Klein, creador del triunfador azul en la moda: judo, sectas y temprana muerte a punto de ser padre
El pintor francés murió joven, a los 34 años, poco después de contraer matrimonio, pero muy seguro de que su color inundaría el mundo occidental. No se equivocó
Aunque no era un color nuevo, el idilio del mundo de la moda con la tonalidad conocida como ‘azul Klein’ surgió hace más de una década para convertirse, temporada tras temporada y hasta hoy, en el modelo cromático estrella de cientos de colecciones de las más importantes firmas.
El azul eléctrico, azul ultramar o azul Klein no existía hasta 1956. Su inventor fue el pintor francés Yves Klein, quien en los años 50 formó parte de las tendencias que, en aquel momento, existían en Europa y que apostaban por cambios radicales en el arte.
Para Klein, el arte era algo inmaterial, una sensación experimentada, más que algo físico.
Hijo de los pintores Fred Klein y Marie Raymond, Yves Klein nació en Niza en 1928. Sus llamativos gustos e intereses, así como su peculiar curiosidad, lo llevaron a la búsqueda de una espiritualidad que no solo trató de canalizar a través del arte, sino también a través del deporte y de los viajes. Tanto es así que con su afición por el judo, disciplina que comenzó a practicar en la Escuela Nacional de Lenguas Orientales, donde estudió, y que perfeccionó en Japón, alcanzó el status de maestro.
¿Tiene todo esto algo que ver con el descubrimiento del color azul Klein? Sí. Para Yves Klein, el judo no se trataba solo de un deporte. Estaba estrechamente unido a la filosofía oriental y al Budismo Zen que tanto le interesaron. Conceptos como el vacío, la inmaterialidad, el infinito… impregnaban este arte marcial y se adherieron más tarde al propio arte de Klein, del cual nació su famoso tono azul.
También su paso por la Fraternidad Rosacruz, una asociación de cristianos místicos que se ofrecía como fuente de información esotérica para una real y profunda transformación de la mente del ser humano, de la cual formó parte desde 1947 hasta 1953, forjó las bases del pensamiento que alimentaría su obra.
* Si no ves correctamente este formulario, haz click aquí
Pero hubo un hecho trascendental, revelador, que supuso un antes y un después en su trayecto definitivo hacia su peculiar arte. Fue en los años 40 cuando Klein forjó una amistad con el pintor y escultor Arman Fernández y el músico Claude Pascal. En esta época, desarrolló un intenso interés personal y profesional por la pintura. Junto a sus dos colegas de juventud vivió un momento crucial, en el verano en 1947, cuando tenía 19 años, que marcaría su futuro como artista y el nacimiento del color azul que él mismo patentó con su nombre años más tarde. Los tres amigos estaban tumbados en una playa y, a modo de juego, decidieron repartirse el mundo. Uno eligió la tierra, otro el aire. El tercero, Klein, contempló ensimismado el cielo azulado y se decantó por el reino etéreo, atmosférico, celestial. "El cielo azul es mi primera obra de arte", dijo a sus amigos.
A partir de aquel momento visionario, Klein desarrolló una trayectoria artística como pintor en la que adquirió un compromiso con el poder espiritualmente edificante del color, sobre todo con el azul. Se obsesionó con el logro de crear una tonalidad que preservase la luminiscencia y el brillo que le había conectado con el universo aquel día que miró el cielo.
En 1956 comenzó a experimentar con la textura en polvo de un pigmento llamado ultramar, extraído de la piedra semipreciosa llamada lapislázuli, que se resistía en su estabilidad sobre el lienzo, y un aglutinante polimérico que fue el que logró preservar ese brillo buscado, esa intensidad en el color que no se apagara con el tiempo. Había inventado el tono que denominó ‘International Klein Blue’ y que terminó patentando en 1960.
En 1957 inauguró una exposición en Milán que incluía 11 pinturas monocromáticas azules que marcaron el comienzo de su 'revolución azul'.
A partir de este momento, el francés empezó a incorporar el azul Klein en todo tipo de objetos, como esponjas, globos y bustos de Venus. Incluso en personas. Klein utilizó el cuerpo desnudo de mujeres como brochas a las que impregnó con su color. Después, ellas estampaban su silueta en lienzos con un resultado final que denominó 'antropometrías'.
"Al principio no hay nada, luego hay un profundo vacío y después de eso, una profundidad azul", comentaba el propio artista cuando explicaba lo que pretendía hacer sentir con sus trabajos monocromáticos. El color debía impregnar toda la atmósfera y producir en el espectador esa especial sensación de conectar con algo inmaterial a partir de lo material.
"De todos los colores que utilizó Klein, el azul ultramar se convirtió en el más importante. A diferencia de muchos otros colores, que crean bloqueos opacos, el azul ultramar reluce y brilla, aparentemente abriéndose a reinos inmateriales. Las pinturas monocromáticas azules de Klein no son pinturas, sino experiencias, pasadizos que conducen hacia el vacío", explicó en 2010 Kerry Brougher, curador de la gran retrospectiva Yves Klein: With the Void, Full Powers, en el Museo Hirshhorn de Washington DC.
La creatividad de Klein no duró mucho tiempo (desde 1954 hasta 1962) debido a una temprana muerte a causa de un ataque cardíaco que sufrió a los 34 años, seis meses después de contraer matrimonio. Son muchos admiradores del artista los que se atreven a asegurar que la inhalación de los productos químicos que utilizó durante su arduo trabajo para dar con la tonalidad de color deseada tuvo que ver en este triste final. Lo cierto es que el ritmo de trabajo que se autoimpuso el francés fue frenético. "Las sesiones de trabajo eran extenuantes", llegó a confesar su esposa, la también artista alemana Rotraut Klein-Moquay, quien en agosto de 1962 dio a luz a su hijo, Yves Klein, un niño que no pudo llegar a conocer a su padre.
Es ella, su viuda, la que posee ahora la patente del color azul Klein y a quien se debe pedir permiso para ser utilizado. Klein murió joven, pero muy seguro de que su color inundaría el mundo occidental. No se equivocó.
Desde hace más de una década, el mundo de la moda, uno de los más potentes a nivel cultural y económico, se ha rendido a la luminosidad del azul Klein. Clásico y elegante, este color destaca también por su fuerza y ha sido escogido en numerosas ocasiones como el tono fetiche de colecciones y editoriales de moda, a las que ha aportado frescura y modernidad.
Lo cierto es que algo tiene el azul Klein que lo convierte en un color con cierto poder hipnótico al que cuesta dejar de mirar, como ocurre cuando uno observa la profundidad del mar, o el cielo infinito…
Aunque no era un color nuevo, el idilio del mundo de la moda con la tonalidad conocida como ‘azul Klein’ surgió hace más de una década para convertirse, temporada tras temporada y hasta hoy, en el modelo cromático estrella de cientos de colecciones de las más importantes firmas.