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Tailandia en Madrid a precios de risa
  1. Gastronomía

Tailandia en Madrid a precios de risa

Cuando la geografía impone la dictadura de las distancias resulta difícil superarla: la distancia o es olvido, como en el bolero, o desconocimiento. En los tiempos

Foto: Tailandia en Madrid a precios de risa
Tailandia en Madrid a precios de risa

Cuando la geografía impone la dictadura de las distancias resulta difícil superarla: la distancia o es olvido, como en el bolero, o desconocimiento. En los tiempos hiperconectados y sobreinformados que vivimos también la gastronomía de los cuatro puntos cardinales entra a formar parte del juego globalizador. Puede que éste nos acerque rápidamente saberes sobre la otra esquina del planeta, pero también hace que las cosas pierdan su esencia en favor de prejuicios y tópicos: piensen, sin ir más lejos, en la gastronomía mexicana de la que el otro día hablaba Caius Apicius, o en la china. Con la tailandesa ocurre algo parecido: al menos en Madrid es difícil encontrar un restaurante que haga dignos honores a la cocina del único país del sudeste asiático que quedó libre del yugo colonial en vez de convertirla en un menú para turistas.

A romper este tipo de mitos se ha puesto Natalia Jumnaklap, que tras dejar Thaidy (otro imprescindible en Madrid para conocer bien la cocina del país) ha conseguido dar vida a su sueño abriendo Krachai con el apoyo de su marido, Angelo de Michele. La ubicación, perfecta: en la calle Fernando VI, junto al modernista palacio de Longoria (sede de la SGAE) en una zona, Las Salesas, que comercio a comercio se está convirtiendo en el nuevo barrio cool de Madrid gracias a tiendas como la de Marc Jacobs o el showroom Show Me That de Luis Medina o, por qué no, restaurantes como éste.

 

La carta trata aquí de respetar la tradición gracias a un equipo 100% tailandés (tanto en sala como en cocina) capitaneado por el chef Udomsak. Natalia quería que todo estuviera en manos de paisanos suyos para asegurarse la legitimidad del producto, aunque sabe que los occidentales no estamos tan acostumbrados al picante como ellos y los platos son un tanto más suaves que las recetas originales. De todos modos, si uno lo prefiere puede pedir que sus viandas enciendan tanto las papilas como las de cualquier restaurante de Bangkok. El mimo llega hasta la decoración: reproducciones de las puntas que decoran las pagodas o de los mosaicos del palacio de Wat Phrakeaw se mezclan con elementos más depurados y occidentales en un interiorismo concebido con la ayuda de la propia dueña.

Hasta aquí todo muy bonito, pero ¿qué hay de la comida? Los platos de Krachai (que por cierto, es una raíz parecida al jengibre usada en la cocina tradicional tailandesa) resultan igual de académicos que sabrosos. ¿Ejemplos? Una refrescante ensalada de tallarines de soja con langostinos a la lima, brochetas de pollo de corral marinado con salsa de cacahuetes, pad thai o massaman nua, aunque si quiere probar una auténtica delicia no tenga miedo a las vieiras salteadas a la pimienta. Todo maridado con una bodega con referencias nacionales y extranjeras en la que tienen cabida caldos argentinos, franceses o neozelandeses.

A Natalia hay que reconocerle la valentía de atreverse a abrir un restaurante de calidad en plena crisis, aunque la apuesta está saliendo bien: desde que Krachai abrió sus puertas el éxito le ha acompañado. Quizás tengan algo que ver los ajustados precios de la carta: de lunes a viernes a mediodía hay un menú por 13 euros y a cualquier hora, un menú degustación por 30 euros. El precio medio no suele superar los 30 euros y además dispone de servicio de comida para llevar si queremos comer en la tranquilidad de nuestra casa.

Krachai

Dirección: Fernando VI, 11 - Madrid

Teléfono: 91 833 65 56.

Cuando la geografía impone la dictadura de las distancias resulta difícil superarla: la distancia o es olvido, como en el bolero, o desconocimiento. En los tiempos hiperconectados y sobreinformados que vivimos también la gastronomía de los cuatro puntos cardinales entra a formar parte del juego globalizador. Puede que éste nos acerque rápidamente saberes sobre la otra esquina del planeta, pero también hace que las cosas pierdan su esencia en favor de prejuicios y tópicos: piensen, sin ir más lejos, en la gastronomía mexicana de la que el otro día hablaba Caius Apicius, o en la china. Con la tailandesa ocurre algo parecido: al menos en Madrid es difícil encontrar un restaurante que haga dignos honores a la cocina del único país del sudeste asiático que quedó libre del yugo colonial en vez de convertirla en un menú para turistas.

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