7 curiosidades que aún no sabes sobre Ona Carbonell: su antes y después de la piscina
La nadadora olímpica, que acaba de colgar el bañador, tenía pánico al agua fría y estuvo al borde de la depresión en sus inicios. Ahora comparte con niños los secretos de su triunfo
En sus casi dos décadas de trayectoria ha acumulado medallas, hasta 92, laureles y reconocimientos. Pero para Ona Carbonell, que hace dos semanas escasas anunciaba su retiro de la competición, su mayor victoria ha sido personal.
Madre de dos hijos, puso en valor la maternidad en las deportistas de élite, y esa realidad transcendía a la sociedad al crearse la Comisión de Maternidad y Deporte en el Comité Olímpico Español. Además, la mujer con más condecoraciones en el mundo de la natación ha sido un ejemplo de sacrificio, esfuerzo y entrega. A punto de cumplir los 33 años, descubrimos algunas cualidades personales de esta campeona del agua que también marcaron su carrera profesional.
La pesadilla en el agua
De niña, Ona Carbonell se apuntó a gimnasia rítmica como tantas otras niñas. Pero su pasión por el agua la llevó a decantarse por la natación artística, donde se inició a los 10 años en el Club Náutico de Barcelona. En aquellos comienzos se obsesionaba con el agua, pero el frío que pasaba en la piscina se convirtió en una pesadilla. No podía quejarse y le impedía concentrarse, hasta que “una entrenadora me dijo una frase que ha sido determinante en mi carrera, ‘los buenos se quejan y los mejores se adaptan”, reveló al periódico ‘El País’.
Con las rodillas atadas
Antes de los 18 años, Ona ganó sus primeras medallas en el Campeonato del Mundo Júnior. Llegó a competir en tres categorías: infantil, júnior y absoluta. Las sesiones de entrenamiento nunca acababan, y ser la mejor se convirtió en una obsesión, hasta el límite que se planteó operarse las rodillas porque Anna Tarrés, por entonces seleccionadora nacional, le echaba en cara que no las juntara. No llegó a la intervención, pero sí a dormir con esa parte de las piernas atada con una goma elástica.
Al borde de la depresión
Pudo soportar la presión de aquellos primeros años de competición. Pero el peor momento llegó cuando se vio fuera del equipo olímpico de Pekín 2008. “Fue un golpe muy duro y casi entro en una depresión”, reveló a TVE. Luego se resarció en Londres 2012, donde obtuvo dos medallas, la de plata en modalidad de dúo con Andrea Fuentes, y la de bronce como equipo. “Esta cita fue lo más grande que he vivido como deportista”, declaró.
Palabras en lugar de música
También hizo historia con una de sus actuaciones en solitario. Como banda sonora, la nadadora se inspiró en el discurso de Nelson Mandela que este pronunció el año 2000 y que ponía de relieve el poder del deporte para cambiar el mundo. Ella lo utilizó como melodía en el Mundial Gwangju (Corea del Sur), en 2019, y se hizo con otra medalla de plata.
Con las nuevas generaciones
En El Collell (Girona), ha instalado su propio Summer Camp, donde comparte con los niños los secretos de la natación sincronizada y les trasmite valores tan importantes para ella como la disciplina y la motivación, además de la pasión por el deporte. “Cada verano vienen al campamento 200 niñas y les explico que el fracaso es el camino al éxito. Si nunca caes, nunca conseguirás nada”, explica en la web de este centro de ocio y formación.
Una vida de ingravidez
Cuando en 2018 se presentó a ‘Masterchef Celebrity’ no sabía ni freír un huevo, aseguró a los asistentes al Foro de Jóvenes Talentos, organizado por el Basque Culinary Center (BCC). Pero cuando la cogieron se convirtió en su nueva obsesión. Estuvo trabajando duro con Jordi Roca, del Celler de Can Roca, para distinguir los alimentos. Y se enamoró también de la cocina, convirtiéndose en ganadora de esa edición. “Me lo he tomado como si fueran unos Juegos Olímpicos”, reveló tras el triunfo
Lo peor de aquella experiencia culinaria fue tener que estar tanto tiempo de pie realizando las pruebas. Como les ocurre a otros nadadores, Ona Carbonell ha pasado muchas horas de su vida en ingravidez, como si de una sirena se tratara.
Los nombres de sus hijos
Ona Carbonell ha formado una familia con el exgimnasta Pablo Ibáñez, a quien conoció en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (Barcelona), donde ambos entrenaban sus respectivas disciplinas. Tienen dos hijos y llaman la atención los nombres elegidos. El de Kai, que nació en agosto de 2020, tiene un vínculo muy potente con el universo de su madre: significa mar para los hawaianos. Teo es el segundo, nacido en junio del año pasado, y su nombre es de origen griego: significa ‘la presencia de Dios’.
En sus casi dos décadas de trayectoria ha acumulado medallas, hasta 92, laureles y reconocimientos. Pero para Ona Carbonell, que hace dos semanas escasas anunciaba su retiro de la competición, su mayor victoria ha sido personal.