Rosa Benito: cuñada, veleta y gif total

Rosa Benito es un ser extraordinario en el sentido más literal del término. Nació en Alicante, pero tiene un acento y unas maneras andaluzas que ya quisieran en la mismísima Chiclana. Peluquera, confidente y sombra de Rocío Jurado, ha intentado, hasta donde ha podido, imitar a la que fue su cuñada. Y como todos los imitadores, la cosa ha salido de aquella manera.

Por mimetizarse ha sido capaz de casi todo, como emular el deje de la chipionera y hasta la forma que tenía la más grande de ahuecarse la melena; rezar a la Virgen de Regla hasta entrar en trance, hablar como si solo supiera pronunciar frases redondas, aunque en el fondo no sean más que un puñado de frases huecas. Porque debe haber algún lugar en el infierno de donde todos estos personajes sacan semejantes idioteces. “Deja que tu corazón guíe tu vida”, dice Rosa en sus redes sociales. Delicioso.

En las guerras familiares entre los Mohedano, los Carrasco, los Jurado y asociados ha jugado a contentar a todos. Y en estos tiempos fucsias y azules, con herencias, trampas y rencillas de por medio, ha salido escaldada de demasiadas partes. Rosa es rubia, tiene tipazo y encima aspira a bienqueda. Y todo, hija de mi vida, no puede ser.

En la vida de Rosa hay siempre muchísima intensidad. Sus hijos le duelen porque los ha “parío”, le dura más el duelo por la muerte de su cuñada que a ningún otro familiar. De ahí uno de los mejores apodos que le podrán poner jamás, acuñado por Bob Pop, que es el de “cuñada viuda”. Tontea con el que fue su marido durante décadas aunque se hayan dicho de todo en televisión. Rosa se pone a veces juguetona, aunque no tanto como el que fue su cuñado, José Ortega Cano, el del “semen de Fuerza” (Nueva).

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La hemos visto rebozarse por la arena de la playa con el padre de sus cuatro hijos en la edición de ‘Supervivientes’ de la que fue justa vencedora. Le hemos escuchado decir que llevaba años sin saber lo que es un cine, la hemos visto mandando callar a ese señor al que morreaba entre ola y ola días antes: “Es MI momento”, le dijo. Fue el principio del fin de su matrimonio, pero fue el inicio de @rosapepioficial, que es como se llama en Instagram. A mí estos detalles me inhabilitan para desplegar mi crueldad, ojalá a ustedes les pase lo mismo.

Rosa ha dicho tantas cosas que ahora tenemos que vivir con detalles que no necesitábamos. Como que su exmarido le cantó ‘Las mañanitas’ por teléfono en uno de sus últimos cumpleaños y que le sale muy rico el arroz con conejo. Es de esa generación de españoles que dice o escucha 'conejo' y guiña un ojillo. Picarona.

También es de esas que se jactan de haberlo dado todo sin medida en cada una de sus facetas. Mujer, madre, esposa, amiga, cuñada, presidenta de la comunidad de vecinos o de un club de fans. Defiende a los suyos como leona de melena cardada, mira a la cámara y coquetea. Rosa gusta, se gusta y a veces nos gusta.

Pero la mejor Rosa es la que se pone seria y se hace viral. Como aquel día en el que dijo: “No puedo más, ya no puedo tirar más del carro”. O cuando, simulando que estaba arañando la cara de su exmarido, le amenazó gritando: “¡Te arrastro!”. Son también sonadas otras intervenciones más recientes, como aquella en la que se pensó que, en vez de en el plató con Sonsoles Ónega, estaba en el teatro romano de Mérida y pronunció: “Y hoy es todo tristeza. Hoy es invierno total”. O cuando afeó a uno de los colaboradores la idea de regalar en una boda una actuación de Tanxugueiras porque entendió que era una sandwichera.

Rosa es cuñada, es veleta. Un gif total.