autoprotege con ciertos temas, no se esconde ni se va por las ramas a la hora de responder cuestiones más personales. De su ex, Carlos Herrera, asegura, como ya dijo un día en televisión, que “no es un ex. Carlos es, ha sido y será”. Y aquel que piense que se puede molestar ante el inesperado protagonismo de la incipiente carrera como modelo de su hija, está muy equivocado. “¿Por qué me va a molestar que saquen a mi hija si es su trabajo?”. Cuando le añadimos que es “guapísima”, ella se ve en la necesidad de matizar: “Y muy inteligente además. Está estudiando en la universidad Administración y Dirección de Empresas y Marketing. Está haciendo dos carreras a la vez. Es muy aplicada, estudia mucho y lo aprueba todo. Yo estoy muy orgullosa de mis hijos. Ambos han estudiado en el extranjero, lo cual fue un sacrificio que hicieron tanto ellos como nosotros,sus padres”.

Mariló es más reflexiva de lo que podría parecer a priori. Sus treinta años de carrera lo certifican. También sus análisis sobre esas redes sociales capaces de beatificar o crucificar a una estrella de la televisión (concepto en el que ella no cree) en tan solo unos minutos. “Es un amplificador de las antiguas plazas de los pueblos, de las pescaderías donde los pensamientos silentes se han convertido en esa megafonía estruendosa. Las personas que somos objeto de esas críticas nos tenemos que acostumbrar a que aquel susurro de las calles y las plazas se haya hecho en la actualidad a unos decibelios insoportables que tienes que conseguir anular totalmente de tu mente”.

Sin embargo, que nadie piense que Mariló Montero es una mujer enfadada o molesta ante los comentarios que se han transformado en “injustos” titulares, pese a frases tan rotundas como esta: “Los periodistas somos bastante cainitas los unos con los otros”. Según dice, la mayoría de las veces ha conseguido sacar cierta sonrisa escéptica del inesperado protagonismo de sus chascarrillos televisados. “A veces me río porque cuando alguien anuncia en un titular que he sido trending topic tres veces en cuatro meses, digo: ‘¡Pero si eso no es nada!’ Hay que bromear sobre eso y no darle importancia. Lo preocupante es que en tertulias que considero serias se hagan eco de esas cosas y digan que Mariló Montero es una inculta”.

Una carrera de largo recorrido

La chica que fue a finales de los 80, la que apostaba a ganar, que estuvo a punto de participar en Miss América Latina, pero siguió eligiendo la vía del periodismo, componen una Mariló quizá más desconocida para el gran público. Por razones familiares, Costa Rica la acogió durante tres años y ella peleó con uñas y dientes por demostrar que era jovenpero sobradamente preparada, aun estando en un país lejos del suyo. Un programa musical le dio la gran oportunidad ‘cazando’ a artistas españoles que no tenían tanta repercusión allí.“Paloma San Basilio me decía: ‘Pero qué pesada esta chiquilla’, porque me esperaba la última en el camerino para verla después de la cola para firmar autógrafos. Me presentaba como una española que trabajaba allí y le decía: ‘Quiero una entrevista en Guatemala’. Después esperaba todo el concierto, me volvía a quedar, la veía y ella me decía: ‘¿Otra vez estás tú aquí? Tengo un viaje y no voy a poder’. A la noche siguiente me presenté en el hotel y cuando se iba, me metí dentro de su coche oficial einsistí: ‘Paloma, por favor, sé que vas hacia el aeropuerto, pero necesito una entrevista”.

Por si el lector tiene alguna duda, Montero acabó consiguiendo la entrevista, como no podía ser menos viendo su forma de actuar. En aquellos años, cualquier desafío era poco para ella: “Con Luis Miguel me llevé un puñetazo del guardaespaldas en la boca del estómago que me dejó doblada, pero al final pude entrevistarle”. Después de TNT, que es como se llamaba el programa de marras, siguió su trabajo en Univisión yuna vez llegada a España, pasó por todas las televisiones habidas y por haber. Entonces se multiplicaron las Marilós: productora, redactora y participante en mil y una batallas catódicas delante y detrás de las cámaras. “Yo disfruto con todo. La televisión es un paraguas con muchas varillas, pero todo está en el mismo eje del bastón”.

Años después, ¿qué sería de Las Mañanas de Televisión Española sin Mariló Montero? “Todos somos prescindibles. Absolutamente todos. Hasta Oprah Winfrey. Lo que pasa que hay muchos medios de comunicación y estamos todos cubriendo nuestra etapa, nuestro momento. Ahora mismo los intereses de las cadenas buscan perfiles determinados, pero todos somos prescindibles. Yo la primera”.

Imprescindible o no, conforme avanza la conversación y apuramos el café, Mariló derrumba su muro de autoprotección y habla de cómo se emociona con el Nessun Dorma en la voz de Pavarotti, de cómo disfruta del flamenco en petit comité, demostrando su querencia por todo lo andaluz, o de cómo lee a los clásicos porque “hay poca vida y mucho que leer”. Esta ‘reina de la mañana’, orgullosa de serlo junto a Ana Rosa, Susanna Griso y los fundacionales Hermida y Campos, asegura que, hoy por hoy y a su edad, se ve como una “cazadora de sueños” que quiere ver a los suyos felices. Seguramente ese es el término que reconcilia a las diferentes Marilós, el que aglutina a una mujer que parece tener la virtud y el defecto de la espontaneidad y de decir lo que quiere, aunque eso le juegue malas pasadas o le haga aumentar su legión de incondicionales. Lo importante, después de todo, es seguir cazando ilusiones. Ella sabe cómo hacerlo.

*VESTUARIO:Escada

*ZAPATOS: Carmen Esteffen

La divertida y la reflexiva. La madura y la alocada. La hermética y la elocuente. La cortés y la de la mirada punzante cuando se le hacen ciertas preguntas. Todas esas mujeres son Mariló Montero. Así lo refrenda Vanitatis cuando acude a charlar con ella al hotel One Shot Recoletos, que regenta Enrique Solís Tello, al que la presentadora conoce desde hace tiempo. El motivo de la conversación, con café incluido, es la publicación de El corazón de las mujeres no tiene reglas (Temas de Hoy), un libro en el que Montero habla de historias que pueden servir a las féminas con las que comparte generación, aquellas que van de los 40 a los 50 años; una serie de reflexiones que pueden ayudar a enfrentarse a nuevos dilemas que ya no son los de las mujeres de antaño. Mariló llega puntual a nuestra cita. Aparte de quitar literalmente el hipo con su físico (no falta alguna que otra mirada de asombro de los viandantes que la ven entrar al hotel), en el trato es escrupulosamente amable y cariñosa y jamás se olvida de dar las “gracias” a nadie: ni a Enrique Solís cuando se encuentra con ella, ni a su estilista,ni al fotógrafo y los cámaras que realizan el presente reportaje. “Gracias, chicos. Es un placer trabajar con vosotros”, asegura con una sonrisa y el consecuente cierre de ojos que la caracteriza.

Mariló Montero TVE
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