Arranca el juicio más doloroso para Fernando Fernández Tapias

Este martes, el empresario Fernando Fernández Tapias se enfrentaba a uno de los momentos más difíciles de su vida después de la muerte de su hijo Bosco en 2010. Esta vez se trata de una demanda que interpusieron cuatro de sus hijos contra él por cuestiones patrimoniales relacionadas con la gestión de las empresas familiares, con la que no estaban de acuerdo.

A raíz de esa disparidad de pareceres y del cese en los cargos directivos de las empresas de los mayores, interpusieron una demanda cuya vista se celebraba hoy en el Juzgado de Primera Instancia nº 65, situado en la calle Ventura Rodríguez de Madrid.

Fernández Tapias ha acudido acompañado de sus abogados, de su mujer, Nuria González, y de su hijo mayor, que tuvieron tras casarse en 2002. Iván cumplió 18 años el pasado septiembre y desde que comenzó el litigio quiso testificar a favor de su padre. Fuentes cercanas aseguran a este medio que “está preparado mental tal y físicamente para lo que parece una traición en toda regla. Esperemos que impere el sentido común. Fernando les ha dado a sus hijos todo cuando lo han necesitado, incluido su apoyo cuando se han divorciado. Es un palo tremendo pero ya lo tiene asumido”. Desde el primer momento, quiso llegar a determinados acuerdos que al no concretarse han acabado en esta demanda.

Hace una semana aparecía en el BORME (Boletin Oficial del Registro Mercantil) una información que publicó en exclusiva Vanitatis referida al cambio empresarial en el que Juan Carlos sustituía a su padre, Fernández Tapias, como presidente de Naviera F Tapias Galicia. La duda en aquel momento era si el vicepresidente del Real Madrid había decidido jubilarse o en realidad era un movimiento que tenía que ver con el enfrentamiento que mantiene con algunos de sus otros hijos.

Desde la oficina de Tapias, un portavoz explicó que don Fernando ya no ostentaba el cargo de presidente del Consejo, aunque sí mantenía el de presidente honorífico del Grupo Tapias. Ese paso atrás nada tenía que ver con su estado de salud sino con gestionar sus empresas de la mejor manera posible para que no hubiera conflictos entre los herederos. En este sentido, el empresario alguna vez ha reconocido que no quería retirarse, como cuando salió del hospital: “No tengo intención de jubilarme. Empecé a trabajar a los 16 años y me gusta lo que hago”.

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Una de las posibles alegaciones que manejarían los demandantes tendría que ver con el supuesto deterioro físico del empresario, que cumplió en noviembre 82 años. Según confirman a Vanitatis tanto algunos de sus empleados como testigos presenciales que han coincidido con él recientemente en el restaurante Arde y en El Qüenco de Pepa, dos de sus locales preferidos, “Fernando se encuentra estupendamente. Sí que estuvo regular hace dos años, cuando estuvo ingresado en la clínica Cemtro. Se recuperó y siguió trabajando. Está como una rosa y muy bien cuidado por Nuria, que no le deja ni a sol ni a sombra”.