Así se conocieron y enamoraron Luis Ortiz y Gunilla Von Bismarck: la historia de amor de un flechazo

La historia de amor entre Luis Ortiz y Gunilla von Bismarck se escribió en las fiestas más exclusivas de Marbella, donde la jet set internacional se encontraba en los años setenta. Precisamente, fue en una de estas celebraciones, en el icónico ‘Marbella Club’, y en concreto en el año 1971, cuando sus caminos se cruzaron por primera vez.

Por aquel entonces, ella, aristócrata alemana de 22 años y bisnieta del 'Canciller de Hierro' Otto von Bismarck, y él, de 21, hijo de Francisco Ortiz, el censor más rígido del franquismo, se enamoraron a primera vista. "Me gustó nada más verlo. Cómo andaba, cómo se movía, esos ojos de Bambi...", confesó Gunilla años después a la periodista Nieves Herrero, recordando aquel encuentro que marcaría sus vidas.

Luis Ortiz, empresario español, conocido por su desenfado y espíritu festivo, era parte del grupo de amigos que animaba las noches marbellíes. "Los Choris", como se llamaban, frecuentaban los lugares más exclusivos y compartían veladas con personajes como Sean Connery y la ex emperatriz Soraya. A pesar de su fama de juerguista, fue Gunilla quien tomó la iniciativa en aquella primera noche.

Desde entonces, comenzaron un romance que estuvo lleno de lujo, fiestas y excesos. En 1978, tras seis años de noviazgo, se casaron en una fastuosa ceremonia en el castillo familiar de Friedrichsruh, en Hamburgo, con la presencia de 120 invitados de la alta sociedad, entre ellos los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia.

Sin embargo, la relación entre la pareja no fue siempre idílica. A Luis no le gustaba el estilo de vida internacional de Gunilla, que alternaba temporadas en Suiza, Mónaco y Brasil, mientras él prefería quedarse en la Costa del Sol, lo que provocaba algunas tensiones. Aun así, siempre encontraron la forma de reconciliarse, hasta su separación en 1989.

Aunque el divorcio parecía definitivo, la pareja nunca se separó por completo y volvieron a vivir juntos al año siguiente. El amor entre ambos trascendió los altibajos, consolidándose en su hijo Francisco y en una vida compartida entre Marbella y las reuniones familiares en su finca brasileña.