La playa española que está dentro del ranking de las 50 mejores del mundo: ideal para una escapada este verano

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En el corazón de las Rías Baixas gallegas, frente a la costa de Vigo, se esconde uno de los tesoros naturales más impresionantes de España: la playa de Rodas, en las islas Cíes. Este paraíso de arena blanca y aguas turquesas no solo ha conquistado a los veraneantes nacionales, sino que ha logrado hacerse un hueco entre las 50 mejores playas del mundo.

Esta playa se ha colado en diversos rankings internacionales, incluidos los de medios como 'The Guardian' y 'Condé Nast Traveler'. Ideal para una escapada este verano, su belleza salvaje y casi intacta la convierten en un destino único en Europa.

La playa de Rodas une las islas de Monteagudo y do Faro a través de una lengua de arena blanca y fina de casi 1,3 kilómetros de longitud. Su forma de media luna, su entorno virgen y sus aguas cristalinas hacen que muchos la comparen con el Caribe, pero con el carácter y frescor atlántico que distingue a Galicia.

Al estar dentro del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Islas Atlánticas de Galicia, el entorno goza de un altísimo nivel de protección ambiental que limita su acceso diario a un número reducido de visitantes. Esta medida busca preservar la biodiversidad de su ecosistema y garantizar que las generaciones futuras puedan disfrutarla con el mismo esplendor.

Este carácter protegido es, precisamente, parte de su encanto y también de su fragilidad. Para acceder a la playa es necesario solicitar un permiso especial y viajar en barco desde Vigo o Cangas con compañías autorizadas. No se permite acampar libremente ni dejar residuos, y las normas del parque exigen el máximo respeto por la fauna y la flora del lugar. Esto convierte la visita a las Cíes en algo más que un simple día de playa: es una experiencia de conexión con la naturaleza en estado puro.

La playa de Rodas no cuenta con chiringuitos, motos de agua ni música alta. Su encanto radica en la tranquilidad, el sonido de las olas y la sensación de estar en un lugar remoto y casi secreto. Un lugar para leer, nadar en aguas transparentes, caminar entre pinares o contemplar la puesta de sol sobre el Atlántico. Y, para los más aventureros, la isla ofrece rutas de senderismo que permiten descubrir faros, acantilados y miradores con vistas espectaculares.