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La Baqueira pos-Borbón: de la fanfarria noventera al lujo silencioso actual
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La Baqueira pos-Borbón: de la fanfarria noventera al lujo silencioso actual

En los 80 y 90, la presencia de la Familia Real provocó que el Valle de Arán se llenara de ricos que querían acercarse al poder. Ahora, es mucho más elitista sin llamar la atención

Foto: La antigua Familia Real, en Baqueira. (Reuters)
La antigua Familia Real, en Baqueira. (Reuters)

Había que reservar con tiempo porque todos querían mesa en L’Inyola, en Bagergue. El restaurante de esta aldea del Valle de Arán era de los pocos que mantenían ese aire de lo más sencillo: menú cerrado de paté casero, olla aranesa, costillas de cordero y, de postre, tortilla flambeada.

Con una decoración rústica, muy de pueblo, en un rincón había un radiocasette en el que a última hora, si había sarao, sonaban sevillanas. Eran las sevillanas favoritas del rey Juan Carlos, asiduo a este lugar conocido solo entonces por los más insiders.

placeholder Felipe VI en Baqueira en febrero de 2024. (EFE/Javier Cebollada)
Felipe VI en Baqueira en febrero de 2024. (EFE/Javier Cebollada)

Porque en aquellos años dorados de Baqueira, la presencia de la Familia Real convirtió un valle al que solía acudir la burguesía catalana desde hacía algunas décadas en el punto de encuentro de la jet nacional.

Quiero y no puedo

Allí estaban los ‘puede de toda la vida’, de los ‘quiero y no puedo’, y de los ‘puedo y quiero que se sepa’. Los sábados por la tarde -una escena más-, la iglesia de Vielha se llenaba de abrigos de visón y joyones, mucho oro, mucha mecha y mucho olor de perfume caro y a la moda.

Foto: Carmen Lomana es fotografiada a su llegada al Teatro Real de Madrid. (Gtres)

Nada que ver con el valle de Arán de ahora, donde la fanfarria ha dado paso al lujo silencioso, ese en el que se sabe que uno tiene una cuenta bancaria repleta por la calidad del cashmere del jersey, por lo bien que habla idiomas o por los materiales de los que está hecha su casa.

Antes eran los políticos, empresarios y algunos aristócratas de primera plana quienes llenaban la comarca; ahora son sus descendientes quienes, con el dinero ya amasado, prefieren mantenerse en segundo plano.

Todos los nombres

Los Aznar, los Medina, los Gómez-Acebo, son algunos de los apellidos asiduos al Valle. Los de siempre, aquellos que inauguraron las pistas cuando la Familia Real todavía no había desembarcado en la zona, también siguen pisando la nieve: Sagnier, Raventós, de la Rosa... Todos mantienen las costumbres, casas y amigos en uno de los lugares más mágicos para esquiar en España.

placeholder Baqueira bajo un temporal de nieve, hace unos días. (EFE/Àlex López)
Baqueira bajo un temporal de nieve, hace unos días. (EFE/Àlex López)

La Familia Real mantiene su casa en la Pleta, cedida por la estación de Baqueira en los años 80, una maravillosa construcción pionera en los Pirineos catalanes y cuyo modelo se ha repetido después en todos los pueblos de montaña. Mantiene su casa, decíamos, pero ya casi nunca van, conscientes de que ni el valle ni ellos ni la sociedad son los mismos de entonces.

Esquí, pizza y discoteca

Los reyes de aquellos años, en especial don Juan Carlos, disfrutaban con el esquí y con el ambiente del Valle. Era un clásico encontrarse a la infanta Cristina con sus amigos de cena en la pizzería de Arties, o al príncipe Felipe y sus escoltas vigilantes en la pista de la discoteca Tiffany, en la Cota 1.500. Cada fin de semana estaba todo a petar y en las fiestas grandes, de Navidades a Semana Santa, aquello parecía el centro del mundo.

Foto: El rey Felipe VI, en una imagen de archivo. (EFE)

Pero, lo sabemos todos ya, las costumbres han cambiado. Tanto en la sociedad como en la Zarzuela. Los nuevos reyes, Felipe y Letizia, prefieren tener un perfil bajo, sin alharacas ni aspavientos campechanos. Ya no se ve a la Familia Real en Baqueira, acaso Felipe VI hace alguna escapada en solitario de vez en cuando. A la Reina ni siquiera le gusta esquiar y aún menos el ambiente cortesano que podía vivirse en la Baqueira de finales del siglo XX.

placeholder Una imagen de La Pleta, donde está situada la casa de la Familia Real en Baqueira. (Cortesía)
Una imagen de La Pleta, donde está situada la casa de la Familia Real en Baqueira. (Cortesía)

Y en esta sociedad actual, los ricos de verdad prefieren mantenerse al margen de los focos. Disfrutan de Baqueira, sin duda, porque allí están acaso las mejores pistas de esquí de España, pero lo hacen en silencio. Un ejemplo de ese modo de moverse son las villas de alquiler o de propiedad a las que uno va de vez en cuando, es decir, la tercera o cuarta residencia. Baqueira está lejos, tanto de Barcelona como sobre todo de Madrid, así que son muchas las familias que han optado por tener una propiedad a la que van sólo cuando pueden pasar más de dos días.

Lujo silencioso

Para ello hay fórmulas como la de Vivla, que ofrece casas exclusivas que se pueden disfrutar a menor precio porque se comparte su propiedad. Es decir, los compradores adquieren un octavo de la propiedad con precios que van de los 65.000 a los 175.000 euros por fracción. Ese tipo de segunda o tercera residencia ha tenido tal éxito en el Valle que en poco tiempo ya son casi cien las familias que lo usan. Si buscamos en el alquiler tradicional, una casa como las que aquí describimos puede llegar a costar, según los portales especializados, hasta 20.000 euros al mes, y sólo de temporada (los seis meses de invierno).

placeholder Las vistas desde una de las casas de Vivla, fundada por Carlos Gòmez. (Vanitatis)
Las vistas desde una de las casas de Vivla, fundada por Carlos Gòmez. (Vanitatis)

Fueron muchos quienes se compraron inmuebles en la Baqueira en expansión que después tuvieron que vender con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Muchos de aquellos que buscaban mesa en el restaurante al que iba el Rey (L'Inyola ya no existe), para contarlo después, o quienes iban a misa sólo en Vielha, para codearse con el poder entre banquetas de la iglesia. Aquella fanfarria desapareció con el siglo y con la ruina de tantos, y entrados ya en los años 20, son muchos quienes prefieren pasar desapercibidos, sobre todo, si su fortuna se lo permite.

Había que reservar con tiempo porque todos querían mesa en L’Inyola, en Bagergue. El restaurante de esta aldea del Valle de Arán era de los pocos que mantenían ese aire de lo más sencillo: menú cerrado de paté casero, olla aranesa, costillas de cordero y, de postre, tortilla flambeada.

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