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El mundo de la moda tras las pasarelas, según nuestros modelos nacionales
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El mundo de la moda tras las pasarelas, según nuestros modelos nacionales

Hablamos con 7 conocidos rostros de las Semanas de la Moda para que nos cuenten sus experiencias entre bastidores, y descubrir si la industria es tan frívola como aparenta

Foto: La modelo Pino Montesdeoca, desfilando para Otrura en la MBFW. (@pino_monstesdeoca)
La modelo Pino Montesdeoca, desfilando para Otrura en la MBFW. (@pino_monstesdeoca)

Poses, prendas de lujo, dinero, decenas de flashes, caras angelicales o tacones de vértigo son algunos de los elementos más nombrados cuando preguntamos por los recuerdos de un desfile. Desde su nacimiento, la sombra de la frivolidad y el poder ha acechado a la industria de la moda, y esta se ha transmitido a todos los actos y miembros que la conforman.

La creación de la fotografía hizo creer en sus orígenes que era un método inventado por el diablo para capturar almas; esta concepción parece permanecer latente. Los modelos son considerados robots, rostros perfectos que han sido embriagados por los focos y que han perdido su esencia por el devenir de las pasarelas; sonríen cuando se les pide.

La moda, como todos los mundos, esconde una cara oculta tras los grandes eventos llenos de glamour y opulencia. Decenas de trabajos y centenares de personas acumuladas en un backstage luchando por culminar el trabajo de meses en unos ridículos minutos… Allí se pierden miles de historias que demuestran que entre telas vibran miles de corazones.

placeholder Alba Martín, en el desfile de Teresa Helbig. (Cortesía)
Alba Martín, en el desfile de Teresa Helbig. (Cortesía)

Alba Martín, que se estrenaba este año en la MBFW de la mano de firmas como Teresa Helbig, nos desvela: “Es un mundo muy cerrado para gente externa y, si no perteneces a él, es muy difícil saber lo que pasa dentro, por eso tienen una opinión equivocada. En vez de pensar en nosotros como algo global, deben pensar en nosotros como personas, personas que hacen lo mismo que ellos”.

Algo que corrobora su compañera Amaia Tabuenca: “Aunque exista una parte fría, los modelos somos personas que, además de esto, normalmente estudiamos y tenemos muchos intereses. No hay que olvidar que la moda es arte, y como todo arte tiene su trasfondo y mensaje”.

Amaia inició su carrera con tan solo 15 años y ha desfilado con los nombres más importantes de este país: Agatha Ruiz de la Prada, Roberto Verino o María Escoté, con la que guarda un precioso recuerdo. “Tenía solo 17 años y estábamos realizando un ensayo del desfile. Yo iba a salir la tercera o cuarta; una posición discreta. No sabía que María Escoté estaba ahí observando, pero cuando estaba desfilando, ella gritó: “¡Parad la música!”. Me quedé helada pensando qué había hecho mal. María entonces me dijo que le había encantado mi actitud y que quería que abriese el desfile con su traje estrella”.

Los cambios de última hora parecen convertirse en lo habitual dentro de las Semanas de la Moda. “Es duro porque como modelo vives en la incertidumbre, hasta el último segundo antes de que salgas a desfilar te pueden desechar o cancelar. Por tanto, cuando puedes disfrutar el momento ya ha pasado”, nos cuenta el sueco Thorelif Endsjo, habitual en París y Milán.

Sin embargo, todos valoran profundamente las risas que comparten con el resto de compañeros antes de los shows. “Cada uno cuenta historias de trabajos estrambóticos en otras partes del mundo. Hay quien te suelta casualmente que ha estado de fiesta con las Jenner mientras te tomas una cerveza, como quien te cuenta cualquier cosa”, nos desvela Lucas Jiménez, imagen de conocidas marcas de ropa.

Los nervios siempre están presentes y no solo en los modelos. Los equipos de las marcas, los maquilladores y peluqueros trabajan hasta el último instante para asegurarse de que todo es perfecto. “Son numerosas las personas involucradas en el proceso creativo de un proyecto. En la moda se trabaja bastante en equipo, cada uno aporta su granito de arena y es más gratificante de lo que pueden llegar a pensar”, afirma Jorge García, un reciente ‘chico Palomo’.

Pero ¿cómo se consiguen calmar esos nervios y hacerlos invisibles? “Yo tuve la suerte de hacer el desfile de Palomo Spain con dos amigos. Nos dimos un abrazo antes de salir que no se me olvidará nunca. Aunque, antes de empezar cada uno hace un poco lo que quiere, la verdad, incluso había gente leyendo después de haberse vestido para salir”, nos confiesa el joven.

Ahora llega el momento de salir a la pasarela. “La gente se suele preguntar qué pensarán los modelos mientras desfilan. La mayoría están en el momento, ya que hay mucho nervio. Yo hay veces que he llegado a pensar que estaba en el circo y era el payaso al que la gente venía a mirar, ya que soy solo un cuerpo en la pasarela sin nada más detrás. Ahora lo que hago es recitar una kriya; creo que soy el primer modelo que medita durante los shows”, revela entre risas Thor.

Por otro lado, Alba Martín se deja llevar por el mundo de la interpretación: “Cada colección es distinta, por lo que el 'mood' para esa pasarela también lo es, y es muy divertido meterte en el 'personaje' de cada desfile”.

Terreno que conoce a la perfección Pino Montesdeoca, pero que decide no pisar cuando se enfrenta a un desfile: “Yo no soy la típica modelo. Cuando salgo a desfilar solo soy yo, no se me exige ninguna actitud en particular. En la pasarela soy Pino, un ejemplo de que la moda está siendo una herramienta maravillosa y muy eficaz para 'normalizar' la diversidad y romper estereotipos”.

No todo es tan idílico, otro de los clásicos en las Semanas de la Moda son los cambios durante las pasarelas y, en ocasiones, no son nada fáciles. “En el mismo desfile tenía dos cambios y solo tenía como 2 o 3 minutos. Después de desfilar con el primer look, entré corriendo al backstage y me cambiaron entre 6 personas, con la mala suerte de que el pantalón era tan ajustado que no salía de los tobillos… ¡Entonces rajaron el pantalón entero para ponerme el segundo look!”, nos cuenta Álvaro García Narváez, un conocido de los desfiles de Palomo Spain y Petra Von Kant.

Muchos se muestran a favor de las cámaras de grabación en el backstage, porque creen que así se podría comenzar a romper esa nube de frivolidad. “La mayoría de modelos son personas abiertas a conocer gente y pasarlo bien. Casi nunca hay un ambiente serio. El mundo de la moda realmente es superdivertido”, dice Álvaro García.

Amaia Tabuenca va un paso más allá: “Más que por los modelos, creo que para dotar de naturalidad a las marcas sí sería interesante que la imagen no solo fuera el físico del modelo, también podría ser su personalidad. Si se enfocara de esta manera, creo que sería precioso”.

Por último, Lucas Jiménez nos regala una reflexión que muestra la pasión que envuelve esta profesión. “La gente cree que ser modelo es que te paguen muchísimo por hacer nada y que te regalen ropa. Puede que para el 1% eso sea así, pero los demás lo hacemos por la experiencia mucho más que por el dinero. A mí, por ejemplo, me hace feliz que cada vez que salgo en una revista tengo que comprar por lo menos 5 copias porque van a querer una mi madre, otra mi abuela, otra mi tía…”.

Poses, prendas de lujo, dinero, decenas de flashes, caras angelicales o tacones de vértigo son algunos de los elementos más nombrados cuando preguntamos por los recuerdos de un desfile. Desde su nacimiento, la sombra de la frivolidad y el poder ha acechado a la industria de la moda, y esta se ha transmitido a todos los actos y miembros que la conforman.

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