La princesa Letizia repite vestido para recibir al Papa
No hay acto oficial que se tercie en que las elecciones textiles de la princesa de Asturias no eclipsen a la verdadera noticia en cuestión. Ocurrió
No hay acto oficial que se tercie en que las elecciones textiles de la princesa de Asturias no eclipsen a la verdadera noticia en cuestión. Ocurrió el Día de las Fuerzas Armadas, cuando apareció vestida con blusa y pantalón obviando el protocolo; durante la entrega de los Premios Príncipes de Asturias, con maletín de ministra en mano; y, ahora, ha vuelto a suceder con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI a Santiago de Compostela. En esta ocasión, el debate se articula en torno a un acontecimiento cada vez más común en las crónicas de Casa Real: Letizia ha vuelto a repetir indumentaria.
La mujer del príncipe Felipe optó para recibir al máximo representante de la Iglesia Católica por una falda-chaqueta de Felipe Varela que ya tuvo ocasión de lucir durante la entrega del Garbanzo de plata el mes de mayo en el restaurante Torres Bermejas de Madrid, de manos de Laura Valenzuela, y que estrenó hace más de dos años.”Hoy vengo vestida de mujer”, dijo a algunos de los periodistas allí presentes. Lo cierto es que el traje con pedrería de antracita es uno de los que mejor realzan su enjuta fisonomía.
Aquel evento, que congregó a personalidades tan diversas como la duquesa de Alba, Paloma Segrelles o los periodistas más críticos con la nuera real- menos Peñafiel, claro- fue una de las pocas ocasiones en que la princesa se dejó llevar sin importarle el escrutinio de los allí presentes y mostró su cara más simpática y relajada. Mención aparte requiere su intervención de reportera dicharachera durante la final del Mundial en Sudáfrica, que cosechó tantas protestas como las que ha suscitado la visita del propio Ratzinger a España.
Pero lo que más ha llamado la atención esta vez ha sido la poca relevancia que la ex periodista estrella ha otorgado al discernimiento sobre la conveniencia de vestir igual para recibir un premio que para saludar al Pontífice. Sin distinción posible entre un acto solemne con una Catedral como centro de operaciones y otro en un croma tan profano, como puede resultar una taberna. Otras críticas se centran en la incorrección de la elección del color gris camuflaje del vestido, ya que, es bien conocido por todos, la alta probabilidad de que la ciudad de Santiago de Compostela amanezca inmersa en las más densas de las nieblas, o su semblante, tenso y demasiado formal.
El peso de la Reina, más distendida en las distancias cortas, sigue pesando sobre la princesa, y también sobre el príncipe, en un momento en que las tertulias y las novedades editoriales hablan sobre su capacidad para reinar. Los deslices de Letizia Ortiz en los diferentes actos oficiales a los que acude son una constante en su recorrido como princesa de Asturias. Según quienes la conocen, las críticas que recibió en su segunda comparecencia ante los medios cuando le espetó al príncipe la recordada frase 'Déjame hablar' cambió su expresión, que no ha vuelto a ser la misma.
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