El regreso tras el escándalo: Balenciaga vuelve a la esencia de la moda

La expectación era máxima. Balenciaga volvía al circuito de la moda tras su polémica campaña, por la que la firma y su director creativo, Demna Gvasalia, se vieron cuestionados y por la que tuvieron que disculparse públicamente. Todo apuntaba a que en su regreso, la firma apostaría por la sobriedad, por un desfile sin las extravagancias a las que nos tiene acostumbrados el diseñador. Y así ha sido (más o menos).

Antes de comenzar, entre las notas del desfile Gvasalia compartió una carta de lo más personal, en la que hablaba de su eterna historia de amor con la moda.

"Tenía 6 años cuando mis padres me dejaron hacerme unos pantalones con un sastre vecino. Yo los diseñé, elegí la tela en una tienda de telas y fui dos veces al sastre para que me los probara. Ese fue el principio de mi historia de amor con la ropa: lo que predefinió mi relación con ella y me hizo querer ser diseñador. La moda se ha convertido en una especie de entretenimiento, pero a menudo esa parte eclipsa su esencia, que reside en las formas y los volúmenes, las siluetas, el modo en que creamos relaciones entre el cuerpo y el tejido, la forma en que hacemos las líneas de los hombros y las sisas, el modo en que la ropa tiene la capacidad de cambiarnos", explicaba el diseñador.

Y añadía: "En los dos últimos meses, necesitaba buscar refugio para retomar mi idilio con la moda e instintivamente lo encontré en el proceso de crear la ropa. Recordé, una vez más, su asombroso poder para hacerme sentir feliz y expresarme de verdad. Por eso, para mí la moda ya no es un entretenimiento, sino el arte de hacer ropa". Toda una declaración de intenciones que parece que marcará el rumbo de Balenciaga tras el escándalo.

Hace unos meses, ya lo advirtió en una entrevista: "Creo que mi valía como creador es diseñar un producto, y no ser un ‘showman’. El aspecto provocador de mi trabajo siempre se ha malinterpretado o no se ha comprendido del todo, y ya no tengo ganas de aplicar esa dinámica a mis diseños". Dicho y hecho. El escenario elegido para presentar la colección ha sido interior del icónico centro comercial subterráneo Carrousel du Louvre de París (por lo que, eso sí, todo estaba rodeado de turistas).

Sin embargo, una sala aséptica, totalmente en blanco, esperaba a los asistentes al desfile. Cuando este comenzó (sin retransmisión en directo, por cierto), todo se sumió en un inquietante silencio. Entonces comenzó un show sin estridencias y en el que el foco volvía a ponerse totalmente en los diseños. Las tranquilas notas de un piano dejaban paso a los ritmos electrónicos, un mix que se trasladó también a una colección en la que las piezas inspiradas en el archivo de la casa compartían protagonismo con las siluetas escultóricas y la inspiración futurista del creador.

Trajes sastre 'oversize', vestidos con mangas infinitas, estampados florales y 'animal prints', hombros surrealistas (sello de la casa), abrigos que recordaban a los patrones de Cristóbal Balenciaga y toda una serie de accesorios en los que las reminiscencias clásicas se mezclaban con la extravagancia icónica de Gvasalia, como las botas 'biker' multicolor o las gafas de sol al más puro estilo 'alien', ya emblemáticas en la etiqueta.

Ahora solo nos queda saber cómo será su acogida, ya que, tras la controversia, la etiqueta ha pasado de ser una de las firmas favoritas de la industria a ser objeto de lo que conocemos como 'cultura de la cancelación'. Tanto es así que incluso este año ha dejado de formar parte del listado de las firmas más deseadas que Lyst elabora cada temporada y en el que hasta ahora jamás había faltado Balenciaga.