Cristina Valls Taberner, agobiada por las fotos

Sin comerlo ni beberlo la actualidad mediática ha trastocado su vida. Desde que apareció su nombre relacionado con el ex presidente de Telefónica Juan Villalonga, Cristina Valls Taberner, de 34 años, ha visto cómo los reporteros la esperan en la puerta de su casa y la siguen  por Madrid vaya donde vaya. 

Da igual que estos desplazamientos los haga acompañada de su madre, hermano o de sus amistades que, por cierto, la están arropando ante la vorágine que se ha convertido la interpretación de unas imágenes que no van más allá de la simple amistad. Vanitatis confirmó en su día que entre el maduro empresario y la joven Valls hay la misma historia sentimental que la que existiría en estos momentos entre la infanta Elena y Jaime de Marichalar. Es decir; nada de nada. Aunque, a diferencia de los anteriores, Juan Villalonga y Cristina se ven y se llaman por teléfono porque son amigos y están intelectualmente y económicamente de igual a igual.

Cristina tiene un currículum impresionante. Estudió Cunef, tiene varios másteres y sabe inglés y francés, este último idioma como lengua materna. Cuando terminó la universidad pasó temporadas en Suiza, Londres y Nueva York haciendo sus practicas primero,  y después como contratada de lujo gracias a su preparación. Ha dirigido sus propia empresa Cris&Cris y también se encarga de sus inversiones financieras y de las de algunos miembros de su  familia. Es consejera de un banco en Brasil y sus opiniones pesan exactamente igual que la de cualquier directivo o consejero que le dobla la edad. 

Convertirse de pronto en un personaje público no ha sido fácil para ella, que nunca ha hecho ostentación de sus contactos profesionales y mucho menos de sus amistades, entre los que se encuentran los apellidos más conocidos del mundo de las finazas internacionales. Cuando era muy jovencita formó parte de la lista de futuribles a la mano del príncipe cuando Letizia Ortiz era una entelequia.

A diferencia de otras chicas con su mismo perfil social pero carente de currículum académico, la hija y sobrina de los ex presidentes del Banco Popular, (Javier y Luis) nunca ha querido salir en la prensa y mucho menos ser carne del colorín. Por eso convertirse en tema de conversación por un asunto ajeno a sus labores profesionales no ha sido plato de gusto.

En un principio se agobió bastante y declinó invitaciones de amigos para salir a comer o a cenar. Pero, como mujer sensata que es, decidió que nadie le iba a cambiar su ritmo de vida y menos por una historia irreal. Quizá el error de cálculo, y así lo contemplan sus amistades más cercanas, haya sido confiar en que ella no era un personaje conocido sin tener en cuenta que Villalonga  sí.

Durante el último año el empresario y su ex mujer, Adriana Abascal (en solitario o en pareja), han sido protagonistas de numerosos reportajes donde mostraban su intimidad familiar. Todo lo contrario de Cristina. A pesar de los muchos ofrecimientos, nunca ha caiído en la trampa de la vanidad. Villalonga, en cambio, y como muchos hombres poderosos, ha ejercido durante años de pavo real.

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