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Lucía Bosé, la matriarca excéntrica
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cumple 83 años esta semana

Lucía Bosé, la matriarca excéntrica

Con el pelo azul y con las cosas claras. Así es Lucía Bosé, que cumple 83 años el próximo martes, y es quizá el último bastión

Foto: Lucía Bosé en una fotografía de archivo (I. C)
Lucía Bosé en una fotografía de archivo (I. C)

Con el pelo azul y con las cosas claras. Así es Lucía Bosé, que cumple 83 años el próximo martes, y es quizá el último bastión de una familia que pasa por horas bajas tras las incendiarias declaraciones que realizó en Vanitatis Olfo Bosé, su nieto, asegurando que su tío Miguel no le deja ver a sus hijos y que su relación con él no es excesivamente boyante. Lucía parece ajena a estos dimes y diretes y ha estado al lado de su hijo en el funeral de Simone Bosé, su sobrino y el que fuera presidente en España de la discográfica Universal Music. “Siente verdadera predilección por su hijo Miguel. Siempre la ha tenido”, asegura un amigo cercano a la familia, que conoció a Bosé durante la década de los 70, cuando su pelo y sus hábitos también eran diferentes a las de las mujeres de la pacata España del momento.

La predilección por Miguel viene de lejos, cuando apoyaba a su hijo en su nueva aventura musical o lo acompañaba a actos como aquella cena de 1973, celebrada en casa de Antonio el bailarín, en la que compartieron un espectáculo de la discográfica CBS en honor a Neil Diamond. Lucía se integraba sabiendo que a su hijo le gustaba estar presente en este tipo de actos de la vida social española. “Ella siempre lo apoyó. Esa noche estaba allí hasta Lola Flores y ella sabía que si su hijo quería dedicarse a la música, no podía perderse ese tipo de actos”. Lo de la integración de Lucía Bosé en la sociedad artística española ya venía de lejos. Rodar Muerte de un ciclista, de Juan Antonio Bardem, la llevó a comenzar una relación de amor por nuestro país que dura hasta nuestros días. Ciertamente, esa fue la película que la trajo a España y la acabó llevando a los brazos de Luis Miguel Dominguín, el torero del que se enamoró. “El impacto fue tremendo. Estuvo a punto de ser Miss Italia 1947, cuando no era más que la dependienta de una pastelería en Milán. De repente el cine le abrió las puertas. En España, al menos en el cine, había pocas bellezas así”, asegura este amigo del clan Bosé.

El 1 de marzo de 1956, Bosé se casaba con Dominguín en Las Vegas, un escenario un tanto peculiar para la boda de un torero. Después, tuvieron que casarse en España para disimular ante la censura franquista. “No es ningún secreto que ella se casó virgen y que él le puso tantos cuernos como toros toreó”, asegura este amigo. De hecho, más tarde en sus memorias, la propia Lucía definiría a su marido como “machista, cruel y franquista” y admitiría esos cuernos con estrellas del calibre de Ava Gardner o Lauren Bacall. Todas ellas pasaron por su cama. Sin embargo, el matrimonio se acabó a raíz de unas fotografías del torero posando con su prima Mariví Dominguín. “Hasta ahí podíamos llegar”, dijo ella. La separación se materializó en 1967. Hasta ahí había llegado, y ahí fue cuando decidió también recuperar su carrera cinematográfica. Sin embargo, no todo fueron obras maestras.

“Lo más destacado que pudo hacer en esos años fue el Satiricón de Fellini. Aparte de eso, la mayoría del cine que rodó fue un reguero de películas mediocres”. Además, en lo personal, Dominguín la había dejado tan marcada que nunca más volvió a casarse. Sin embargo, pese a no ser carne de exclusivas, en la última década y media se ha convertido en todo un personaje de la fauna ibérica. Presencia habitual en programas televisivos de toda índole, Lucía se ha acabado convirtiendo en un reclamo catódico que siempre parece funcionar. Con su pelo azul y narrando cómo cumplía viejos sueños, como el de abrir un Museo de Ángeles. “Muchas veces le dijimos que debía utilizar más su popularidad para que las instituciones gubernamentales la apoyasen más en el mantenimiento del museo. Costaba mucho mantenerlo todos los años, alrededor de 240.000 euros”.

Esa fue la razón por la que el museo, construido sobre una fábrica de harina en ruinas situada en Turégano, Segovia, acabase cerrando en 2012. "No me ha quedado más remedio que cerrarlo porque ya no tenía dinero. Hay quien se lo gasta en whisky o en otras cosas. Yo me lo he gastado haciendo este museo de arte, que ha sido mi sueño. Pero desgraciadamente no me han entendido. Es más, tengo la sensación de que en este país me hubiera ido mejor con un museo de jamones”, llegó a decir hace dos años. “Igual aquí resulta una mujer rara con el pelo azul que es la madre de Miguel Bosé y que sale de vez en cuando en la tele. La gente a veces olvida que fue una gran actriz y una belleza atípica. No podría nombrar a una actriz de la España de los 50 tan bella, exceptuando a Sara Montiel”. Rara o no, la matriarca del clan Bosé es cercana con la prensa mientras que su hijo resulta cada vez más lejano y de peor humor cuando tiene una cámara delante. A menudo, Bosé se ha definido a sí misma como una trapecista y, lo quiera o no, ese es el papel que le toca ejercer ahora mismo, con media familia enfrentada, para no caer en la red de la discordia.

Con el pelo azul y con las cosas claras. Así es Lucía Bosé, que cumple 83 años el próximo martes, y es quizá el último bastión de una familia que pasa por horas bajas tras las incendiarias declaraciones que realizó en Vanitatis Olfo Bosé, su nieto, asegurando que su tío Miguel no le deja ver a sus hijos y que su relación con él no es excesivamente boyante. Lucía parece ajena a estos dimes y diretes y ha estado al lado de su hijo en el funeral de Simone Bosé, su sobrino y el que fuera presidente en España de la discográfica Universal Music. “Siente verdadera predilección por su hijo Miguel. Siempre la ha tenido”, asegura un amigo cercano a la familia, que conoció a Bosé durante la década de los 70, cuando su pelo y sus hábitos también eran diferentes a las de las mujeres de la pacata España del momento.

Miguel Bosé