Ágatha Ruiz de la Prada da las claves de su historia de amor maduro con José Manuel Díaz-Patón
En su segundo libro, 'Todo por un plan' (La Esfera), la diseñadora habla de su noviazgo con este empresario al que conoció por empeño de Blanca Entrecanales. Publicamos un extracto
[...] Patón es un pelín patoso en estos saraos. Es un tío muy agradable, social, con conversación, pero no es igual que yo. Cuando lo conocí, no le di detalles de si era marquesa o grande de España o nada, porque hay cosas que no hay que decir. Estas cuestiones están relacionadas con saberse mover, y para eso has tenido que ir a muchas fiestas antes y tienes que saber quién es quién. Yo conozco a mucha gente, y es fundamental. Él es de otra manera. Aprecio mucho que me acompañe a todo, porque eso está fenomenal y me encanta. Patón tiene una cosa que comparte con otros muchos señores: a él le parecen simpáticos todos los que le hacen mucho caso. Si tú eres Glenda Jackson o Jack Nicholson pero no le haces ni puto caso, le vas a caer fatal. A mí hay gente que me cae bien o regular o mal, pero nunca en función de lo que me digan. Eso yo no sé si es un poco de inseguridad u otra cosa. Pero vamos, lo hace estupendamente, porque no es nada, nada fácil seguirme el ritmo.
Hacemos muchas veces planes separados, y eso también está bien. ¿Que quiere comer a solas con sus niños? Me parece colosal, es exactamente lo que tiene que hacer, pero yo no voy. Es su tiempo. Si un día coincidimos, pues genial, pero los hijos son de cada uno.
Patón y yo nos conocimos gracias a una amiga mía que se llama Blanca Entrecanales, que nos presentó intuyendo que quizá algo podría pasar. Blanca tiene muchos admiradores y este era uno más de ellos. Me imagino que ella nos presentó porque creía que podríamos conectar. Yo venía de un planazo bestial, y me fui a ver el espectáculo de El mago Pop. Llegué allí y Patón, que también venía, llegó más tarde, porque eso sí, Patón siempre llega tarde. Después del espectáculo, el novio de Blanca, Ignacio Calderón, que es encantador, nos invitó a cenar. Oye, y flechazo total.
"Blanca tiene muchos admiradores y este era uno más de ellos. Me imagino que ella nos presentó porque creía que podríamos conectar"
Hay días en los que las cosas salen. A los tres días ya estábamos juntos. Y la verdad es que fue genial y estuvo absolutamente encantador. Me gustó muchísimo de él lo valiente que fue, porque yo creo que, para estar conmigo, valiente hay que ser un rato. Y considero que tiene mucho sex appeal. Es alto, tiene muy buena planta, sabe mucho de tías… Pero, quizá, una de las cosas que más me gustó es que fuera de campo.
Yo había estado muchos años con una persona que no era nada de campo, y eso lo llevaba mal. Mi sueño recurrente, sobre todo en las épocas de mucho trabajo en las que estaba tan cansada, era acabar en el campo. Y Patón es muy de campo, pero de una forma diferente a la mía. Él es de Puertollano, de los muy bien de Puertollano, pero de Puertollano. Y tiene una finca maravillosa a la que voy bastante porque es una gozada. A lo mejor te das un paseíto por la finca y en un momento, ¡ves doscientos animales! Cien ciervos, cuarenta jabalíes, muflones… ¡De todo! Aquello es como si fuera Disneylandia. Y como a mí me encantan los animales, pues allí estoy feliz. La casa debe tener doscientos años, tiene una chimenea, y es muy, muy agradable.
Todos los que van por allí saben cocinar, comparten, charlan, es muy genial. Y no discutimos nada por ir a un sitio u otro. Yo ya no discuto por nada. Ni con la Lomana. Ya he comprendido que te tienes que adaptar, porque, si no, es imposible. Cada uno debe tener su espacio y su tiempo. Yo siempre tengo mis libros, mis series. Por ejemplo, cuando salió The New Look, estaba chiflorroteada. Pero lo vi sola, porque en la vida hay que saber muy bien qué, cuándo y con quién debes compartir cosas.
Patón fue durante unos años el dueño de Archy. En esa época yo vivía en Marqués de Riscal, donde celebraba mis fiestas de los jueves. Mi ventana, en el primer piso, daba a la calle Marqués de Riscal. Y veía Archy prácticamente desde mi cama. Yo daba mis fiestas, pero era un momento en el que todo el mundo iba a Archy. Yo no, porque mis niños eran pequeños y estaba hasta los huevos de fiestas y de ver a gente. Siete años y medio organicé las fiestas de los jueves. ¡Todos los jueves del año!, menos en agosto, en Navidades y en Semana Santa. Venían trescientas personas, hablaba con todos, y después de la fiesta había veces que me quería morir. Desmontábamos la tienda, hacíamos la fiesta y volvíamos a limpiar el local y a montar todo para seguir vendiendo al día siguiente. No sé cómo lo hacíamos, pero jamás subía lo que había bajado. Era una currada bestial. Había días tan bestias que después de la fiesta, muerta, aún tenía una cena y, por supuesto, tenía que ir.
"Hay otras dos cosas que me encantan de Patón. La primera, sus amigos. Tiene muy buenos amigos, los ve mucho y me gustan muchísimo, me caen fenomenal. Y la segunda, que cocina"
Para mí, ir a aquellas cenas era como si me clavaran cuchillos, porque estaba agotada. Y desde luego, lo que menos me apetecía del mundo era ir a Archy después a tomar copas, entre otras cosas, porque yo no he sido de copas. Es más, soy más de copas ahora que antes.
Hay otras dos cosas que me encantan de Patón. La primera, sus amigos. Tiene muy buenos amigos, los ve mucho y me gustan muchísimo, me caen fenomenal. Y la segunda, que cocina. Abre la nevera y hace tiquitín, tiquitín, chimpún, y ya te ha hecho la cena. Está acostumbrado a cocinar. El innom no cocinaba nada, y yo tampoco, así que estábamos los dos a por uvas. Patón es un tío estupendo, y además sabe arreglarlo todo y tiene muy buena disposición. Se va al mercado, deja lo que haga falta por ayudarme, eso es maravilloso.
Y es muy generoso.
En otras cosas, como la lectura, el arte y similares, coincidimos cero patatero. ¿Pero no va y dice que no le gusta Picasso? Uhm, alguien al que no le gusta Picasso, uhm, uhm, uhm. Pero yo digo, bueno, da igual, en fin, tiene otras cosas. Culturalmente somos opuestos.
Yo he tenido la suerte de que con seis o siete años, mi madre me llevaba a miles de sitios, mi padre hacía otras cosas; no tiene nada que ver lo que yo he vivido con su trayectoria vital. Patón también es muy de bares. José Manuel no puede seguirme; yo voy a mucha más velocidad, pero no me importa. Estoy a mi rollo. Por ejemplo, me voy a la Bienal de Venecia y, claro, él el arte contemporáneo ni lo ha olido. La realidad es que hay muy poca gente que lo ha olido. Pero la verdad es que ver arte contemporáneo sirve muchísimo para todo. Hay que ver mucho, pero si vas con alguien que te dice que es caro, que lo considera un timo o que vaya mierda y que su tío tenía una espada de Cid Campeador que es mucho más valiosa, pues no te apetece…
Si yo, por ejemplo, me voy a ver las Colecciones Reales con Manolo Blanco, que da la casualidad de que es el que ha hecho el museo, pues lo disfruto a tope. Me cuenta por qué ha puesto un tapiz aquí o allá, de dónde salió un cuadro, las alfombras, por qué colocó una cosa aquí y no en otro lugar… Si Patón llega a venir, hubiera dicho: "Anda, pues mi madre era de Puertollano, y éramos los dueños de no sé qué y no sé qué más". Pero, Patón, anda, déjale a este señor que nos cuente las cosas del museo. ¿Que voy a Arco? ¿Para qué voy a ir con Patón si se va a aburrir y no le interesa nada?
"Yo no busco un Ágatho, busco un señor que sepa de señoras, que sea agradable, divertido, dispuesto y nos cuidemos"
Una vez el innom me dijo que había decidido no volver más en su vida a una exposición. Pues hace bien, si no le gusta, no la entiende y no tiene sensibilidad, ¡para qué va a ir! Yo tengo cien amigos que van a estar encantados de acompañarme, que tengo una invitación que la quiere toda España. Y vamos, que si voy sola, me encuentro con cuarenta mil personas. O voy con una de mi estudio, que es una enferma de Arco, que conoce todas las obras de todas las ediciones… Pues vamos las dos y lo pasamos bomba. ¿Para qué voy a forzar a José Manuel a meterle en este lío? Nada. Es de otra manera.
José Manuel en el tema ropa no me hace ningún caso. No va mal, va a su estilo. No he pretendido nunca que me hicieran caso, aunque hay mucha gente que lo piensa. Yo no busco un Ágatho, busco un señor que sepa de señoras, que sea agradable, divertido, dispuesto y nos cuidemos. Lo que sí tiene Patón es muy buena planta, tiene un fachón que resulta muy, muy, muy atractivo. Ahora, que él lo sabe perfectamente y se lo curra muchísimo. ¡Para qué voy a andar diciéndole nada! Que vaya como le parezca.
A mí me hacía mucha gracia cuando Luismi iba como iba, con su vaquero, su camisa de manga corta. Y el tío se gastaba pasta en ropa, y tenía su estilo, pero a su manera.
[...] Patón es un pelín patoso en estos saraos. Es un tío muy agradable, social, con conversación, pero no es igual que yo. Cuando lo conocí, no le di detalles de si era marquesa o grande de España o nada, porque hay cosas que no hay que decir. Estas cuestiones están relacionadas con saberse mover, y para eso has tenido que ir a muchas fiestas antes y tienes que saber quién es quién. Yo conozco a mucha gente, y es fundamental. Él es de otra manera. Aprecio mucho que me acompañe a todo, porque eso está fenomenal y me encanta. Patón tiene una cosa que comparte con otros muchos señores: a él le parecen simpáticos todos los que le hacen mucho caso. Si tú eres Glenda Jackson o Jack Nicholson pero no le haces ni puto caso, le vas a caer fatal. A mí hay gente que me cae bien o regular o mal, pero nunca en función de lo que me digan. Eso yo no sé si es un poco de inseguridad u otra cosa. Pero vamos, lo hace estupendamente, porque no es nada, nada fácil seguirme el ritmo.