Belén Esteban: luces y sombras de una chica de barrio
La protagonista indiscutible de la semana ha pasado por distintos estados civiles y vitales. Tras encontrar a Miguel, su vida parece haberse asentado
Cuando Belén Esteban empezó su andadura televisiva, hubo muchas voces de reconocidos críticos que aseguraban que su trayectoria mediática iba a durar lo mismo que los hijos de Carolina de Mónaco en una biblioteca pública: el tiempo justo para rentabilizar su relación con Jesús Janeiro, con el que tuvo a la niña Andreíta, y pasar a ser juguete roto. Diecisiete años después, Belén sigue funcionando.
La bautizaron como la 'princesa del pueblo', equiparando su popularidad a la de Lady Di, y ha pasado por todos los estados: de ser una joven inexperta que desconocía los resortes que hay que manejar para triunfar en determinadas situaciones a que su segunda boda sea uno de los acontecimientos del verano recién empezado. El antes, durante y después de su cambio de estado civil ha servido para subir audiencias televisivas. Y no solo eso, también ha contribuido a que las revistas de entretenimiento tengan esa semana una excelente acogida. Y aún hay más: los ciudadanos se han posicionado a su favor con la portada de '¡Hola!' compartida con las bodas de Ainhoa Arteta y Matías Urrea, y la de la bloguera María Pombo. Las encuestas a pie de calle que han hecho los reporteros confirmaban esa tendencia favorable a que la Esteban debería haber aparecido sola sin novias colaterales.
Esos datos avalan que el reinado de la colaboradora estrella de 'Sálvame', que inició su camino laboral en 'Sabor a ti' en 2002, sigue funcionando. Salió de Ambiciones, la sede social de Jesulín y su familia, sin nada. Su ropa en bolsas, la bañera de plástico de la hija y un horizonte complicado. La criticaron por contar su experiencia vital con el torero, de la que luego se aprovecharon el resto de los Janeiros: padre, madre, tita, hermano, novias, amantes...
La dos princesas y el pollo
Su operación de estética coincidió con la copa que el presidente del Gobierno daba en Moncloa por Navidad. Lo llamativo de ese día fue que muchos de los presentes preguntaban a los periodistas que nos dedicábamos al entretenimiento cuándo iba a ser su primera aparición con su cara nueva. Otro de los momentos claves fue en el XVI aniversario de 'La Razón', una fiesta a la que acudieron los Príncipes de Asturias y donde también estaba invitada Belén Esteban. El momento cumbre fue cuando la hoy reina Letizia la saludó muy cariñosa. Los titulares de los días siguientes tuvieron a las dos princesas, del pueblo y Borbón, como personajes de esa noche periodística.
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Y no hay que olvidar sus frases míticas ya convertidas en genéricas. Quizá la más utilizada sea la de “Andreíta, coño, cómete el pollo”, que gritó a su hija cuando cenaban en la terraza de su casa de Benidorm, su cuartel general vacacional. La niña es ahora una joven de 19 años que vive su vida al margen de la fama de su madre. Ha vivido las luces y sombras que conlleva ser Belén Esteban y no quiere ni que la roce esa popularidad. El día de la boda quiso homenajear a su madre dedicándole las palabras más bonitas que un hijo puede decir: "Gracias por haber estado siempre conmigo y haberme educado".
Y efectivamente así ha sido. Hay testigos presenciales de esa buena educación. Hace unos años, con Andrea en plena adolescencia, compartía almuerzo con Belén y un grupo de amigos en el restaurante El Mercado de la Reina, en la Gran Vía madrileña. En un momento dado sonó su teléfono y pidió permiso a su madre para levantarse de la mesa. A esa edad, lo habitual es colgarse de la conversación sin importar el escenario.
Belén Esteban ha perdido muchas veces el norte y lo ha reconocido. Quizá sea esa la clave de su éxito. No ha reinventado su vida, como otros personajes, y ha mantenido sus orígenes de chica de barrio igual que ha conservado sus lugares de encuentro con sus amigos. Como el Mosky, un bar de Paracuellos del Jarama cerca de su domicilio que la televisiva convirtió en tendencia igual que los bocadillos recién hechos de 60 centímetros que se ofrecen en ese local.
Recién casada con el hombre de su vida, la Esteban ha encontrado su sitio.
Cuando Belén Esteban empezó su andadura televisiva, hubo muchas voces de reconocidos críticos que aseguraban que su trayectoria mediática iba a durar lo mismo que los hijos de Carolina de Mónaco en una biblioteca pública: el tiempo justo para rentabilizar su relación con Jesús Janeiro, con el que tuvo a la niña Andreíta, y pasar a ser juguete roto. Diecisiete años después, Belén sigue funcionando.