Muere Luisa Revuelta, dueña de Naturhouse y el hotel Las Dunas de Marbella
Ha fallecido en Madrid Luisa Rodríguez, esposa de Félix Revuelta, uno de los empresarios más acaudalados de España. Era famosa por sus fiestas, su amor a la poesía y su gran energía
Todos los veranos, Luisa Rodríguez celebraba en su casa de Marbella su cumpleaños. Sus fiestas eran famosas por su puesta en escena: preparaba unas mesas maravillosas, nadie quería perdérselas. Hace unos años incluso acudió Carla Bruni, que estaba en Barcelona de gira, con su marido Nicolas Sarkozy. El verano pasado, Luisa y su fiesta no defraudaron: hubo música, comida y bailes. Sin embargo, una sensación de tristeza invadió a los invitados. Todos sus amigos ahí reunidos sabían que sería la última. Luisa sufría de cáncer de pulmón, una enfermedad con la que llevaba tiempo luchando y que la terminó apagando este lunes por la noche en Madrid. Tenía 73 años.
Luisa Rodríguez y su marido, Félix Revuelta, habían montado un imperio de la nada. Dueños de Naturhouse y del hotel Las Dunas de Marbella, también tenían intereses en bodegas, hoteles y el sector inmobiliario. Todo se gestiona desde el grupo Kiluva, una marca formada a partir de las iniciales de la matriarca, Luisa, y sus hijos, Kilian y Vanesa. Luisa era una persona muy querida. Sus amigos la recuerdan como una mujer generosa, simpática y con mucha fuerza. Una asturiana enérgica y disfrutona que quiso vivir a tope hasta el final e incluso estando ya muy malita se fue a ver a su hijo Kilian, amante de los deportes extremos, competir en el rally Paris Dakar en la modalidad Classic. Le encantaba la poesía y había escrito un libro. No le frenaba nada.
Los Revuelta empezaron su negocio en Cataluña, donde vivieron durante muchos años hasta que decidieron mudarse a Madrid, preocupados por el auge del independentismo. Su vínculo con Andalucía y Marbella también es estrecho y desde Málaga lograron convertir su empresa en un referente de la vida sana. Entre sus amigos figuran Susana Gallardo, exmujer del dueño de Pronovias y actual esposa del político francés Manuel Valls, además de toda la élite empresarial española y la élite social marbellí.
Desde hace más de una década, Marbella se ha convertido en uno de los cuatro lugares donde el matrimonio reparte su tiempo, junto con Barcelona, Madrid y Miami, ciudades a las que Revuelta se desplaza con su propio jet privado. “Viajo y lo alquilo. Estoy casi en cuarenta países y no podría hacerlo de otro modo. Viajo a seis cada semana”, confesaba hace unos años el empresario en una entrevista. Luisa y Félix no tenían reparos en mostrar su alto tren de vida, y cuando se compraron una casa en la Costa del Sol, una de las primeras cosas que hicieron fue poner una bandera española —“y la europea”— “porque aquí no me insultaba nadie”, confesaba en una entrevista al diario 'El País'.
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Sus hijos Kilian y Vanesa son los herederos del imperio creado por sus padres; él ejerce de vicepresidente y ella se encarga de la rama internacional. Kilian es un hombre discreto entusiasta de los deportes de riesgo: de joven jugaba al fútbol americano, que perfeccionó durante sus estudios en Boston y en Belfast, y hace unos años atravesó el Atlántico a vela, desde Barcelona hasta el Caribe. No arriesga solo. En sus aventuras le acompaña su mujer, Mercedes Montamara, su copiloto en los dos rallies en los que ha participado además de sus travesías marítimas.
Vanesa, menos aventurera que su hermano pero igual de entusiasta que sus padres, organizó hace unos años su boda en Marbella. Fue una fiesta con el sello Revuelta: por todo lo alto. Vanesa se casó con Guillermo García Elvira en la finca marbellí La Concepción, muy cerca de Puerto Banús, uno de los lugares más lujosos de la costa mediterránea. A la boda no faltaron grandes amigos de la familia como los periodistas Luis del Olmo y Pedro J. Ramírez, Fiona Ferrer, la empresaria Sandra García-Sanjuán, promotora del festival Starlite, o el escultor Lorenzo Quinn, hijo del actor Anthony Quinn.
Hace unos años, el matrimonio Revuelta perdió 45 millones tras invertir en el Banco Popular, un acontecimiento que vivieron con mucha deportividad: "Los empresarios estamos acostumbrados a perder y a ganar. Si ganáramos siempre sería la leche", confesaba en una entrevista. Con respecto a ese hecho, la propia Luisa admitía: "Mi marido tiene muy buen humor, sabemos que lo más importante es la salud; lo material, igual que lo has ganado lo puedes perder, no pasa nada”. Descansa en paz, Luisa, pronto montarás tu primera fiesta en el cielo.
Todos los veranos, Luisa Rodríguez celebraba en su casa de Marbella su cumpleaños. Sus fiestas eran famosas por su puesta en escena: preparaba unas mesas maravillosas, nadie quería perdérselas. Hace unos años incluso acudió Carla Bruni, que estaba en Barcelona de gira, con su marido Nicolas Sarkozy. El verano pasado, Luisa y su fiesta no defraudaron: hubo música, comida y bailes. Sin embargo, una sensación de tristeza invadió a los invitados. Todos sus amigos ahí reunidos sabían que sería la última. Luisa sufría de cáncer de pulmón, una enfermedad con la que llevaba tiempo luchando y que la terminó apagando este lunes por la noche en Madrid. Tenía 73 años.