La última propiedad de Concha Velasco: un ático de 90 m2 al que renunció para pagar a Hacienda
Su última vivienda en propiedad fue un piso en el norte de Madrid, en el barrio de Sanchinarro, que tuvo que vender para hacer frente a sus últimas deudas
Ella quería ser artista, y lo fue. Y además, de las grandes. Más de 65 años en activo en una profesión en la que vivió momentos de luces y de sombras, pero que jamás quiso cambiar. Esa era Concha Velasco, una mujer que siempre supo lo que quería y que nos hizo disfrutar sin parar de su presencia sobre el escenario o tras las cámaras, pues dedicó su vida al espectáculo, aunque no siempre fue de color rosa.
La actriz tuvo diferentes baches económicos a lo largo de su vida y nunca se debieron a la falta de trabajo, pues llegó a ser una de las artistas mejor pagadas de España.
Su última vivienda en propiedad fue un piso en el norte de Madrid, en el barrio de Sanchinarro. Un ático de 90 metros cuadrados con una terraza acristalada en la que, como curiosidad, tenía instalado un futbolín, y en el que lo que más llamaba la atención eran los innumerables libros en las múltiples estanterías que presidían el salón comedor, pues leer siempre fue una de sus grandes aficiones.
La Moraleja y Hacienda
Pero antes de esta casa, tuvo otra mucho más lujosa: un chalé en La Moraleja que compró con Paco Marsó cuando aún estaban casados. Lo hipotecaron para sacar adelante la función ‘Hello, Dolly!’ y, a pesar de que se considera una de las mejores actuaciones de la actriz, no recuperaron la inversión y en 2002 terminaron vendiendo la propiedad. Fue entonces cuando comenzaron los problemas con Hacienda.
Durante más de quince años, la deuda con el erario público fue su gran quebradero de cabeza, tanto que en 2019 optó por vender también el piso en el que vivía para irse de alquiler con su hijo Manuel.
Una decisión dolorosa, pero que, tal como explicaba entonces en una entrevista en la revista 'Semana', le permitió dormir tranquila: “Yo antes pedía plazos y me los concedían. Pero ya no me los daban. No había otra solución. Yo no quería aparecer en la prensa por esto. Sale mucha gente diciendo: 'Me han engañado'. No, no te han engañado. Hay que pagar. A mí no me ha engañado nadie. Lo que pasa es que se podía haber hecho mejor (…). He tenido una vez más que vender todas mis cosas para seguir adelante y no se reacciona igual cuando se tienen 18, 20 o 40 años que ahora con 79. Ha sido la quinceava vez que yo me he cambiado de casa. ¿Tú crees que eso es posible? He tenido que dejar todas mis cosas en un guardamuebles. Me voy a poner a llorar. He pagado a Hacienda, ya no debo nada, pero ha sido doloroso”.
Marsó, su gran lastre en los negocios
En gran medida y siempre atendiendo a lo que ella misma con el paso de los años ha ido contando, muchos de sus problemas se debieron a su matrimonio con Paco Marsó. Se casaron en 1977 y no fue un matrimonio idílico. Ella siempre estuvo muy enamorada, pero a él se le atribuyeron muchas veces infidelidades y el gusto por la fiesta y el alcohol, algo que también repercutió en la economía de ambos, pues desde su ‘sí, quiero’ comenzaron a invertir en diferentes producciones.
Algunas de ellas, como ‘Carmen, Carmen’, funcionaron increíblemente bien, pero otras, como ‘La truhana’, en la que invirtieron todo lo ganado en la anterior, no fue ni mucho menos como esperaban. Se divorciaron en 2010, y él poco después falleció a causa de un derrame cerebral.
En 2017, solo dos años antes de tomar la decisión de vender su casa, había dejado de registrar actividad la única empresa que Concha tenía a su nombre, Velasco Varona SL, dedicada a la producción de todo tipo de largometrajes y mediometrajes, según información del Registro Mercantil.
En aquel año se registraron pérdidas por valor de 5.500 euros y un total activo de 525.755 euros. Ella siempre fue la administradora única de esta empresa, que en sus últimos años estuvo más bien parada, aunque ella continúo trabajando, pero más en la actuación y menos en la producción.
Su sueño siempre fue morir sobre las tablas, como se dice en la profesión, trabajar hasta el último minuto, y aunque no fue estrictamente así, sí trabajó hasta que su salud ya no se lo permitió.
‘La habitación de María’ fue su última obra (escrita por su hijo) y era muy meritorio que en 2021, con 87 años, la actriz no tuviera reparo alguno en enfrentarse al público en directo, algo que requiere mucho esfuerzo y que conlleva mucho desgaste, pero que era su pasión. Y ahora es su gran legado.
Su capacidad de esfuerzo y sacrificio, su optimismo para salir siempre adelante a pesar de los baches, algo que ella misma se reconocía en 2019 cuando logró saldar su deuda con Hacienda: "A mis 79 años vuelvo a empezar. Han sido muchas veces las que he tenido que hacerlo, pero ahora me ha cogido más débil", decía. Pero sobre todo su legado cultural y el trabajo de toda una vida comenzando por la mítica ‘Chica yeyé’, de la que seguro ahora están más que orgullosos su hijos, Manuel Velasco y Paco Marsó, que habrán de repartirse los múltiples premios de la carrera de su madre, sus queridos libros y seguro muchos recuerdos personales con los que recordar a una mujer que enamoró a un país entero.
Ella quería ser artista, y lo fue. Y además, de las grandes. Más de 65 años en activo en una profesión en la que vivió momentos de luces y de sombras, pero que jamás quiso cambiar. Esa era Concha Velasco, una mujer que siempre supo lo que quería y que nos hizo disfrutar sin parar de su presencia sobre el escenario o tras las cámaras, pues dedicó su vida al espectáculo, aunque no siempre fue de color rosa.