Es noticia
Menú
Cerler: diversión blanca a 2.000 metros de altura
  1. Estilo
  2. Ocio

Cerler: diversión blanca a 2.000 metros de altura

La llegada a Cerler se antoja sinuosa por una carretera que la Vuelta Ciclista a España ha convertido en camino de epopeyas, pero sufrir estas curvas

Foto: Cerler: diversión blanca a 2.000 metros de altura
Cerler: diversión blanca a 2.000 metros de altura

La llegada a Cerler se antoja sinuosa por una carretera que la Vuelta Ciclista a España ha convertido en camino de epopeyas, pero sufrir estas curvas vale la pena: una vez que dejamos en lo bajo el pueblo de Benasque, convertido ya en una miniatura a vista de pájaro, Cerler se descubre como uno de los paisajes más alpinos del Pirineo. Por algo cada vez más esquiadores y riders pasan aquí unos días descubriendo unas montañas casi salvajes.

 

Gracias a El Gallinero, una cima legendaria que alcanza los 2.630 metros, Cerler es la estación más alta del Pirineo aragonés. El paisaje desde las pistas es abrumador: el esquiador que desciende por ellas se sabe rodeado por montañas (“mágicas”, reza la publicidad) que superan los 3.000 metros de altitud en seis decenas de ocasiones. Y si quiere, puede aventurarse por el mayor desnivel esquiable de toda la cordillera: 1.130 metros hasta la cota 1.500 de Cerler pueblo.

 

La estación de Cerler está organizada en torno a dos valles, Cerler (1.500) y Ampriu (1.900). Desde estas dos zonas parten parten telesillas y remontes hacia cotas como el collado Basibé (2.380 metros), la Cogulla (2.387) o el Rincón del Cielo (2.322). Entre los dos valles, el collado del Ampriu y Sarrau sirven como puntos de encuentro en medio de las travesías. En esta última zona es posible, además, tomarse un buen vaso de caldo o vino caliente rodeado de palmeras en Sarrau Beach, la terraza tropical de Cerler.

 

El mayor snowpark de España

 

Para subir o bajar desde Sarrau Beach se puede optar por el Telesilla del amor, que transporta a los esquiadores en parejas desde la cota Ampriu (1.900) hasta la terraza. Entre las tres y las cuatro de la tarde ralentiza su ritmo (a estas horas el recorrido puede durar unos 20 minutos) para poder disfrutar durante más tiempo de las espectaculares vistas que ofrece.

 

Esta temporada el snowboard es uno de los grandes protagonistas en la estación. Con más de dos kilómetros y medio de recorrido, el snowpark instalado en Basibé es el más grande de España y cuenta con una zona de gibbing, woodpark y módulos como barandillas, cajones o un quarter pipe. No es la única novedad este año: en la pista Farnuserals, el recorrido de cronoslalom permite medir los tiempos de bajada con crono y puertas. 

 

En total Cerler cuenta con 65 pistas, de las que siete son verdes; 16, azules; 25, rojas y 14 negras. Sus 19 remontes (telesillas de seis, cuatro o dos plazas, telesquís, cintas transportadoras o telecuerdas) pueden trasladar a más de 25.000 esquiadores cada hora a los más de 76 kilómetros esquiables con los que cuenta la estación.

 

Experiencias nuevas cada día

 

Las actividades se suceden frenéticamente en el calendario de la estación. Si febrero fue el mes del carnaval o el Nissan Freestyle Night Tour, dentro de dos semanas tendrá lugar el campeonato de España oficioso en la categoría alevín, ya que no hay título oficial para la franja de entre ocho y 11 años de edad. El trofeo Pitarroy, que desde hace 15 años se celebra en estas pistas, reunirá a las más jóvenes promesas del esquí de todo el país.

 

Hasta que el 10 de abril tenga lugar la fiesta de final de temporada hay tiempo para descargar adrenalina en la pista boardercross o en la de baches, subirse a una moto de nieve o simplemente dar un paseo por las montañas con la ayuda de las raquetas de nieve. Pero si hay una experiencia que no puede ser ignorada es el safari nocturno, una oportunidad única para descubrir lo que ocurre entre bambalinas durante las horas en las que las pistas están cerradas al público. De noche, montados en las máquinas pisapistas y conociendo el trabajo por boca de los que las miman cada jornada, el paseo termina además con una espléndida cena en la pizzería El Bosque: todo un lujo cubierto de blanco.

La llegada a Cerler se antoja sinuosa por una carretera que la Vuelta Ciclista a España ha convertido en camino de epopeyas, pero sufrir estas curvas vale la pena: una vez que dejamos en lo bajo el pueblo de Benasque, convertido ya en una miniatura a vista de pájaro, Cerler se descubre como uno de los paisajes más alpinos del Pirineo. Por algo cada vez más esquiadores y riders pasan aquí unos días descubriendo unas montañas casi salvajes.

Aragón