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Fernando Vega de Seoane, su historia de superación tras quedarse parapléjico
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Fernando Vega de Seoane, su historia de superación tras quedarse parapléjico

El empresario se ha convertido en un mes en una 'estrella' en Instagram, donde narra día a día a miles de personas su recuperación tras un accidente de esquí a finales de enero

Foto: Fernando y su mujer, Bea. (Cortesía)
Fernando y su mujer, Bea. (Cortesía)

Siempre hemos escuchado aquello de que lo que destaca es lo diferente, y quizá sea precisamente eso lo que ha logrado que, en poco menos de un mes, una cuenta de Instagram pase de 0 a 12.500 seguidores (a estas horas sigue creciendo). Y es que la persona que hay detrás está muy lejos de ser un influencer al uso. Todo lo contrario, pues su objetivo jamás fue la repercusión, eso no ha sido más que la consecuencia. Hablamos de Fernando Vega de Seoane, empresario y padre de familia de 47 años que a finales del mes de enero sufrió un accidente de esquí que además de otras lesiones le ha dejado parapléjico. Y sí, a través de las redes ha ido contando el día a día de su recuperación, pero lo realmente diferente es su discurso, pues desde el minuto cero muestra un optimismo, una practicidad y una fuerza que resulta, cuando menos, sorprendente.

Gerente de su propia empresa de servicios de limpieza desde 2017, padre de cinco hijos, tres de ellos mayores de edad, marido de Beatriz Satrústegui, de la que habla con un inmenso amor, deportista y “socialmente muy activo”, así es Fernando y así quiere que continúe siendo su vida una vez aprenda a vivir y a integrar en su día a día su nueva condición. Tiene claro que puede ser completamente independiente y está esforzándose por ello.

Tanto Fernando como su mujer tienen muy buenos amigos que han seguido su evolución desde el principio. Gente anónima y otros con nombres conocidos, como el fundador de Ecoalf, Javier Goyeneche; los hermanos Vallejo-Nágera, Itziar Aragón, Luis Medina Abascal, la diseñadora Sole Alonso, Alejandra Conde, Sofía y Borja de Borbón, y un larguísimo etcétera.

Tras una operación de médula espinal y muchas horas de rehabilitación, cada vez se siente más fuerte. Nos lo cuenta él mismo: “Hay mucha gente que en mi situación diría ‘yo parapléjico me pego un tiro, pues no, yo parapléjico me como el mundo”, afirma Fernando. “De hecho, si hace un mes me dicen a mí que voy a estar así, hubiera creído que no lo aguantaría, pero tuve el accidente y pasé 5 o 6 segundos de una depresión brutal, superprofunda, muy rápida, y dije ‘pero… ¿cómo? Si tengo los brazos, las manos, la cabeza perfecta… ¡A comerse el mundo!”, explica.

placeholder El empresario, en una imagen que ha cedido a Vanitatis. (Cortesía)
El empresario, en una imagen que ha cedido a Vanitatis. (Cortesía)

Fue el mismo día que llegó al hospital de Vall d’Hebrón en Barcelona, que fue donde le trasladaron tras el accidente en las pistas de Baqueira Beret, cuando comenzó su andadura en redes sociales impulsado por las circunstancias: “Tuve el accidente en Baqueira a las 12:30 de la mañana, y a las 14:30 o así, que fue cuando me dieron mi teléfono de vuelta, tenía más de 355 mensajes y 100 llamadas… Las noticias vuelan, sobre todo las que son un poquito malas, morbosas. Y yo, aparte de que soy socialmente muy activo, somos dos familias enormes. Mi padre tenía 8 hermanos y mi madre 9, y el que menos tiene 4 hijos, entonces tengo muchos primos directos… Yo no sabía cómo atender ese aluvión de llamadas para contar lo mismo. Entonces le propuse a mi mujer abril un canal de YouTube y ella me animó a abrir la cuenta de Instagram, que es más fácil para todo el mundo, y ahí contar de primera mano lo que me había pasado, haciéndoselo llegar a todo el mundo de una sola vez. Además, la situación covid de aquel momento no me permitía recibir ningún tipo de visita, ni en la UCI ni en planta".

Un enorme apoyo

La acogida fue inmediata y se sorprendió muchísimo: "¿Sabes lo que es recibir más de 30.000 mensajes de apoyo y cariño en un mes, más de 1.000 mensajes diarios? Es una pasada, y yo no soy youtuber ni nada de eso, yo soy un desconocido”.

"Desde el primer post me empezó a escribir muchísima gente desconocida. Y yo no soy experto en redes sociales, yo no sé las métricas, ni las cosas que venden ni que no venden.Yo lo he hecho todo de manera espontánea, según ha ido sucediendo, con mi teléfono móvil y sin más. No me esperaba esa repercusión. Pero ahora me está gustando porque siento que tengo capacidad de llegar y ayudar a la gente”, añade.

Y es que su positivismo contagia, aunque él está seguro de que hay algunos factores que ayudan a que se haya podido tomar su accidente desde esta perspectiva: “Lo primero es que no tengo nada que perdonarme. Imagínate que yo hubiera conducido borracho como una cuba y me pego un golpe con el coche, pues dices 'mira, culpa tuya por haber puesto en riesgo tu vida y la de los demás', y ahí llega la culpa, y eso es muy jodido de levantar, porque al ser humano no le gusta culparse, le gusta buscar culpables”, explica.

“Lo mío ha sido un accidente en toda regla, llevo 46 años esquiando, y esquío fenomenal, con toda la modestia del mundo, pero esquío muy bien. Y estaba dentro de las pistas, no me había salido ni nada, que ahí sí ocurren muchos accidentes cuando te sales de la pista, pero yo no había salido ni hecho ningún disparate. Ha sido un accidente de los que acabas entendiendo que eran parte de tu hoja de ruta, de los que acabas pensando ‘esto me tenía que pasar’, y una vez asumes eso, es muchísimo más fácil de digerir. Evitar la parte de perdonarte es mucho”.

placeholder Bea, la mujer de Antonio. (Cortesía)
Bea, la mujer de Antonio. (Cortesía)

Por otra parte, admite que su momento vital y familiar es muy favorable para poder afrontar de buen grado las consecuencias de su accidente: “Claro, es que es fundamental, a mí esto me pasa con dos bebés y un embarazo y joder…, pero es que me llega cuando el mayor de mis hijos tiene 22 años y está en Estados Unidos terminando la carrera y trabajando, con mi segunda hija también terminando la carrera en Londres y trabajando, o sea que dos fuera de casa, el tercero mayor de edad también trabajando y los pequeños de 15 y 12 son totalmente autónomos. Mi mujer trabaja y es superindependiente. Con este panorama es mucho más llevadero”, relata, sincero, el empresario.

¿Su familia lo lleva igual de bien que él? En principio no, pero llegados a este punto han entendido a la perfección su manera de verlo: "Mi mujer lleva conmigo 25 años y sabe que soy un tío bastante fuera del estándar en muchos sentidos, y me conoce bien, y juntos hemos aceptado que todo lo que viene es por algo. Pero es verdad que en principio a la pobre se le cae el mundo, lo que pasa es que lo ha llevado muy bien, supongo que porque me ve a mí bien y se le acaban los argumentos para estar mal”.

Fernando también tiene la suerte de ser el gerente de su propia empresa, lo que le facilita las cosas, pues se trata de un negocio de servicios de limpieza que justo antes del covid digitalizaron y para el que puede trabajar desde su teléfono móvil y su portátil: “Claro, eso ayuda mucho, yo no voy a dejar de aportar a mi empresa por mi nueva situación”.

"La dependencia es lo que me mata"

Pero no todo es positivo, aunque su manera de afrontarlo sí lo sea. Ver la vida desde una silla de ruedas le ha hecho necesitar enfrentarse a diferentes barreras, algunas de ellas ya las ha dominado: “Yo ya no dependo de casi nada, me visto, me desvisto, me aseo, me hago la cama y llevo un mes… Dentro de tres meses voy como uno más, estoy seguro”. Sin embargo, hay otras para las que todavía necesita un poquito más de tiempo: "Ahora mismo tengo fuerza y coordinación para ser totalmente independiente. La dependencia es lo que me mata y tengo un pequeño bloqueo con el tema del cuarto de baño. Me dicen que es pronto para aceptar esta parte, es que soy muy impaciente. Los expertos me dicen que lo voy a controlar y que me dé tiempo".

La vida le ha cambiado, de eso no cabe duda. Más allá de las consecuencias propias de lo ocurrido, se ha dado cuenta de que puede ayudar a los demás y Fernando tiene claro que quiere continuar haciéndolo, “voy a seguir en redes y de alguna forma podré seguir ayudando a quien lo necesite. Aún no sé cómo. No le he dado forma, pero trataré de ayudar y de crear una rueda que se retroalimente entre las personas que me sigan y yo”. Sin duda, todo un ejemplo.

Siempre hemos escuchado aquello de que lo que destaca es lo diferente, y quizá sea precisamente eso lo que ha logrado que, en poco menos de un mes, una cuenta de Instagram pase de 0 a 12.500 seguidores (a estas horas sigue creciendo). Y es que la persona que hay detrás está muy lejos de ser un influencer al uso. Todo lo contrario, pues su objetivo jamás fue la repercusión, eso no ha sido más que la consecuencia. Hablamos de Fernando Vega de Seoane, empresario y padre de familia de 47 años que a finales del mes de enero sufrió un accidente de esquí que además de otras lesiones le ha dejado parapléjico. Y sí, a través de las redes ha ido contando el día a día de su recuperación, pero lo realmente diferente es su discurso, pues desde el minuto cero muestra un optimismo, una practicidad y una fuerza que resulta, cuando menos, sorprendente.

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