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La guerra de Eulen: la semilla que sembró una boda y acabó costando un título
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La guerra de Eulen: la semilla que sembró una boda y acabó costando un título

La familia Álvarez Mezquíriz ha llegado a un entendimiento tras 15 años de desencuentros familiares que comenzaron con la tercera boda del patriarca, marqués de Crémenes

Foto: La presidenta ejecutiva de Eulen recibe un premio como empresaria del año en EEUU. (EFE/Kena Betancur)
La presidenta ejecutiva de Eulen recibe un premio como empresaria del año en EEUU. (EFE/Kena Betancur)

Fue de las últimas cosas que hizo don Juan Carlos como Rey en ejercicio, en mayo de 2014. La abdicación ya estaba en marcha (se conocería apenas dos semanas más tarde), y el antiguo monarca quería dejar algunas cosas arregladas. A mediados de ese mes, el Rey concedió cuatro títulos nobiliarios (los últimos que se otorgarían, dado que Felipe VI no ha hecho uso de este privilegio). Quiso mostrar su "real aprecio" por la académica Carmen Iglesias otorgándole el condado de Gisbert; por el doctor Valentín Fuster, dándole el marquesado de Fuster; por el científico Santiago Grisolía, otorgándole el marquesado de Grisolía; y por David Álvarez, fundador del grupo Eulen, concediéndole el marquesado de Crémenes. Aunque la gran mayoría de los títulos otorgados por el monarca pueden pasar a sus sucesores, en el caso de Carmen Iglesias y de Álvarez, el título era solo vitalicio.

Todo aquel que conociera a David Álvarez sabía que, si de algo estaba orgulloso, era de sus orígenes. El fundador del Grupo Eulen nació en una bella localidad leonesa enclavada en el parque regional de los Picos de Europa, Crémenes. El río Esla atraviesa sus tranquilos pazos, pintando un idílico paisaje que estaba también presente en la planta noble de Eulen, recordando a todos la semilla de una empresa que ahora emplea a más 75.000 personas. Por eso, cuando el ya marqués de Crémenes recibió la llamada en la que se le anunciaba la distinción concedida por el Rey, la alegría fue máxima. Tenía 87 años y seguía yendo a trabajar todos los días.

placeholder David Álvarez (izquierda) con la reina Sofía y otros empresarios. (EFE)
David Álvarez (izquierda) con la reina Sofía y otros empresarios. (EFE)

Los títulos nobiliarios pueden ser concedidos de modo vitalicio o hereditario. En el primer caso, se extinguen con la vida de la persona agraciada con el título, y sus herederos no tienen la facultad de solicitar su sucesión. Todos los títulos que el Rey concede a sus familiares (el infantazgo de su primo don Carlos de Borbón, y los ducados de las infantas Pilar, Margarita, Elena y Cristina) son vitalicios. Con excepción de estos, solo tres de los 55 títulos concedidos durante la etapa de reinado de Juan Carlos no fueron hereditarios (el señorío de Meirás es un caso aparte). El primero, el de Salvador Dalí. Viudo y sin descendientes, el marqués de Dalí de Púbol pidió expresamente que su distinción no pudiera ser heredada por unos parientes con los que no se llevaba demasiado bien. El segundo es el de la académica Carmen Iglesias. La condesa de Gisbert era hija única y tampoco tiene descendencia. No era el caso del tercer marqués en discordia, David Álvarez, que tenía siete hijos en el momento de la concesión.

"La dilatada y fructífera trayectoria de don David Álvarez Díez en el sector empresarial, donde ha destacado por su capacidad de adaptación a las necesidades del mercado y su preocupación por la formación profesional, merece ser reconocida de manera especial", explicaba Juan Carlos I en el texto que reproducía el BOE donde se le concedía el marquesado. La decisión era lógica. El monarca evitaba así que el marquesado de Crémenes terminara en manos de la polémica familia de Álvarez, conocida por su lucha fratricida por el poder.

placeholder Pablo Álvarez, consejero delegado de Vega Sicilia. (EFE)
Pablo Álvarez, consejero delegado de Vega Sicilia. (EFE)

La guerra de los Álvarez, que hasta 2009 había proyectado una imagen de familia ejemplar, con los siete hijos de don David involucrados en mayor o menor medida en los negocios del linaje, estalló de manera pública a principios del año siguiente. Entonces, según una de las versiones, cinco de los hijos quisieron tomar el control de la empresa. Otras fuentes dicen que fue don David quien intentó primero apartar a sus hijos del Consejo de Administración.

Aunque el patriarca fue relegado en un primer momento de su silla en el consejo de Eulen, poco después recuperó el control gracias a su mayoría accionarial y al apoyo de dos hijos leales, María José (actual presidenta ejecutiva de Eulen) y Jesús David (fallecido hace unos meses). Cosa distinta ocurrió con El Enebro, la sociedad patrimonial familiar propietaria de Bodegas Vega Sicilia o de Valles del Esla, una plaza que sí pudieron conquistar los hijos que la prensa bautizó como 'díscolos'. La familia se partió en dos e iniciaron una guerra a campo abierto.

En realidad, la semilla de la enemistad empresarial se había sembrado poco antes, en el terreno familiar, con la tercera boda de David Álvarez. El empresario se casó joven con María Vicenta Mezquíriz, quien ayudó a crear el imperio de Eulen con esfuerzo, trabajo y sacrificios y tuvo a sus siete hijos. Vicenta falleció en 1985 dejando desolada a su familia, pero el empresario rehízo su vida con el tiempo, eligiendo para ello a una de sus más estrechas colaboradoras, María Teresa Vidaurrázaga, quien también falleció.

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Álvarez con Mayor Oreja. (EFE)

En septiembre de 2009, el patriarca volvió a casarse. Esta vez con María Teresa Esquisabel Barrena, quien había sido su secretaria durante años, en una ceremonia en la finca familiar de El Escorial. Fue la última ocasión en la que estuvieron todos juntos. A ninguno de los hijos le entusiasmaba la idea de que su padre se volviera a casar con una mujer 25 años menor, aunque se habían tomado las medidas legales oportunas para proteger la fortuna y el conglomerado empresarial.

El fundador de Eulen falleció en 2015 sin haber logrado el entendimiento con sus hijos. La paz ha llegado mucho tiempo después. En concreto, ha sido esta semana cuando la familia Álvarez Mezquíriz ha decidido enterrar el hacha de guerra públicamente deshaciendo su unión en las dos empresas en las que compartían accionariado. De esta manera, María José Álvarez controlará la totalidad del capital del Grupo Eulen, mientras que sus hermanos Pablo, Emilio, Juan Carlos, Elvira y Marta se quedarán con El Enebro, la sociedad patrimonial que maneja la bodega Vega Sicilia. Con este acuerdo, adelantado por el diario 'Expansión' y confirmado por ambas compañías, se dan por cerrados los procesos judiciales que existían entre ambos bandos familiares, poniendo fin al conflicto.

Teniendo en cuenta todo lo que ha ocurrido entre ellos, los hermanos han querido aprovechar el escueto comunicado para mostrar su agradecimiento "a las personas ajenas a la familia que han contribuido y facilitado la consecución de este acuerdo". Además, sostienen que esta reestructuración determinará "un fortalecimiento de ambos grupos empresariales y una mayor dinamización y agilidad en la toma de decisiones que exige la actualidad económica". Quizá también en el terreno de la intimidad puedan llegar a ese entendimiento.

Fue de las últimas cosas que hizo don Juan Carlos como Rey en ejercicio, en mayo de 2014. La abdicación ya estaba en marcha (se conocería apenas dos semanas más tarde), y el antiguo monarca quería dejar algunas cosas arregladas. A mediados de ese mes, el Rey concedió cuatro títulos nobiliarios (los últimos que se otorgarían, dado que Felipe VI no ha hecho uso de este privilegio). Quiso mostrar su "real aprecio" por la académica Carmen Iglesias otorgándole el condado de Gisbert; por el doctor Valentín Fuster, dándole el marquesado de Fuster; por el científico Santiago Grisolía, otorgándole el marquesado de Grisolía; y por David Álvarez, fundador del grupo Eulen, concediéndole el marquesado de Crémenes. Aunque la gran mayoría de los títulos otorgados por el monarca pueden pasar a sus sucesores, en el caso de Carmen Iglesias y de Álvarez, el título era solo vitalicio.

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