El restaurante 'low cost' preferido del príncipe Felipe

En Ebla, un pequeño kebab ubicado en la Calle Martín de los Heros, 7, en pleno centro de Madrid, el menú nunca supera los doce euros, no hace falta vestir de etiqueta y su comida no tiene nada que envidiar a Horcher, el sitio preferido por la jet. Se trata de un local tan concurrido que hasta el mismísimo príncipe Felipe podría pasar desapercibido.

De hecho, lo hace, porque este establecimiento de comida turca y siria es uno de los restaurantes ‘low cost’ favoritos del heredero, acostumbrado a los placeres de Casa Lucio, el Landó o Botín. Suele ir con amigos y, en ocasiones, la princesa de Asturias, una enamorada del brócoli y el marisco, también le acompaña.  Las niñas casi siempre se quedan en casa, al cargo de las baby sitter, que tienen que ser políglotas para servir en la Casa.

Sin ir más lejos, hace apenas una semana, el príncipe Felipe se dejó caer por el lugar, al que van muchas parejas que esperan a que inicie la sesión de los cines que están justo enfrente, con unos amigos para tomar unas cervezas.

Lo suele hacer cuando ‘baja’ hasta el centro de la ciudad para ir al cine, de compras o resolver alguno de sus “asuntos”, y casi siempre bajo la premisa de un despliegue de seguridad mucho menos llamativo que en cualquier otra situación que no estuviera relacionada con el ocio. En esta última ocasión, su presencia despertó la curiosidad entre los clientes y entre la prensa, que se hizo eco inmediatamente de la noticia.

Pero lo que muchos desconocen es que este pequeño local de aspecto nada fastuoso, sino más bien todo lo contrario, es todo un refugio para el príncipe de Asturias, al que llevan acudiendo durante más de diez años, tal y como ha podido saber Vanitatis, mucho antes de que conociera a su actual esposa.

Su plato favorito: las croquetas y el kebab, aunque también toma hummus con pan de pita o tabule, los platos estrella de la casa. Al parecer, una de las cosas que más le gusta a del lugar es que, aunque la privacidad no es su fuerte, los clientes nunca incordian, a pesar de que, en el caso de lo que lo hiciesen, estaría más que justificado debido al cargo que ostenta.

Lo mismo sucedió hace unos días cuando la duquesa de Lugo, la de Palma, el Rey y don Felipe quisieron salir del recinto de La Zarzuela para cenar solos, sin la Reina ni la familia política (Iñaki Urdangarin y Letizia Ortiz, porque hay que recordar que Jaime de Marichalar ya no es duque consorte) y escogieron como lugar de encuentro El Landó.

Según Emilia Landalauce y Ángela Torres en LOC, los miembros de la Primera Familia no pusieron ningún inconveniente cuando Ángel González, el propietario del restaurante, les informó de que las mesas discretas ya estaban reservadas y que les tenía que dar una “mala”, justo en el medio. Muchos culpan de esta actitud a una nueva estrategia de imagen de acercamiento al pueblo y en el que los príncipes de Asturias irían ganando peso progresivamente.

Sea como sea, ahora el escondite del príncipe ya no es tan recóndito y cualquiera que se quiera encontrar con él tomando una caña en la esquina de la barra puede hacerlo en Ebla, donde ni hay tapices gobelinos ni sillas isabelinas, pero sí buenos precios para afrontar la crisis, como hacen el resto de los españoles.

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