Bertrand Tavernier, niño al que salvó el cine y director que formó pareja profesional con su ex

'La vida y nada más' o 'Un domingo en el campo', títulos imprescindibles en el cine europeo contemporáneo, se han quedado huérfanos de su creador, Bertrand Tavernier. El director fallecía este jueves a los 79 años en Saint-Maxime. Con él se ha ido un hombre que, además de hacer películas, amaba profundamente la literatura y la cocina; un profesional que llevaba la cultura en la sangre.

Su padre, el escritor Eric Tavernier, fue uno de los editores más destacados de una revista literaria, 'Confluences'. Desde que era muy pequeño, a Tavernier le inculcaron el amor por la lectura, la idea de que en los libros estaba la respuesta a todo. Después llegó su amor al cine, que descubrió cuando tuvo que guardar cama en un hospital a causa de la tuberculosis. Su único refugio durante aquellos días fue ver películas.

Como si se tratase de un guion circular, el séptimo arte también fue su paliativo cuando le fue detectado un cáncer hace pocos años, mientras preparaba 'Las películas de mi vida'. "Mientras estaba haciendo la película me detectaron un cáncer, y no esperé ni un minuto después de la operación para volver al trabajo, incluso desde la cama del hospital. El doctor no se explicaba cómo pude recuperarme tan rápido. Me decía: 'Te ha curado el amor al cine'. Y puede que sea así. Después de todo, de niño descubrí el cine mientras estaba enfermo de tuberculosis. No sé, hacer esta película me ha conmovido profundamente. Me resultará muy difícil quitármela de la cabeza y hacer la siguiente", comentaba en una entrevista.

Aquella película constató que Tavernier, además de director, siempre ha sido un estudioso del cine de otros compañeros, al estilo de Peter Bogdanovich o Martin Scorsese. También que las películas eran como un miembro más de familia; una familia que también tuvo que ver con el séptimo arte. El francés se casó con la reputada guionista Claudine 'Colo' Elizabeth O'Hagan en 1965. Ella, británica con nacionalidad francesa, era, como él, otra joven que se pasaba horas y horas en la Cinemateque francesa a mediados de los 60. Con los años, pasaría a formar parte de la industria.

Cuando ella y Tavernier se separaron, en 1980, se inició una fructífera colaboración profesional entre ambos. Ella estuvo tras la escritura de películas como 'Une semaine de vacances' o 'Daddy Nostalgie'. A menudo, el equipo técnico se preguntaba cómo podían hacer tan buen tándem habiéndose divorciado años antes. El secreto de ese buen entendimiento se dejó ver en unas películas en las que el comentario social y la crítica desde una postura de izquierdas eran primordiales.

La pareja también supo transmitir el gusanillo del cine a sus dos hijos. El más conocido, Nils, fue un actor precoz e hizo su primera aparición en una película de su padre, 'Dos inquilinos' (1977) cuando solo tenía 12 años. Pero Nils tenía talento más allá de ponerse ante las cámaras. Con los años (ahora tiene 53) ha desarrollado una extensa carrera como documentalista. En 2001 incluso llegó a colaborar con su padre en 'Histoires de vies brisées: les 'doble peine' de Lyon', posibilidad que ninguno de los dos desaprovechó. La relación de padre e hijo estaba, por tanto, tambien determinada por el séptimo arte. La otra hija de Colo y Tavernier, Tiffany, es también novelista, guionista y asistente de dirección.

Tavernier se ha ido este jueves sin hacer ruido, apenas unos meses después que su exmujer Colo, que fue víctima del cáncer en plena pandemia, el pasado mes de julio de 2020. Con él, Francia se despide de un genio del cine social, un hombre apasionado por la cultura que, tras su divorcio, nunca volvió a casarse. En la prensa gala, cuentan los que le conocieron que ningún amor superó a su amor por las películas.