Por amor a la gastronomía
Nuestra 'extraña' pareja es, sencillamente, perfecta y está de enhorabuena porque pronto estrenarán el capítulo 15 de 'Dos miradas', su entretenido programa de televisión. Que lo que Canal Cocina ha unido, que no lo separen las audiencias
La diferencia de edad entre parejas sentimentales ya no desata los virulentos prejuicios de antaño, si bien aún sigue dando pie a comentarios sottovoce y malignos que sintonizan con estos tiempos política y soporíferamente correctos.
Entre los protagonistas de esta página distan 53 gloriosos años. 53 veranos llenos de vida y experiencia, traducidos en dos formas de mirar, de asimilar y hasta de disfrutar. Dos caminos no siempre opuestos, ya que —todo hay que decirlo—, las líneas rectas también pueden avanzar en paralelo, cruzarse y hasta transformarse en una soleada avenida.
Nuestra ‘extraña’ pareja es, sencillamente, perfecta y está de enhorabuena porque pronto estrenarán el capítulo 15 de ‘Dos miradas’, su entretenido programa de televisión. Que lo que Canal Cocina ha unido no lo separen las malas audiencias (tranquilos, eso no va a ocurrir).
La mecánica de ‘Dos miradas’ es sencilla y efectista. Uno lleva al otro a sus restaurantes favoritos y el sorprendido ha de valorar después la propuesta del anfitrión. Así, Verónica Zumalacárregui se ha enfrentado al clasicismo de templos como Horcher o Lhardy, mientras Rafael Ansón —fundador de la Real Academia de Gastronomía— se ve en la tesitura de comer un bocadillo con las manos o de visitar el restaurante de un desguace de coches en la periferia de Madrid.
¿Quién es quién en ‘Dos miradas’?
(solo para lectores despistados)
— El envidiable currículum de Verónica Zumalacárregui (Madrid, 1988) se construye sobre un buen puñado de programas de viajes con trasfondo gastronómico de los que ha sido, o sigue siendo, presentadora: ‘Me voy a comer el mundo’, ‘Abuelita linda’, ‘Destino Hierro’, ‘Destino Menorca’, ‘Productores con estrella’ y, desde 2021, ‘Dos miradas’ junto a Rafael Ansón. Encantadora y brillante, Verónica ha trabajado en numerosos medios de comunicación nacionales e internacionales (TVE, Cuatro, Telemadrid, Canal Extremadura, Canal Cocina en numerosos países…) y se ha movido con idéntica soltura tanto en el campo de la información como en el del entretenimiento. Es autora también del libro ‘La vuelta al mundo en 15 mujeres’.
— Rafael Ansón (San Sebastián, 1935) —presidente de la Real Academia de Gastronomía de España durante cuarenta años—, presidente actualmente la Academia Iberoamericana de Gastronomía, es presidente de honor de la Academia Internacional y presidente de la Comunidad Europea de la Nueva Gastronomía. Ha colaborado con distintas instituciones educativas como profesor, asesor y director de proyectos, como la Cátedra de Gastronomía de la Universidad Alfonso X el Sabio, el Código Deontológico para los Profesionales de la Gastronomía de la Universidad Francisco de Vitoria o el proyecto IE Gastronomy del Instituto de Empresa. Fundador y secretario general de la Fundación Española de la Nutrición, lleva años promoviendo una alimentación saludable.
La mayor parte de la actividad profesional de Rafael Ansón ha estado dedicada al ámbito de la comunicación y al de la asesoría política. Fue director general de RTVE durante la Transición, así como asesor de Adolfo Suárez, primer presidente de la democracia española. Es autor y coautor de varios libros, como ‘La cocina de la libertad’, ‘La comida saludable’ o ‘Los cocineros del vino’.
¿Cómo empezó 'lo vuestro'?
RAFAEL ANSÓN. Desde Canal Cocina me propusieron hacer algo con mi hija Alejandra (consultora gastronómica). La idea me pareció muy bonita, pero la televisión no es el mundo de Alejandra. Entonces surgió el nombre de Verónica y su estupenda trayectoria. Nos adoptamos mutua y catódicamente. Así nació el programa ‘Dos miradas’.
VERÓNICA ZUMALACÁRREGUI. A Rafael, que domina perfectamente el lenguaje de la televisión, le apetecía algo diferente. Hacer confluir su mirada con la mía, intentar casar nuestras respectivas generaciones, nuestras preferencias gastronómicas, a priori, iba a dar mucho juego. Confieso que hubo un momento, al principio del proyecto, que pensé que iba a ser imposible. Pero, por suerte, me equivoqué.
R. A. La premisa es sencilla. Se trata de que Verónica conozca mis restaurantes favoritos, y viceversa. Hay lugares a los que yo jamás habría ido si ella no me hubiese llevado. Ella se involucra al máximo, habla con los chefs, elige los platos que vamos a probar… Casi preferiría que siempre nos llevase a los restaurantes de su elección y así seguir descubriendo yo propuestas interesantes. (Risas).
V. Z. Más allá de lo que se ve en pantalla, lo cierto es que a Rafael le tengo un poco en tensión siempre, en plan “pero… ¿aquí no hay mantel?”; “¿en serio tengo que sentarme en una mesa alta?”; “esta vajilla es horrible, ¿no tienen otra mejor?”; “¿¡servilletas de papel!? Es broma, ¿verdad?”… (Risas). Luego siempre acaba regalando unas críticas constructivas maravillosas porque en verdad tiene una mentalidad muy moderna y abierta.
"A Rafael Ansón le encanta descubrir y que le sorprendan. Nunca dejará de ser el gran crítico gastronómico que es", V. Zumalacárregui
R. A. Lo cierto es que siempre me acerco a las propuestas de Verónica con mucha curiosidad, me sigue moviendo la curiosidad. En todo descubrimiento gastronómico intervienen tres variables clave: la curiosidad, la sorpresa y —la más importante— la emoción. Si confluyen las tres, todo será perfecto.
¿Qué aprendéis el uno del otro?
V. Z. Gracias a Rafael he vivido experiencias totalmente nuevas como, por ejemplo, el degüelle de una botella. Viene y te dice: “Vamos a abrir una botella de 1962 en Zalacaín”. Hablamos de experiencias a las que no es fácil acceder. Mi rol en el programa tiende a subrayar si algo resulta demasiado protocolario, demasiado estirado. Me gusta un buen servicio de sala, por supuesto, pero prefiero mil veces la naturalidad. Tenemos mucha diferencia de criterio en cuanto a la gastronomía. Rafael es superpurista, en plan “esta gamba viene rebozada y ¡no sabe a gamba!”; y yo siempre le respondo: “Bueno, pues para comer gambas a la plancha vámonos a otro sitio, porque aquí las ponen así”. Mi misión es innovar lo máximo posible y desmontar un poco su purismo. Lo bonito de todo esto es que nos separan 53 años —él tiene 88 y yo 35—, pero confluimos en muchas cosas.
V. Z. No llevo nada bien cuando estropean la materia prima. No puedo evitarlo. (Risas)
Rafael, ¿qué te dice la palabra jubilación?
R. A. Cuando yo tenía 12 años — soy el pequeño de cuatro hermanos—, el único dinero que entraba en casa era el que yo ganaba. Siendo el número uno del Colegio del Pilar, tuve que ponerme a trabajar sin dejar de estudiar. Mi madre siempre me decía que lo más importante en la vida era dedicarse a lo que a uno le gustaba, y en eso me concentré con todas mis fuerzas: en trabajar en lo que realmente me gustaba. Mi implicación con la gastronomía persigue generar felicidad. No hay mayor lujo que disfrutar comiendo.
"El gran esfuerzo de mi vida ha consistido en divulgar el conocimiento y el acceso a una alimentación saludable, solidaria, sostenible y satisfactoria", Rafael Ansón
Mi proyecto estrella en este momento es que Naciones Unidas incluya en la agenda 2030 que ningún niño del mundo con menos de 6 años esté mal alimentado por defecto o por exceso. Me gusta lo que hago.
Director de Radio Televisión Española durante la Transición
¿Cómo recuerdas esa televisión en fase primigenia en la que todo estaba por aprender?
R. A. En mi época llegó el color, literalmente. Todos nuestros esfuerzos se centraron en consolidar la democracia. Toda mi vida la he dedicado a llevar la libertad allí donde yo estuviese, tanto en el ámbito económico como en el político o el gastronómico. Los años en televisión fueron muy importantes, y divertidos. Siempre digo lo mismo: la Revolución francesa triunfó gracias a la imprenta, Hitler subió al poder gracias a la radio, la democracia se asentó en España gracias a la televisión y Obama obtuvo la presidencia de Estados Unidos gracias a las redes sociales.
Verónica, ¿cómo se lleva ser toda una influencer?
V. Z. Tengo tres pasiones: mi trabajo, que es absolutamente vocacional, viajar y la gastronomía. He pasado por muchos medios de comunicación y programas. Tras muchos años curtiéndome di con la idea de viajar por el mundo a través de la gastronomía y creé 'Me voy a comer el mundo', que ya es todo un veterano de Canal Cocina. Rafael Ansón entró en la ecuación hace dos años para brindarme una superexperiencia más.
¿Con qué te ha sorprendido más Rafael?
V. Z. Pues yo diría que con Horcher, la verdad. Fue el primero de la serie y significó empezar a lo grande. Horcher ofrece un servicio de sala impecable, un trato perfecto y mesurado, sin excesos, y una carta clásica, sin aspavientos, que es una maravilla. Encontrar un buen servicio de sala es dificilísimo; la clave está en que no se note ni interfiera.
R. A. La comida ha de entrar primero por los ojos. La estética es fundamental.
Y a Rafael, ¿qué plan de Verónica le ha conquistado más?
R. A. Bareto, un bar maravilloso, nuevo, que recrea perfectamente el bar madrileño de toda la vida —con sus patatas bravas, sus torreznos o sus flamenquines— y otras tapas más elaboradas.
V. Z. Hay otro momento muy bueno. Rafael me había llevado al restaurante del Mandarin Oriental Ritz, con Quique Dacosta, y yo, para subir la apuesta, le llevé a Desguaces La Torre, entre Parla y Torrejón de la Calzada. Conseguí que, para llegar hasta allí, Rafael se subiera a su primer autobús de línea en 45 años.
R. A. Lo mejor de todo es que no me caí del bus, ni al subir ni al bajar. (Risas). Comimos muy muy bien.
V. Z. Cuando entra en un restaurante, Rafael analiza absolutamente todo; habla con el cocinero, con los jefes de sala, los sumilleres, los camareros, con todo el mundo. Todo le ilusiona y a todo se aproxima con una mirada virgen que, creo, es algo bastante difícil cuando has vivido tanto. Rafael sigue dejando que la vida le sorprenda. Es lo que más me gusta de él.
R. A. Gracias, Verónica. La verdad es que hace ya tiempo que decidí dejar de cumplir años. Ahora solo quiero cumplir sueños.
La diferencia de edad entre parejas sentimentales ya no desata los virulentos prejuicios de antaño, si bien aún sigue dando pie a comentarios sottovoce y malignos que sintonizan con estos tiempos política y soporíferamente correctos.