Así se teje la historia de una empresa de telas única que empezó como idea en una servilleta

Si amas la belleza, sabrás apreciar el potencial que se esconde detrás de un tejido. La urdimbre y la trama se enredan entre sí para contar historias, donde el color y las formas son los actores principales, capaces de enamorar a primera vista y seducir a través del tacto. Este baile entre el espacio y los elementos que lo ocupan debe ser una coreografía perfecta que solo los más grandes serán capaces de orquestar, de ahí la importancia del legado de la decoradora Rosa Bernal, una herencia de buen gusto que ya trasciende a la propia persona.

Francisco García-Ruescas Bernal es su hijo, su brazo derecho y el alma de The Rosa Bernal Collection, un lugar donde los textiles se convierten en lujo, y el amor por el clasicismo imperecedero, en un mantra. Hablamos con él para comprender mejor de dónde beben sus colecciones, cómo fue crecer con una madre tan talentosa y cómo su creatividad promete seguir dando mucho más.

¿Qué recuerdos guardas de la infancia?

Los recuerdos de mi infancia son muy felices en la finca de mis abuelos en Jaén, en el campo, aprendiendo a montar a caballo. Mi abuela era un ser maravilloso. A los 7 años empieza mi formación. Mi madre quería que fuera bilingüe, lo consideraba básico para mi futuro, y así ha sido. Me mandó interno a Inglaterra. Estudié en Port Regis, un colegio increíble que me forjó bajo el manto de una educación inglesa muy tradicional, dura a veces, pero de la que guardo buenos recuerdos. Aún tengo amigos de aquella época.

¿Cómo fue crecer junto a una madre referente en decoración?

Crecer junto a ella ha sido un privilegio. Su esfuerzo para transmitirme una educación cosmopolita, llena de referentes sobre la historia, la importancia de viajar y absorber todo de otras culturas, ha sido parte fundamental de los intereses que forman mi vida.

¿Compartíais afición por el diseño y la arquitectura?

Siempre. Mi madre es una trabajadora incansable y poder tener contacto con las obras tan icónicas que ha realizado, sin duda ha influido en mi vida personal y profesional. Solía llevarme con ella para que viera cómo era el proceso. Todavía recuerdo las visitas a la Bolsa de Valores de Madrid cuando la estaba decorando. A mi edad, aquello me parecía Versalles.

Te dedicabas a la publicidad. ¿Cómo surgió The Rosa Bernal Collection?

Desde los 22 años me había dedicado a la publicidad y el diseño. La familia de mi padre tenía agencias de publicidad en España desde 1942. Sin embargo, solo trabajé con ellos un año, quería abrirme camino en los mercados internacionales, así que me fui a Nueva York. ¡La cantidad de cafés que llegué a poner para poder estar cerca de los creativos!

Tuve la suerte de que se fijara en mí un gran director que me dio mi primera oportunidad trabajando con él. Los siguientes catorce años estuve entre Madrid, Nueva York y Londres. En agosto de 1998, mi madre me invitó a que la acompañara a una subasta en Londres. Me apasionan las subastas, son mi punto débil. Cenando con ella —nunca olvidaré el nombre del restaurante, The Blue Elephant—, me dijo que por qué no me quedaba en España y creaba una compañía textil paralela a su compañía, con su guía y consejo. Me parecía una locura, ¡qué sabia yo de telas!

"Esa noche dimos forma a un decálogo de intenciones sobre una servilleta del restaurante. Así nació, hace 25 años, The Rosa Bernal Collection"

¿Flechazo o costumbre?

No fue amor a primera vista, es más, hubo momentos al principio que realmente pensé tirar la toalla. Es muy difícil cambiar de profesión a una determinada edad, el vértigo es enorme.

Suponemos que tuviste que formarte, ¿cómo fue ese proceso?

El primer año fui autodidacta, después encontré a un maestro estampador en Barcelona que se apiadó de mi ignorancia. Era el estampador de Willi Wakonigg, para mí uno de los mejores editores textiles que ha tenido España y el alma del Gastón y Daniela moderno. Su nombre era Juan Vila y sin él seguiría siendo un enorme ignorante textil.

Me hizo trabajar doce horas diarias en todas las áreas del taller y de la fábrica. Me enseñó casi todo lo que sé sobre la estampación de telas al más alto nivel. No habríamos logrado nada sin su incansable ayuda y paciencia.

En aquel decálogo, ¿decidisteis cuál sería el sello de identidad de la firma?

Tuvimos muy claro que la primera máxima debería ser la más alta calidad en todas las áreas. Desde el diseño, la elección del tejido, los procesos de estampación y la terminación de estos. A lo largo de los años hemos conseguido incluso controlar la selección de las semillas, la recogida de la siembra, el secado del lino y su tratamiento, totalmente ecológico.

¿Por qué vuestra conquista empezó por Londres?

Queríamos crear una marca de lujo internacional. Por eso, el lanzamiento de la firma desde España no era una opción en aquellos momentos. Nuestro primer objetivo fue abrir nuestro showroom en Londres, después vinieron Nueva York y Los Ángeles. Desde entonces, la marca ha crecido exponencialmente y estamos presentes en Estados Unidos (Houston, Dallas, Nueva Orleans, Atlanta, Chicago, Boston...), en Inglaterra, Francia, Alemania, Holanda, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda.

Por fin, este año pasado, de la mano de María García de la Rasilla y Michael Smith, tenemos showroom en España en Greco Fabrics, sin duda el showroom perfecto para nuestra firma.

¿Cómo te inspiras para tus colecciones?

No somos la típica marca de lujo textil. No hacemos una colección al año. No vamos a ferias. No nos basamos en modas anuales. Somos una pequeña compañía que escribe su propio camino más allá de los mercados tradicionales a nivel internacional.

¿Alguna preferencia en cuestión de tejidos?

Me encanta el lino. Para mí es el tejido natural por excelencia y por eso nuestras colecciones siempre son en lino. Por supuesto hemos trabajado con algodón, hemos desarrollado algunos diseños con él, pero el lino es el tejido más elegante y excepcional que hay.

Hace un año lazamos la colección Terciopelos de Utrecht, un terciopelo de lino hecho en Italia que es maravilloso. Hay un dibujo que Felipe II utilizó para cubrir las paredes en sus bodas con María Tudor e Isabel de Valois que nos llevó cinco años de investigación para recuperarlo por completo partiendo de un pequeño trozo que guarda el Museo Nacional de Artes Decorativas.

¿En lo referente a colores?

Fuera modas. Cada diseño tiene vida propia. Hemos mantenido los mismos diez o quince colores desde hace 25 años. Para que te hagas una idea, no hemos descatalogado un diseño desde la fundación de la empresa. Todos se siguen vendiendo.

¿Te gustaría llevar tu creatividad a otros ámbitos?

Creamos una línea de pintura basada en los coloridos de nuestras telas. Desarrollamos colores a medida, un color para un cliente que no se vuelve a vender a nadie, es exclusivo. Tenemos una línea de muebles increíble y muy reducida en su producción. Somos muy artesanales en nuestros procesos aunque la artesanía en España no ha estado muy cuidada durante años. Afortunadamente, esto está cambiando.

Estamos a punto de lanzar una nueva colección, la más grande que hemos creado nunca, que rompe totalmente los moldes de lo que se está haciendo actualmente. En febrero estará en todos nuestros showrooms. Esperamos que sea un gran éxito.