Crunette, el castaño idóneo si quieres una melena cobriza sin caer en el caoba

Dice la leyenda que los colores rojizos son los preferidos de los peluqueros, pero que también cuentan con el hándicap de ser los más difíciles de mantener. La volatilidad de los pigmentos hace que el simple uso del secador oxide el color y el matiz rojizo amarillee y pierda su esencia.

Otra leyenda no escrita es que si eres de pelirrojo o sucedáneos, siempre lo serás y todas tus coloraciones juguetearán con los matices cobrizos. Sin embargo, esta temporada, tanto si eres fan del rojo como si nunca te has atrevido, las tendencias en coloración apuestan con mucha fuerza por los matices cobrizos y tras el marrón sepia, el pelirrojo luminoso preferido de las celebs, llega el crunette.

Como acostumbra a ocurrir en el terreno de la coloración, el término surge de la contracción de la palabra ‘copper’ (cobre en inglés) y de ‘brunette’ (castaño), dejando, de entrada, bastante clara la tonalidad a la que se hace referencia. El estilista Tom Smith, director creativo de Evo, lo describía en Stylist.co.uk como el híbrido perfecto entre un castaño y un cobre. También puedes encontrar referencias al término en alusión al tono entre tostado y caramelo que podría recordar a un cruasán. Esta deliciosa referencia, por supuesto, nos gusta mucho más.

En el tono exacto del crunette están implicados tres colores: castaño claro, dorado y cobre. Combinados a través de mechas, crean un entretejido que aporta tridimensionalidad al cabello además de volver cálida una melena castaña de una forma discreta. Se convierte en una opción para comenzar a jugar con las tonalidades cobrizas, sin correr riesgos.

En la descripción del crunette original, Tom Smith habla no solo de los colores implicados, sino también de la importancia de aplicar la cantidad exacta de mechas de cada color y de realizar el proceso en un orden determinado. Partiendo de una melena de base castaña o castaña clara, se suman primero los tonos dorados, seguidos de los chocolate (marrón oscuro) y, como remate final, los reflejos cobre. Se trata, por tanto, de un trabajo que podría recordar a la coloración carey o tigereye.

La cantidad de los tres colores debe estar muy medida para dar con el verdadero color cruasán. Si se abusa de las mechas cobrizas, el cabello tendería demasiado al pelirrojo, mientras que las mechas color chocolate lo oscurecerían. Para lograr el tono crunette, es importante que la luminosidad no se pierda de vista y los tonos de las mechas estén muy equilibrados. Para jugar con el tipo de crunette, sí se puede variar la tonalidad de las mechas rubias y cobrizas.

Lo crucial es tener en mente los diferentes colores de un cruasán. Las mechas de la coloración se inspiran en el color de la mantequilla, el caramelo o incluso la mermelada, ingredientes o condimentos muy relacionados con este rico bollo. De este modo, el castaño ligeramente rojizo resultante es cálido, pero manteniendo la sobriedad, un castaño claro sin brillos naranjas, solo destellos muy sutiles. Es otra forma de aportar brillo al cabello o aclarar un castaño más oscuro.

El hecho de que el crunette sea una forma menos arriesgada de probar los colores rojizos ha contribuido mucho a la expansión de esta coloración, además de tratarse de un tono perfecto para hacer la transición de un color oscuro a otro más claro, siempre manteniendo la calidez. Los matices mantequilla y caramelo lo encajarían más en un castaño claro, pero su particularidad está en esas finas mechas cobrizas que le dan el toque cruasán tan original.

En el panorama celeb, el pelirrojo con el que Shakira sorprendió en la alfombra roja del Festival de Cine de Venecia, el cobre luminoso de Camille Razat en plena semana de la moda parisina o Megan Fox en la fiesta de 'Vanity Fair', creado por Dimitris Giannetos, son algunas pruebas del éxito del crunette. He aquí una verdadera tendencia de coloración.