Mette-Marit habla sin tapujos: de los duros inicios como princesa a la constante presión
"Los primeros diez años intenté ser como pensé que debería ser una princesa heredera", explica la princesa en una nueva entrevista
Mette-Marit no atraviesa su mejor momento. Después de que el año pasado le diagnosticaran fibrosis pulmonar, la princesa se ha retirado de la vida pública, aunque sigue acudiendo a algún acto de vez en cuando. La última vez que la vimos fue este mismo fin de semana, en la confirmación de su hija, la princesa Ingrid Alexandra. Durante toda la ceremonia, la heredera se mostró emocionada y feliz, demostrando que se enfrenta de forma optimista a su enfermedad.
Aunque no la veamos tanto como antes, Mette-Marit sigue llevando a cabo numerosos proyectos, y uno de ellos verá la luz esta misma semana. La princesa y el autor Geir Gulliksen han editado un libro titulado 'Patria y otras historias', en el que 12 autores escriben sobre qué significa ser noruego. También aparece en la obra una minientrevista a la esposa de Haakon realizada por Gullksen en la que ella habla de sus inicios como princesa.
"Todavía sigo manteniendo la rebeldía de mi juventud. No desempeño mi papel de la forma en que muchos esperan que lo haga. Más bien, todo lo contrario", ha confesado Mette-Marit, quien es consciente de que últimamente se la ha criticado mucho. Y añade: "Los primeros diez años intenté ser como pensé que debería ser una princesa heredera. Pero ahora ya no estoy demasiado preocupada por eso. Es importante vivir una vida que pueda defender y ser yo misma".
Echando la vista atrás, es cierto que cuando pasó a formar parte de la familia real noruega Mette-Marit se centró en convertirse en la princesa perfecta. Su polémico pasado y el hecho de que tuviera un hijo, Marius Borg, de una relación anterior no convencían a los noruegos, quienes no la veían como la candidata ideal para convertirse algún día en su reina. Ella pidió perdón públicamente e hizo borrón y cuenta nueva, intentando convertirse en lo que se espera de una heredera.
Sin embargo, algo cambió en ella una década después de su enlace, aunque desconocemos qué provocó esa metamorfosis. Mette-Marit se quitó de un plumazo la presión que sentía comportándose como todos esperaban pero no como ella sentía y vivió un renacer, donde dejó de darle tanta importancia a la ropa y a su aspecto físico. Y ahora, cuando lleva ya casi 20 años como princesa, Mette-Marit se siente bien en ese papel que ha amoldado a ella y no al revés.
La princesa también ha relatado algunos episodios de su infancia y su adolescencia. "Crecí en una familia en la que de cara a la galería todo parecía feliz. Todos los que vivíamos en la casa sabíamos que no era cierto, pero así es como nos veían", asegura la princesa, suponemos que refiriéndose al traumático divorcio de sus padres cuando ella tenía 11 años. A medida que fue creciendo, Mette-Marit estaba "siempre molesta" y eso la llevó cometer algunos actos de rebeldía como afeitarse todo el cabello durante el tercer grado en la escuela secundaria.
"Cuando fui creciendo empecé a ver que algo de mi infancia no estaba bien, y estaba pasando por una fase en la que tenía mucho dolor que se convirtió en ira y tristeza. Hasta que viajé a Australia, había sido la joven más concienzuda del mundo. Pero ya no pude más, no podía cumplir con las expectativas que otros tenían para mí. Siempre he sabido que no soy buena con las expectativas, cuando la gente tiene demasiadas expectativas para mí", narra la princesa.
Mette-Marit asegura que la literatura la ha ayudado mucho a lo largo de su vida para afrontar las situaciones. "Para mí la literatura siempre ha sido vital para traducir mi propia vida y seguirá existiendo hasta que deje de leer. La literatura tiene una forma de purificación en sí misma", confiesa.
Mette-Marit no atraviesa su mejor momento. Después de que el año pasado le diagnosticaran fibrosis pulmonar, la princesa se ha retirado de la vida pública, aunque sigue acudiendo a algún acto de vez en cuando. La última vez que la vimos fue este mismo fin de semana, en la confirmación de su hija, la princesa Ingrid Alexandra. Durante toda la ceremonia, la heredera se mostró emocionada y feliz, demostrando que se enfrenta de forma optimista a su enfermedad.