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Alberto Núñez Feijóo: una infancia de pueblo, bici y pesca
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ELECCIONES 23-J

Alberto Núñez Feijóo: una infancia de pueblo, bici y pesca

Dicen que la infancia marca la vida para siempre. La del político del PP discurrió en una aldea de Galicia, junto a su abuela. Un niño feliz subido a una bicicleta

Foto: Alberto Núñez Feijóo (dcha), con su abuela Eladia, su hermana y sus primos. (Cortesía)
Alberto Núñez Feijóo (dcha), con su abuela Eladia, su hermana y sus primos. (Cortesía)

La primera vez que Alberto Núñez Feijóo (Ourense, 61 años) ganó unas elecciones y se convirtió en presidente de la Xunta llamó a su padre para comunicárselo: "Papá, hemos ganado". Saturnino, sin darle mayor importancia, contestó: "Y el Depor también, ¿no?". Esta anécdota, muy conocida en los ambientes políticos gallegos, resume bien el carácter del padre de Feijóo, fallecido en 2016 a los 83 años, un hombre sencillo a pesar de la consolidada trayectoria política de su hijo, convertido en presidente de la Xunta de 2009 a 2020, cuatro mandatos consecutivos en los que siempre ha ganado por mayoría absoluta.

La sencillez es también uno de los rasgos de carácter de Feijóo, que creció alegre en una aldea de la Galicia profunda. “Fue una infancia feliz, en plena naturaleza. Recuerdo siempre la vida junto al río, donde pescábamos. Y la bicicleta: iba a todas partes en bicicleta…”, confesaba él mismo en 2020 a 'El Mundo'.

Alberto se crió en Os Peares, una aldea a la orilla del río Miño que vivió sus años de esplendor durante los años 50 y 60, cuando un ejército de operarios se instaló en esta zona para construir los cuatro grandes embalses de la Ribeira Sacra. Aquella aldea era entonces una localidad llena de negocios como el de Eladia, la abuela de Feijóo y una de las personas más importantes de su biografía. En su colmado vendía desde comida hasta lápices, zapatillas o pienso para animales, una mercancía tan polivalente que los vecinos del pueblo lo bautizaron “o Corte Inglés pequeno”.

En él, Eladia trabajaba de sol a sol y abastecía a los vecinos de hasta 10 km a la redonda. Esta mujer, decidida y de carácter, no solo se encargaba de su negocio, que incluía una edificación anexa donde se horneaban pan y empanadas gallegas, también tuvo que sacar adelante a ocho hijos tras quedarse viuda a los 52 años. La sexta, Sira, es la madre de Feijóo.

Su padre, Saturnino, se desplazó hasta Os Peares cuando se enteró de que se necesitaban obreros para trabajar en el embalse. “Empezó como listero, una especie de administrativo que regulaba las contrataciones, y acabó siendo uno de los afortunados que pasó a formar parte de la plantilla de manera más o menos fija”, cuenta el periodista Fran Balado en 'El viaje de Feijóo: El niño de aldea que nunca perdió unas elecciones', publicado en 2021 en La Esfera de los Libros, uno de los manuales que mejor retrata al político del PP.

Los caminos de Sira y Saturnino se cruzaron casi de forma natural en aquella pequeña y bulliciosa localidad donde ella ayudaba a su madre al frente del ultramarinos familiar. Aunque muchos hermanos salieron del pueblo cuando se casaron, Sira y Saturnino se quedaron en Os Peares, e hicieron algo contracorriente: irse a vivir con la suegra. De esa forma, Sira tenía el trabajo en la planta baja de su vivienda y Eladia podría ayudar al joven matrimonio con su hijo Alberto, nacido solo un año después de su boda.

“Mi madre convenció a mi padre para que fueran a vivir con mi abuela cuando ella enviuda. Yo nací en esa casa y me quedé allí hasta los 10 años, cuando me voy interno a León. Mi abuela era una especie de referencia moral y ética. Nunca tuvo una peseta. No tenía interés en ganar dinero; al revés, tiraba a la baja los precios porque pensaba que ganar mucho dinero no era correcto. Su objetivo no era material, sino sacar adelante a sus ocho hijos... y salieron todos muy listos”, contaba el propio Feijóo en 'XL Semanal'.

En efecto, la relación entre Feijóo y su abuela fue siempre muy especial y las referencias a Eladia son constantes en su biografía. La devoción era mutua y quienes conocen a la familia cuentan que Alberto era su nieto favorito: “Si le mandaran elegir entre los brazos de Eladia y los brazos de Sira, pondrían al pequeño Alberto en un gran aprieto”, apuntaba un familiar en el libro de Fran Balado.

En él se retrata a Feijóo como un producto de la España rural –algo que ha recalcado él mismo–, y qué puede ser más producto de la España rural que acudir a la escuela en bicicleta, en San Pedro, a cinco kilómetros de su casa, en un recorrido que practicaba cuatro veces al día ya que solía volver a comer a casa. Si como dice Rousseau lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre, en algún rincón del corazón de Feijóo debe aparecer ese vehículo de dos ruedas. “Le apasionaba la bicicleta”, recuerda en el libro de Balado una de sus primas, que también recuerda los enfados del pequeño Alberto cuando iban a visitarlo a Os Peares y sus padres no le dejaban cogerla para que jugase con sus primos.

placeholder Vecinos del pueblo de Núñez Feijóo, Os Peares. (EFE)
Vecinos del pueblo de Núñez Feijóo, Os Peares. (EFE)

Otra de las pasiones de Feijóo era pescar, una actividad que no se le daba mal y que ha seguido practicando cuando su agenda se lo ha permitido. “Cogía muchas truchas, aunque el presidente de la Xunta se quita mérito, porque cualquier vecino de Os Peares conocía a la perfección cuál era el mejor momento para acudir al río con la caña. Todo dependía de si abría o cerraba el embalse. Casi casi como pescar en una piscina”, se cuenta en 'El viaje de Feijóo'.

Los recorridos hasta la escuela terminaron para siempre el 10 de septiembre de 1971 cuando Alberto tomó un tren rumbo a León, donde sus padres le habían matriculado en el Colegio Marista Champagnat, un prestigioso centro donde cursaría tres años. Sira y Saturnino querían dar a su hijo la mejor educación, conscientes de que una buena formación sería la mejor herencia que le podían ofrecer.

Siguiendo los consejos de un hermano de Eladia le inscribieron en el centro fundado por un monje francés en el siglo XIX. Los buenos resultados no tardaron en llegar. Alberto era un niño obediente y responsable que se adaptó sin rechistar a la estricta rutina del nuevo colegio, un lugar donde todos los días eran el mismo y siempre se repetían sus estrictas rutinas: “Los domingos recibíamos las tareas de la semana, y los niños se encargaban de la limpieza de las habitaciones, las aulas y los baños”, contaba el propio Feijóo en una entrevista. “Alberto era muy tranquilo y, sobre todo, muy equilibrado, inteligente y trabajador”, recordaba en 2009 uno de sus profesores a el 'Diario de León'.

Después de León, Feijóo se desplazó a Ourense para cursar bachillerato. Aunque Sira y Saturnino tenían otra hija, Micaela, seis años más joven que su hermano, la madre echaba de menos a su primogénito y se descartó la posibilidad de que ingresara en otro internado. Feijóo terminó su formación con buenas notas, aunque nunca fue el mejor de su clase.

Después llegó la elección de carrera, Derecho, que cursó en la Universidad de Santiago de Compostela, la ciudad donde Feijóo se reveló como un ave nocturna: “Pese a que se prodigaba mucho por la noche, Feijóo nunca fue bebedor de alcohol, y mucho menos consumidor de otro tipo de drogas”, cuenta Balado en su libro. La edad adulta se abría paso con fuerza y atrás quedaron los paseos en bicicleta y las tardes pescando en el río en Os Peares.

La Galicia rural se dio la mano con la España vaciada y en el pueblo donde creció Feijóo hoy solo quedan un centenar de vecinos. No importa, allí arrancó el pasado 6 de julio su campaña. En ese rincón de Galicia, Alberto siempre se encontrará con su infancia, con su patria.

La primera vez que Alberto Núñez Feijóo (Ourense, 61 años) ganó unas elecciones y se convirtió en presidente de la Xunta llamó a su padre para comunicárselo: "Papá, hemos ganado". Saturnino, sin darle mayor importancia, contestó: "Y el Depor también, ¿no?". Esta anécdota, muy conocida en los ambientes políticos gallegos, resume bien el carácter del padre de Feijóo, fallecido en 2016 a los 83 años, un hombre sencillo a pesar de la consolidada trayectoria política de su hijo, convertido en presidente de la Xunta de 2009 a 2020, cuatro mandatos consecutivos en los que siempre ha ganado por mayoría absoluta.

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