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De la Vega, Bermejo y Calvo comparten el mismo deseo
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De la Vega, Bermejo y Calvo comparten el mismo deseo

Aunque resulte difícil creerlo, cuando se toca el Poder -con mayúsculas-, no todo es de color de rosa ni tan bonito como se ve desde fuera.

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De la Vega, Bermejo y Calvo comparten el mismo deseo

Aunque resulte difícil creerlo, cuando se toca el Poder -con mayúsculas-, no todo es de color de rosa ni tan bonito como se ve desde fuera. Al menos así lo cuentan los que ya han ascendido a ese olimpo y disfrutan de esa aura pública que supone manejar y controlar los hilos del poder, ya sea político, económico o social. En los encuentros más o menos privados se quejan de no tener tiempo para el ocio. Que las lecturas se limitan a informes o dosieres relacionados con su actividad. Los paseos, el cine y demás actividades lúdicas dejan de ser apetecibles para convertirse en obligaciones que van unidas al cargo.

Todo este preámbulo vienen al caso porque hace unos días acudieron a la entrega de premios de la Peña Primera Plana, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, el ministro de Justicia Mariano Fernández Bermejo y Carmen Calvo, ex titular de cultura, y comentaban precisamente esa carencia de libertad horaria. Aparte de la ideología, los tres comparten un mismo deseo. O mejor dicho, una misma ilusión que nada tiene que ver con ambiciones o pretensiones políticas y sí con el aspecto más domestico de sus vidas. Los tres están deseando que lleguen las vacaciones para poder hacer realidad ese sueño que les persigue desde que asumieron cargos públicos. Y que no es otros que poder dormir a pierna suelta, sin despertadores mañaneros ni llamadas telefónicas intempestivas.

Aunque reconocen que en el cargo de la dedicación exclusiva va incluido el dormir poco, cada uno se busca la vida como puede. Por ejemplo, el ministro Bermejo ha descubierto la almohada cervical que se utiliza en los aviones y que él la usa para echar cabezaditas cuando viaja en el coche oficial. Este verano, aparte de recuperar el tiempo perdido, ya tiene previsto su plan de choque con tardes de hamaca y siesta más sesiones de flamenco en la voz de Carmen Linares, “a la que considero un portento”. Al titular de Justicia siempre le ha gustado la música. De joven, formó parte de un conjunto de rock y actuaban en colegios mayores y en las fiestas de los pueblos. No llegaron muy lejos, pero parece que tenían su público.

En el caso de la ‘vice’, en los quince días que se toma de vacaciones tiene previsto descansar en una playa de la Comunidad Valenciana. Y, por supuesto, dormir como mínimo sus ocho horitas porque cuando está de “ejerciente” se levanta a las seis y media y se recoge a la una “como muy pronto”.

Quizá, de los tres premiados por la Peña Primera Plana, Carmen Calvo sea la que menos estrés tiene en este momento, pero el dormir a tiempo completo forma parte de referente vacacional. “Primero me iré a Fuerteventura y luego a Cabra, mi pueblo, donde tengo una casa y vive mi madre. Y después lo que se tercie”, reconoce. En ese tercio entra su hija de 29 años, historiadora de profesión y con la que comparte viajes, tardes de compras y charlas de sobremesa. A pesar de las preguntas sobre si habría boda pronto (Ver ‘La futura boda pachanguera de Carmen Calvo’), la diputada prefirió dar la callada por respuesta y sonreír. Por como lo hizo, creo que ya ha superado -en el caso de que así fuera- su ruptura sentimental.

Aunque resulte difícil creerlo, cuando se toca el Poder -con mayúsculas-, no todo es de color de rosa ni tan bonito como se ve desde fuera. Al menos así lo cuentan los que ya han ascendido a ese olimpo y disfrutan de esa aura pública que supone manejar y controlar los hilos del poder, ya sea político, económico o social. En los encuentros más o menos privados se quejan de no tener tiempo para el ocio. Que las lecturas se limitan a informes o dosieres relacionados con su actividad. Los paseos, el cine y demás actividades lúdicas dejan de ser apetecibles para convertirse en obligaciones que van unidas al cargo.