La cirugía ‘democrática’ de la princesa de Asturias

Una “cirugía funcional”. Días después de hacerse pública la operación a la que se ha sometido la princesa Letizia, los médicos expertos en este tipo de cirugías califican la septirrinoplastia como una intervención perfectamente normal a la que se someten muchos españoles, tanto hombres como mujeres, y que tiene sus raíces en la cirugía estética y en la práctica de la otorrinolaringología.

La inesperada tragedia del avión de Spanair que la semana pasada se estrelló en Barajas alteró los planes públicos de Letizia, que en aquellos momentos se encontraba recuperándose de la operación, a la que fue sometida tras regresar de los Juegos Olímpicos de Pekín. La princesa contaba con el lapso de tiempo entre su vuelta de Asia y el ‘regreso’ del despacho del Rey de Marivent a Zarzuela para restablecerse, y por eso las revistas de la última semana no incluían fotografías de la princesa en las islas con sus hijas y su familia política. El proceso de recuperación de una operación de este calibre conlleva varias semanas, en las que los pacientes pueden llegar a necesitar una escayola durante ocho o diez días para evitar que se generen fracturas.

 

“No es una intervención en absoluto dolorosa, pero sí molesta”, explica el doctor Antonio Porcuna, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica y Estética, que asegura que la mayoría de los pacientes suele ser intervenido en la veintena o treintena. Cifrar el número de personas que al año confían en el bisturí para mejorar su respiración y a la vez su imagen resulta difícil, porque se trata de una técnica quirúrgica que puede ser realizada por tres especialistas diferentes, pero en cualquier caso es “bastante frecuente”, como señala el cirujano. La operación de la princesa es ‘democrática’, podríamos decir.

Las tarifas por una intervención como la de la princesa pueden variar dependiendo de diversos factores: influye si se trata de una septorrinoplastia o una rinoplastia estética, pero también del profesional que tome el bisturí: no cobra lo mismo un otorrinolaringólogo que un cirujano plástico o uno maxilo-facial, pero lo que sí es seguro es que no se trata de una de las cirugías más caras que se encuentran en el mercado.