El marquesado de Casa Valdés: herencias, disputas familiares y... Esperanza Aguirre
Tras la muerte de Beatriz Valdés (suegra de Esperanza) en febrero de 2019, la familia se enfrentó por algunos detalles económicos del legado. El título va a recalar en alguien sorprendente
El pasado mes de octubre, la entonces ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, firmaba en persona la orden de expedir la Real Carta de Sucesión en el título de marqués de Casa Valdés a favor de Beatriz Ramírez de Haro y Valdés. La sucesión llegaba después de que ella lo solicitara debido al fallecimiento de su madre, Beatriz Valdés, en febrero de este año. Detrás del noble documento, la nueva marquesa (excelente golfista, por cierto) había tenido que abonar los impuestos correspondientes y templar más de una vez los ánimos entre sus hermanos, enfrentados por una herencia que amenazaba con enquistarse. Nada que no pase todos los días, salvo por el hecho de que doña Beatriz era la suegra de Esperanza Aguirre y el asunto saltó a la prensa.
Beatriz Valdés era una mujer cultísima, educada en los mejores ambientes, filántropa. Nacida en mayo de 1926, se casó siendo apenas veinteañera con el militar Ignacio Fernando Ramírez de Haro y Pérez de Guzmán, otro aristócrata y grande de España. El matrimonio tuvo seis hijos: Beatriz, Fernando, Juan José (ya fallecido), Íñigo, Javier y Gonzalo. Cuando murió el patriarca, en 2010, la familia respetó el mayorazgo, una figura algo anticuada que favorece en la nobleza a un heredero frente al resto para evitar que los grandes patrimonios se dispersen. Así, Fernando, que no era el primogénito, se quedó con el título de más relumbrón de la familia, el condado de Bornos, además de con varios terrenos y cuadros. Entre ellos, un retratito de Valentín Bellvís de Moncada y Pizarro firmado por un autor desconocido.
Fernando y su familia (está casado con Esperanza Aguirre, con la que tiene dos hijos) vivieron siempre en el palacete familiar madrileño con doña Beatriz, en pleno centro de Madrid. Allí colgaba este óleo de 115 x 83, un cuadro que formaba parte de los bienes históricos de la familia y que se había transmitido de generación en generación. Cuando lo heredó, ese óleo no valía más de 10.000 euros. En 2013, cuando lo vendió, superó los cinco millones de euros.
¿La razón? Que en ese tiempo se certificó que el verdadero autor del cuadro era Francisco de Goya. El conde de Bornos lo vendió a Juan Miguel Villar Mir en un mal momento económico y con la connivencia de la familia. Pero pasó el tiempo. Iñigo Ramírez de Haro, uno de los hermanos, se alzó en armas de forma pública contra el marido de Esperanza Aguirre. El autor teatral, entre otras muchas cosas, concedió una entrevista a 'Vanity Fair' en la que contaba que Fernando se había comprometido a repartir las ganancias entre los hermanos en un documento privado y que ahora se negaba a cumplir.
Demandas
La familia se enfrentó abiertamente. Ninguno entendió que Íñigo hiciera público el desencuentro. Se habló de demandas. “Han pasado cinco años de la venta, ha muerto nuestra madre y ahora ha dicho que no nos va a devolver ese dinero. No me queda más remedio que ponerle una demanda por haber incumplido su palabra”, insistía Íñigo en la citada revista, ante el horror de su familia.
Lo cierto es que la ley amparaba a Fernando, dado que en el momento de testar se desconocía el nombre del autor real del cuadro. Y sin haber aclarado la herencia del padre, había llegado inopinadamente la muerte de la madre.
A pesar de la ley y de que la mayor parte de sus hermanos le apoyaba, Fernando decidió hacer otro gesto de buena voluntad. El marido de Esperanza Aguirre anunció su intención de renunciar a la herencia de la madre para calmar los ánimos. Parece que de alguna manera funcionó porque Beatriz Ramírez de Haro, que se había quedado hace años sin el condado de Bornos a pesar de ser la mayor, sí solicitó el título materno y hoy hay una nueva marquesa de Casa Valdés en la familia, ignorando el mayorazgo. La concesión fue un bálsamo para una familia herida y equilibró las cosas, aunque no ha sido el último capítulo.
De forma sorprendente, la cuñada de Esperanza Aguirre, que también es condesa de Murillo, ha decidido cederle el título a uno de sus tres hijos: Isabel de Urzaiz y Ramírez de Haro. Así los tres hijos de Beatriz Ramírez de Haro podrán contar con una distinción nobiliaria, ya que su hijo Javier es duque de Luna y conde de Javier, y la primogénita, Beatriz, probablemente heredará el condado de Murillo. Una decisión salomónica y respetable que pone punto final (de momento) a las disputas familiares.
El pasado mes de octubre, la entonces ministra de Justicia en funciones, Dolores Delgado, firmaba en persona la orden de expedir la Real Carta de Sucesión en el título de marqués de Casa Valdés a favor de Beatriz Ramírez de Haro y Valdés. La sucesión llegaba después de que ella lo solicitara debido al fallecimiento de su madre, Beatriz Valdés, en febrero de este año. Detrás del noble documento, la nueva marquesa (excelente golfista, por cierto) había tenido que abonar los impuestos correspondientes y templar más de una vez los ánimos entre sus hermanos, enfrentados por una herencia que amenazaba con enquistarse. Nada que no pase todos los días, salvo por el hecho de que doña Beatriz era la suegra de Esperanza Aguirre y el asunto saltó a la prensa.