La herencia de Blanca Fernández Ochoa: un terreno envuelto en un embrollo burocrático
Fallece la primera medallista olímpica española, cuyo legado económico es muy complejo. Tiene un porcentaje de un terreno familiar afectado por el fin de una concesión del Estado
El legado de Blanca Fernández Ochoa es intangible. La primera medallista olímpica de España tuvo una vida llena de éxitos y su cara era una de las más queridas por el público, incluso por aquellos que poco sabemos de deporte. La esquiadora fallecida ha dejado dos hijos, quienes consternados tratan de seguir con sus vidas. Su herencia será enorme, aunque en lo crematístico sea de menor consideración. Fernández Ochoa tenía una propiedad a su nombre, un terreno en Cercedilla, donde se criaron los ocho hermanos, cuya titularidad compartía con ellos: cada uno posee un 6,25%.
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La propiedad era de los padres de los Fernández Ochoa y heredaron el 50% a la muerte del patriarca. El terreno, 806 metros cuadrados urbanos, está en Monte Pinar Baldío. Los padres lo adquirieron en 1999. Pero, en realidad, ese terreno no es siquiera de la familia: estos metros cuadrados son propiedad del Estado, que cedió algunas hectáreas hace justo un siglo.
En 1919 se publicó una Real Orden por la que el Estado cedía estos terrenos para la construcción de una línea de ferrocarril que debía unir Cercedilla con el puerto de Navacerrada y el de Cotos. En esta zona es donde se criaron los Fernández Ochoa y donde compraron un terreno en 1999, el mismo que lega ahora Blanca a su muerte.
Cedidos por el Estado
Los terrenos fueron cedidos, como sucede en tantos casos, por un tiempo determinado. Y el tiempo ya pasó: en concreto, el mes de abril de este mismo año terminó la concesión pública, por lo que los propietarios de las edificaciones de la zona deberían perder su titularidad. Vanitatis se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Cercedilla y nos confirman que el conflicto, en estos momentos, está parado: “De momento no se sabe nada de nada, es una decisión política y está en ‘stand by”, comentan. Así que todas las partes implicadas, es decir, propietarios y autoridades, están a la expectativa de lo que suceda porque da la casualidad de que el plazo de vencimiento de la concesión ha coincidido con las elecciones municipales y autonómicas.
Lo grave, según se ha publicado en la prensa local, es que muchas edificaciones podrían terminar incluso derruidas. Lo decíamos más arriba, tal como ha podido saber Vanitatis en exclusiva, el terreno de la familia Fernández Ochoa es uno de los afectados por el fin de la concesión.
De sanatorios a chalets de lujo
Porque además de ferrocarril, en el área debían construirse varios sanatorios, puesto que el aire de las alturas es muy sano, tal como se preveía en una orden aprobada en 1920 que ampliaba la anterior. Pero eso nunca sucedió: en lugar de sanatorios se construyeron casas, urbanizaciones, algunas de lujo, que ahora se ven afectadas por el fin de la concesión.
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Los terrenos están integrados en el Catálogo de Bienes de Utilidad Pública, lo que supone que no eran urbanizables. Hasta 1921, año en el que otra orden permitía la construcción de edificios, aunque destinados a servicios: hospitales, capillas, casas para obreros o talleres. La prensa local ha recogido los últimos hechos sobre la situación -Podemos del lugar ha denunciado en varias ocasiones- y casi todos coinciden en señalar que lo más probable es que la concesión se alargue, porque de lo contrario, son cientos de viviendas las que deberían ser derruidas.
Objetivo: ampliar la concesión
Así lo ha manifestado Adif a preguntas de Vanitatis: “Adif mantiene conversaciones con la Comunidad de Madrid para ampliar la concesión de este tramo ferroviario, ya que nuestro interés es continuar con la explotación de esta infraestructura como hasta ahora. A finales del mes de diciembre se envió una carta a la Comunidad de Madrid solicitando esta ampliación. La Comunidad de Madrid ha respondido a dicha misiva solicitando una documentación complementaria que ya le ha sido remitida por parte de Adif, dentro del plazo fijado”.
Si todo sigue dentro de lo previsto, Blanca Fernández Ochoa legará a sus hijos un pequeño porcentaje de un terreno que pende de un hilo pero que puede seguir siendo un tesorito en la sierra de Cercedilla. Una zona deseada por su belleza y su cercanía a la capital.
El legado de Blanca Fernández Ochoa es intangible. La primera medallista olímpica de España tuvo una vida llena de éxitos y su cara era una de las más queridas por el público, incluso por aquellos que poco sabemos de deporte. La esquiadora fallecida ha dejado dos hijos, quienes consternados tratan de seguir con sus vidas. Su herencia será enorme, aunque en lo crematístico sea de menor consideración. Fernández Ochoa tenía una propiedad a su nombre, un terreno en Cercedilla, donde se criaron los ocho hermanos, cuya titularidad compartía con ellos: cada uno posee un 6,25%.