Semimoño de gimnasio y boyfriend blush con toque maestro: Dior reinventa el comfy chic de la belleza

Cuando una piel está bien trabajada se convierte en un lienzo perfeccionador sobre el que, apliques lo que apliques se verá mucho más bonito. Este efecto es el que, desde hace años se busca en las pasarelas.

Por más que quieras que el maquillaje llame la atención con unos labios o unos ojos muy marcados, la piel de las modelos siempre irá impecable, capaz de resistir a focos, flashes y cambios de temperatura.

Gracias al maquillador Peter Philips, veterano de los mejores backstages de la moda, la piel se ha convertido en el desfile Primavera-Verano 2025 de Dior ya no en un lienzo, sino en la tez de una escultura de mármol del Museo del Louvre.

Para emular las áureas perfecciones del rostro de Diana Cazadora -a la que se hacía constante referencia en todo el desfile-, en vez de recurrir a bases clarificantes, la luz se ha convertido en el puntero con el que destacar la luminosidad. El brillo de acabado gloss y los tonos rosados y melocotones que conforman la paleta de la temporada han sido los aliados del efecto tez muy natural y, prácticamente húmeda, como recién salida del entrenamiento.

Sin embargo, y aunque el maquillaje tenía mucha historia detrás, el centro de todas las miradas beauty ha resultado ser el cabello. Dior nos ha acostumbrado a recogidos en los que, aunque el cabello no busca tirantez ni perfección, siempre se borra de la ecuación. Puede tratarse de un moño de inspiración helenística, con mechones sueltos, pero, más allá de una diadema fina, nunca habrá un extra capilar. Hasta la Primavera-Verano 2025.

El peinado menos esperado

Estábamos avisados de que una parte fundamental de esta colección tendría una buena carga deportiva. No solo la escultura romana Diana cazadora o la presencia de Sagg Napoli tirando con arco durante todo el desfile. Los archivos sporty de Dior en los años 40 (en clave ecuestre) o 60 (après-ski) han nutrido la colección, un reflejo que no solo ha quedado evidenciado al inicio del desfile, sino que se ha colado en el look beauty de todas las modelos.

Potenciando la textura natural del cabello, el recogido consistía en recoger las melenas hacia atrás, de tal modo que no todos los mechones quedarán perfectamente sujetos. Lo rompedor del peinado venía a continuación cuando, una coleta -ligeramente por debajo de la altura de la coronilla- no llegaba a recogerse.

Tras dar una vuelta con la goma de pelo, en la segunda vuelta no se pasaba todo el cabello por el elástico, lo que dejaba como resultado un 'semibun'. Un moño inacabado con el que el cabello se recogía y, a la vez se dejaba parte suelto en una coleta.

El recogido no tiene nada de nuevo para cualquier persona con el pelo largo, pero el hecho de subir a la pasarela de la semana de la moda de París, un recogido que te puedes hacer en casa por mera comodidad o para entrenar en el gimnasio, convirtiéndolo en un peinado chic es lo revolucionario.

Para lograr una mayor sensación de comodidad en clave sporty, al recogido se le sumaba una doble diadema con el logo Christian Dior, con la que nos transportábamos al instante a los primeros 2000 -¿recuerdas las diademas de David Beckham?-, fijada en el nacimiento del cabello.

Tanto del recogido como de la diadema se iban liberando pequeños mechones, baby hairs que se volatilizaban al estilo flyaway, recordando a recogidos más bucólicos que ya hemos visto en otros desfiles de la Maison. La idea de Guido Palau, responsable del look capilar del desfile era recrear un efecto after sport, idea compartida con el maquillador Peter Philips.

Pero, mientras las modelos de pelo largo llevaban este semibun deportivo y las que tenían el pelo corto lo lucían al natural, la arquera estrella, Napoli, llevaba una trenza ultrapulida con extensiones que sobrepasaban la altura del coxis.

La piel, sutil y magistral

Para lograr una cobertura delicada, que permitiera ver la textura de la piel, pero que igualara el tono y potenciara su luminosidad, desde la Maison combinaron cosmética y maquillaje, comenzando por una tez alisada con el corrector Hyalushot, seguido del Dior Capture Totale Le Sérum para lograr una base hidratada, luminosa y de acabado perlado. Para mantener esa sensación de piel jugosa y natural que no se quería cubrir, simplemente se aplicaron unas gotas iluminadoras de Dior Forever Skin Glow y se marcaron las facciones sutilmente con un contorno en stick.

Para cincelar el tono bucólico de mejillas encendidas, besadas por el sol aún frío, se combinaron los dos colores de los Rouge Blush Colour Glow para realzar el tono melocotón de las mejillas y acentuar aún más los puntos de luz con el polvo nacarado.

Sin perder de vista el efecto after sport, el brillo húmedo que lucían todas las modelos, así como el sutil efecto enrojecido de la tez, el toque maestro llegó de la mente y de las propias manos de Philips. Primero, se aplicó la base iluminadora Forever Skin Glow con la yema de los dedos para que el efecto de humedad fuera sutil y elegante.

Pero la verdadera guinda del look, como explican desde el backstage de Dior ha sido la forma en la que el propio Peter Philips ha ido aplicando el rubor una a una a las 82 modelos del desfile.

A contrarreloj, el maquillador disponía de dos minutos por modelo, tiempo que ha optimizado extendiendo con sutileza el colorete no en la zona de las mejillas, sino extendiéndolo hacia la línea de la mandíbula, al estilo del boyfriend blush, la forma en la que se ruborizan algunas pieles claras tras practicar deporte.

Manteniendo el discurso de piel jugosa y tonos rosados o melocotones de la propia piel, para los labios, Peter Philips ha apostado por una de las tendencias de maquillaje de las últimas temporadas, el bunny tongue que pretenden recrear el color y el brillo húmedo de la lengua de un conejo.

Para la hazaña ha recurrido a un aceite de labios, en concreto al Dior Addict Lip Glow Oil en el tono 000 Universal Clear. Exactamente, el mismo tono de los labios se recreaba de una forma magistralmente discreta en las uñas, esmaltadas con el color 108 Muguet.

A la hora de construir el look entero, un gesto genial ha sido el de convertir los pendientes dorados y con grandes perlas en un elemento más para iluminar el rostro. El color dorado aportaba calidez y el blanco nacarado dulcificaba los rasgos y lograba que la luz de la base de maquillaje luminosa y el iluminador irradiaran destellos.

Si llegados a estas alturas te estás preguntando por el maquillaje de los ojos, por supuesto, como viene siendo tradición, Philips tenía un look reservado para la mirada que, en esta ocasión se apoyaba mucho en el trabajo de las cejas, definidas, rellenas y fijadas en un tono ligeramente claro, para jugar aún más con las luces.

A la hora de delinear los ojos, mientras Sagg Napoli llevaba un perfecto eyeliner fino y definido en negro, el resto de las modelos llevaban perfilado en negro solo la línea de las pestañas inferiores.

De nuevo, el efecto era el de un ojo ligeramente manchado en negro, igual que puede ocurrir cuando realizas algún tipo de ejercicio con los ojos pintados, que se emborrona y te da ese sombreado sugerente que no podemos llamar "ir maquillada".

Para conseguir esa precisión, el truco ha sido trazar una línea en la raíz de las pestañas inferiores con el lápiz cremoso tipo kohl Diorshow On Stage Crayon, sin máscara de pestañas ni más aderezos. La única petición que se hacía a las modelos era que parpadearan con fuerza para lograr que el trazo del lápiz de ojos se emborronara, justo como ocurre cuando acudes al gimnasio con los ojos pintados. Otra genialidad más de la brillante mente de Peter Philips.