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Benito Rabal hace memoria: su verdadera herencia, su hermano secreto y el amor
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Benito Rabal hace memoria: su verdadera herencia, su hermano secreto y el amor

El escritor y guionista publica hoy 'Gracias por mi vida' (La Esfera), donde hace un sentido homenaje a sus padres, los actores Paco Rabal y Asunción Balaguer, y revela detalles inéditos de sus vidas. Publicamos varios fragmentos en primicia

Foto: Paco Rabal y Asunción Balaguer el día de su boda, en 1951. ('Gracias por mi vida')
Paco Rabal y Asunción Balaguer el día de su boda, en 1951. ('Gracias por mi vida')

"El valor del ser humano no radica en el éxito que haya conseguido o en cuanto sea capaz de acumular, sino en la bondad y el aprecio a su dignidad. No perder nunca la inocencia, saber que cada día, pasen los años que sean, aún se aprende; comerte la vida a bocados y disfrutarla; creer en un mundo más justo y luchar para conseguirlo; saber que todo es permisible menos vivir del sufrimiento ajeno. Esa es mi herencia, el regalo de su legado, los sólidos cimientos sobre los que he intentado construir mi vida". Con estas palabras comienza Benito Rabal, hijo de los actores Paco Rabal y Asunción Balaguer, el libro de memorias que publica hoy la editorial La Esfera. En 'Gracias por mi vida', el director de cine, guionista y escritor hace un emotivo homenaje a sus padres, a los que retrata con sus luces y sombras en una España en pleno franquismo.

—Francisco Rabal, que se acaba de incorporar a la compañía, María Asunción Balaguer, nuestra primera dama joven —les presentó Tamayo con su hablar acelerado que acompañaba al guiñar de ojos, fruto de su carácter nervioso.

placeholder Paco Rabal y Asunción con sus hijos Benito y Teresa. ('Gracias por mi vida')
Paco Rabal y Asunción con sus hijos Benito y Teresa. ('Gracias por mi vida')

Así describe Benito Rabal ese primer encuentro entre sus padres, que iban a trabajar juntos en la Compañía de Tamayo. En tono de novela, el escritor describe las trayectorias de sus padres como cómicos, pero también su travesía para formar una familia. "Los recelos de mi madre hacia aquel muchacho algo tosco de voz tormentosa habían desaparecido ante su arrolladora simpatía, su empeño en aprender y, sobre todo, el cariño que mostraba hacia su familia", escribe. Él escribía largas cartas a su familia, y ella, curiosa, un día le preguntó qué les contaba.

"'¿Y las novias? ¿También les hablas de las novias?', insistió mi madre, no sin cierta picardía. De todos era conocido que allá donde llegaran con la compañía, Paco no tardaba en hacer amistades femeninas. Incluso cuando estuvieron de gira por las islas Canarias, se enamoró de él la mujer que regentaba una casa de mala reputación, obsequiándole con alojamiento y estridentes corbatas que arrancaba del cuello de los marinos norteamericanos para colocarlas en el del joven actor, el cual, con gesto amable y agradecido, sabía devolvérselas".

placeholder Portada de 'Gracias por mi vida' (La Esfera).
Portada de 'Gracias por mi vida' (La Esfera).

Una noche volviendo de Tánger, ambos "dieron rienda suelta a la seducción". "Era algo que tenía que pasar, que los dos, aun sin ser plenamente conscientes de ello, intuían que pasaría. Y pasó. Estuvieron toda la noche hablando. Mi madre sincerándose sobre los obstáculos que había que tenido que vencer para cumplir su vocación. Mi padre contándole de su familia, malviviendo en los barracones de Cuelgamuros, en la sierra de Madrid, donde mi abuelo trabajaba en la construcción de lo que sería el Valle de los Caídos. Y para aliviar la tristeza, hilvanando una tras otra, anécdotas y chascarrillos".

La boda llegó en enero de 1951, se celebró en Barcelona. "El luto nunca ha faltado en las casas humildes. Siempre hay una vestimenta negra con la que mostrar el dolor y, aunque esta vez el motivo era de alegría, mi madre se casó con un traje de ese color para no desentonar con los de su recién estrenada familia. La celebración, como la ceremonia, fue sencilla. Una comida en el piso del barrio de Gracia con mi abuela y mis tíos maternos, mi abuelo, mi tía Lolita y mi 'chacha' Dolores, que así es como se llama a las tías en Murcia". Once meses después nació Teresa Rabal, morena como su padre, a pesar de que en la familia Balaguer solían salir rubios los niños. Cuenta Benito en las memorias, quizá tragando saliva, cómo su madre en la antesala de la muerte, cuando ya la habían comenzado a sedar, "levantó la mirada y nos vio a mi hermana y a mí junto a ella. '¡Mis morenitos!', suspiró con una sonrisa".

placeholder Paco Rabal y Asunción Balaguer bailando en una discoteca en los 60. ('Gracias por mi vida')
Paco Rabal y Asunción Balaguer bailando en una discoteca en los 60. ('Gracias por mi vida')

Paco Rabal y Asunción Balaguer fueron uno de los matrimonios más conocidos del ambiente artístico del siglo XX. Rabal falleció en 2001 en Burdeos (Francia); Balaguer le sobrevivió casi 20 años. Tuvieron dos hijos, Teresa y Benito Rabal, que vivían solo aparentemente en la abundancia generada por el éxito de sus padres. "A pesar de las apariencias, la bondad de nuestra economía familiar pertenecía, como casi todo lo que nos rodeaba, más al reino de la ficción que al mundo real. No había rentas, ni inversiones y menos aún, herencia alguna. El único dinero que entraba era el que pudieran ganar mis padres. El mismo que también salía a una velocidad sorprendente, sobre todo por la cantidad de personas que tenían a su cargo", escribe Rabal.

El hijo del matrimonio no soslaya los malos momentos, como el día que descubrió que su padre tenía un hijo secreto del que no quiere dar nombre ni apellidos. "Nunca había visto ni a mi madre tan llena de ira y resentimiento ni a mi padre tan dispuesto a ponerse el mundo por montera. El motivo no podía ser otro que los celos [...] Más bien, me olía a mí que el asunto tenía relación con una serie de misteriosas llamadas de teléfono que desde hacía meses venían ocurriendo".

placeholder Asunción Balaguer en los premios Max. (EFE)
Asunción Balaguer en los premios Max. (EFE)

"Cuando era mi madre quien descolgaba el aparato, recibía la callada por respuesta, pero si, en cambio, contestábamos mi hermana o yo, la cosa cambiaba: 'Sé que estáis solos en casa. Os estoy vigilando', aseguraba una voz femenina desde el otro lado de la línea. Y a veces la advertencia se tornaba en seria amenaza. 'Voy a quemar la casa con vosotros dentro, para que sepa vuestro padre lo que es sufrir", recuerda Benito Rabal, entonces un adolescente que también empezaba en esto del amor.

El hermano desconoce ser hijo de Paco Rabal

Las infidelidades de Rabal eran 'vox populi', también en la familia. "Que mi padre había tenido algunos escarceos era evidente. Era difícil no tenerlos con tanto cortejo a su alrededor y tantas idas y venidas. No soy quién para juzgarle, ni creo que haya nadie capacitado para hacerlo excepto mi madre, que tampoco lo hizo. Era su elección y el amor que se tuvieron compensaría el resto. Pero esta vez la cosa parecía más seria. Tanto que, fruto de esa relación con la misteriosa mujer de las llamadas, nació un niño, un hermano a quien conocí fortuitamente años más tarde. Me guardo su nombre y apellidos para no sacarle de su ignorancia. Revelarle sus orígenes no aportaría nada más que dolor. Ella también estaba casada y no necesitó de ninguna ayuda. Su padre es quien ejerció como tal. La biología no tiene nada que decir al respecto".

placeholder Entierro de las cenizas de Paco Rabal. ('Gracias por mi vida')
Entierro de las cenizas de Paco Rabal. ('Gracias por mi vida')

Y, sin embargo, el amor de ambos prevaleció siempre, sobre cualquier vicisitud. "En el cementerio, enterradas juntas, como no podía ser de otra manera, están las cenizas de los dos. Antes de cerrar el nicho, dejamos en su interior una botella de moscatel, la bebida preferida de mi madre, dos copitas y la campanilla de cristal con la que mi padre solía llamarla cuando no le alcanzaba la voz. Me gustaría pensar que están juntos. Es mentira. Ya no están. Pero a veces, cuando voy a visitar su tumba, me parece escuchar el tintineo de la campanilla y un entrechocar de copas. También la voz de mi madre repitiendo las palabras que le dijo a la mujer que vivía cerca del almendro donde enterró las cenizas de su marido:

— Por la mañana que se lave la cara, le das un café y no le dejes salir hasta muy tarde".

"El valor del ser humano no radica en el éxito que haya conseguido o en cuanto sea capaz de acumular, sino en la bondad y el aprecio a su dignidad. No perder nunca la inocencia, saber que cada día, pasen los años que sean, aún se aprende; comerte la vida a bocados y disfrutarla; creer en un mundo más justo y luchar para conseguirlo; saber que todo es permisible menos vivir del sufrimiento ajeno. Esa es mi herencia, el regalo de su legado, los sólidos cimientos sobre los que he intentado construir mi vida". Con estas palabras comienza Benito Rabal, hijo de los actores Paco Rabal y Asunción Balaguer, el libro de memorias que publica hoy la editorial La Esfera. En 'Gracias por mi vida', el director de cine, guionista y escritor hace un emotivo homenaje a sus padres, a los que retrata con sus luces y sombras en una España en pleno franquismo.

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