Nazareth Castellanos, neurocientífica: "Así respiramos cuando estamos enfadados. Es un biomarcador de salud mental"
Observar cómo cambia la respiración en momentos de tensión puede ofrecer pistas reveladoras sobre el estado emocional y así nos lo explica la experta
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La respiración no es solo una función vital, también es un espejo de nuestro estado emocional. Así lo explica la neurocientífica Nazareth Castellanos en una reciente intervención, donde detalla cómo cambia el patrón respiratorio cuando estamos bajo estrés, enfado o preocupación. Lo que puede parecer un simple gesto automático —inhalar y exhalar—, en realidad está profundamente vinculado al funcionamiento del cerebro y a la salud mental.
En su participación en el programa ‘La Ventana’ de la Cadena SER, Castellanos explicó que “cuando nosotros respiramos, la respiración es un proceso activo. Tengo que coger aire, luego lo suelto y luego después tendría que haber una pequeñita apnea donde ni cojo ni suelto aire. Es una muy pequeñita, nada, de cero a tres. Y entonces luego vuelvo”, detalla la experta, señalando que esta breve pausa es natural y forma parte del ritmo fisiológico habitual.
El cuerpo, en condiciones de calma, sigue este ciclo gracias a unos núcleos cerebrales llamados “núcleos inductores de la inspiración”, que nos indican cuándo volver a inhalar. Pero las emociones intensas alteran este proceso. “Cuando estoy mal, estamos nerviosos y estamos preocupados, hay una estructura que es la amígdala, que se encarga de inhibir a esos núcleos inductores de la respiración”, añade.
Esto provoca que, tras soltar el aire, el cuerpo tarde más en volver a inspirar. Esa pequeña pausa que normalmente dura uno o dos segundos se prolonga de forma involuntaria. “Está muy asociado a preocupación. Y entonces esa apnea prolongada, espontánea, o sea, te sale naturalmente, es un biomarcador de salud mental”, indica.
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Según la neurocientífica, este fenómeno puede observarse incluso en situaciones cotidianas. Pero también puede intensificarse. “Te puedes saltar una, y en casos más graves, la apnea puede ser de saltarse hasta dos o tres respiraciones”, señala. Prestar atención a cómo respiramos cuando estamos nerviosos o enfadados puede ayudarnos a tomar conciencia del impacto emocional en nuestro cuerpo. Y también a detectar señales tempranas de que algo no va bien y conviene frenar.
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