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Manchester: la historia de la música vive en sus calles
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Manchester: la historia de la música vive en sus calles

Buzzcocks, Joy Division, The Smiths, New Order... El legado musical de Manchester es incomparable y bien merece una escapada para descubrirlo. Cualquiera de esas listas recurrentes de

Foto: Manchester: la historia de la música vive en sus calles
Manchester: la historia de la música vive en sus calles

Buzzcocks, Joy Division, The Smiths, New Order... El legado musical de Manchester es incomparable y bien merece una escapada para descubrirlo. Cualquiera de esas listas recurrentes de mejores discos (del año, la década, el milenio o el eón) incluye un repertorio considerable de álbums surgidos de estas calles. En sus bares y clubs se han forjado estilos que luego se han hecho universales. Recorremos sus calles para trazar un mapa musical con algunas de las huellas rítmicas de la ciudad.  

 

Empezamos el recorrido en el Free Trade Hall. Ahora en él se encuentra el Radisson Edwardian Hotel, pero la historia de la música se escribió en esta sala durante un siglo y medio. El 17 de mayo de 1966 Bob Dylan presentaba su repertorio eléctrico por primera vez en el Reino Unido y no las tuvo todas consigo. Parte de la audiencia no entendía su cambio de estilo y lo consideraba una traición. “¡Judas!”, le gritó alguien desde el público.

 

También aquí actuaron los Sex Pistols en compañía de los Buzzcocks en 1976 en una serie de conciertos que aparecen retratados al comienzo de la imprescindible película 24 Hours Party People. Entre la audiencia, los componentes de New Order, Morrisey o Tony Wilson. De allí tomamos camino hacia Deansgate y una vez pasada la estación de tren, en Little Peter Street, encontramos el fantasma del Broadwalk, un club clave en los años 80 y 90. En él se escuchó por primera vez a Oasis interpretando Rock and Roll Star en 1992 (no había más de 20 personas en el público), pero también a Stone Roses, Happy Mondays, The Charlatans o Sonic Youth.

 

The Haçienda y el nacimiento del house

 

Caminamos un poco hasta Withworth Street West y nos encontramos con otro espíritu de épocas pasadas. Poco queda ya de The Haçienda, la sala que bajo el paraguas de Tony Wilson y su sello Factory Records abrió en 1982. Pionero en programar musica house en un club nocturno en Europa (Mike Pickering, que luego conseguiría un buen puñado de hits con M People, fue uno de los DJs de aquellas sesiones visionarias), el local también acogió la primera actuación de Madonna en el Reino Unido en 1984 y tantas otras que resultaría interminable citarlas. Echo & The Bunnymen, Simple Minds o Spiritualized son sólo algunas de ellas.

 

The Haçienda (oficialmente FAC 451 en el catálogo de Factory Records) tuvo mucho que ver con que Manchester se convirtiera en Madchester. El problema es que tras esa locura llegaron también algunas muertes en plena pista y tiroteos por asuntos turbios: Gunchester. Eso y la falta de ingresos –el club se había financiado siempre por las ventas de los discos de New Order– acabaron por llevarlo al cierre. El edificio fue demolido en 2002 y en su espacio se levanta ahora un bloque de apartamentos de ladrillo rojo que conserva del club sólo el nombre en una gran placa en la que no es difícil ver a algún turista nostálgico sacándose una foto.

 

Toda aquella época que se tornó oscura ha quedado atrás -Manchester se ha reinventado como ciudad a raíz de la bomba del IRA que en 1996 destruyó el centro- pero algunos locales permanecen. En The Ritz, también en la calle de The Haçienda, tocaron por primera vez The Smihs en 1982. El local sigue acogiendo fiestas y conciertos cada noche.

 

Las conexiones de la banda de Morrisey con Manchester son casi interminables. En su tema Vicar in a Tutu, por ejemplo, la historia se localizaba en la “Holy Name Church”. Este templo católico, en un bello edificio del siglo XIX, se encuentra muy cerca de la zona universitaria, en Oxford Road.

 

Más ejemplos de la pasión mancuniana de la banda: Strangeways, here we come, su último álbum de estudio, toma su título de la prisión de Strangeways, un complejo panóptico victoriano cuya simple mención asusta a los niños de la ciudad. Por si alguien la quiere visitar -por fuera- se encuentra en Southall Street, hacia el norte de la ciudad. Y los muy nostálgicos pueden pasarse por algunas de las sesiones The Morrisey & Smith Disco en el Star and Garter, en Fairfield Street.

 

Directos en el Northern Quarter

 

Estamos cerca del Northern Quarter. La música vive en tiendas de discos como Vinyl Exchange y locales como Dry Bar o Night & Day (todos en Oldham Street), donde uno puede comerse una bruschetta escuchando en directo bandas que pronto serán famosas. En la manzana de al lado se encuentra el Afflecks Palace, un centro comercial independiente lleno de pequeños puestecillos en los que es posible hacerse con piezas vintage o posters de alguna de las bandas más famosas de la ciudad.

 

Los mayores conciertos de la ciudad se celebran cerca de aquí, en el Manchester Evening News (MEN) Arena, y vale la pena pasar por él antes de terminar la visita. Durante años ha superado a los principales recintos del mundo en número de visitantes. Así, durante 2007 fueron vendidas 1.245.196 entradas para conciertos y espectáculos, superando al Madison Square Garden de Nueva York. Hay muchos más locales y planes que hacer: para estar informado y programar la visita conviene echar un vistazo a la web ThisIsTheNow.co.uk, de la oficina de turismo, en la que se recoge el calendario de conciertos de la ciudad.

 

Imágenes: Free Trade Hall (flickr.com/brostad). Apartamentos The Haçienda (flickr.com/raver_mikey).

Buzzcocks, Joy Division, The Smiths, New Order... El legado musical de Manchester es incomparable y bien merece una escapada para descubrirlo. Cualquiera de esas listas recurrentes de mejores discos (del año, la década, el milenio o el eón) incluye un repertorio considerable de álbums surgidos de estas calles. En sus bares y clubs se han forjado estilos que luego se han hecho universales. Recorremos sus calles para trazar un mapa musical con algunas de las huellas rítmicas de la ciudad.