Luis Ortiz, el marido de Gunilla von Bismarck que siempre quiso ser 'El Gunillo'

Luis Ortiz ha fallecido este martes en la clínica Quirón de Marbella. Tenía 80 años y un cáncer con el convivió los últimos años además de la diálisis a la que se tenía que someter y que asumía con naturalidad y sin victimizar su situación. Solía utilizar la frase “que me quiten lo bailao”, cuando los asuntos de salud no le eran favorables.

La familia ya sabía que no había vuelta atrás en su enfermedad. Sin embargo, su muerte no era tan inminente. Podía ser en cualquier momento, pero precisamente esta semana su estado físico era estable. Y por eso Gunilla, su hijo y su nuera viajaron a Sevilla el viernes pasado para formar parte del grupo de invitados de los premios Escaparate. Al preguntarle a la que fue la musa de Marbella cómo se encontraba Luis, respondió. “Está mal pero ya sabes lo positivo que es. Nunca se queja de nada. Siempre ha sido así” . Y le faltó poco para hacer suya la frase que utilizaba Luis Ortiz “que le quiten lo bailao”.

Uno de sus apodos era el de ‘Gunillo’, algo que podía parecer despectivo pero a él no le incomodaba, sino todo lo contrario. Llegaba a una de las fiestas que se organizaban en el Marbella Club en los años noventa y, dirigiéndose a los fotógrafos, les decía: “Ya está aquí el Gunillo”.

Y bajaba las escaleras de a mano de la princesa alemana, que siempre fue su referente de amor. Él mismo contaba a los periodistas a los que nos conocía de siempre, que no se podía quejar de la vida que había tenido y repetía su mencionado mantra de “que me quiten lo bailao”. La última vez fue en agosto del 2023 cuando acudió con Gunilla a la gala solidaria de Starlite en la cantera de Nagueles.

Ya estaba algo tocado pero quiso participar y rememorar con los periodistas que conocía las fiestas de Marbella de los años 80 y 90. Él era uno de los personajes de la noche junto a Jaime de Mora y Aragón, su grupo “los choris”, el príncipe Alfonso de Hohenlohe, la duquesa de Alba, la princesa Soraya o el mismísimo Khasogui, al que Luis Ortiz consideraba un exceso en su totalidad.

La noche de Starlite, contaba a la prensa que aquellos “eran tiempos muy divertidos, donde la gente no estaba tan pendiente del que dirán. Lo pasábamos bien, nos divertíamos y es verdad que no éramos el ejemplo de vida contemplativa”.

Y se reía con lo que significaba esa palabra para añadir : “La única que no bebía, ni fumaba y se levantaba pronto aunque se hubiera acostado tarde era Gunilla. En eso y muchas cosas más era totalmente alemana. Puede ser que por esos nos hayamos llevado tan bien al ser el día y la noche”

En este punto hay que aclarar que estuvieron toda la vida juntos. Hicieron un paripé de divorcio que fue legal, pero en el que el interés iba por otros derroteros que nada tenían que ver con un “se nos acabó el amor”. Hubo una buena exclusiva bien pagada y nada más. Nunca se separaron ni física ni emocionalmente. Hay varias anécdotas relativas a esa “escasez”, que no lo era pero la simulaba. En una ocasión, el propio Luis llegó a contar que si le ofrecían el desnudo de ‘Interviú’, lo haría.

Hubo un tiempo en que el tema económico no era tan solvente como sí lo fue cuando falleció la madre de Gunilla. Era dueña de una finca “Villa Ana”, una zona privilegiada al lado del Marbella Club. Llegó la herencia y ya no hizo falta seguir manteniendo una vida de divorciados cuando afectivamente no lo eran. Se vendió por una millonada a un grupo inversor.

Los Ortiz Bismarck se trasladaron a una finca en la carretera de Istán. Una casa grande y varias más pequeñas. En una de ellas vivía el hijo Francisco, una copia de su padre. Trasladaron las fiestas a su nuevo domicilio. Con el tiempo, la mansión se les quedó muy grande y volvieron a mudarse. La misma zona y en la misma finca pero con mejor acceso.

En esta propiedad es donde ha vivido todos estos años Luis Ortiz, feliz y rodeado de amigos que le querían de verdad. Fue un hombre que supo aprovechar lo bueno de la vida y compartirla con los amigos. Descanse en Paz.