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Antonio Garrigues Walker, de abogado de la élite a la alfombra roja
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Antonio Garrigues Walker, de abogado de la élite a la alfombra roja

Antonio Garrigues Walker nunca ha sido un hombre influyente al uso, de esos que James Cameron retrató en Titanic. Ni se divierte en las smoking rooms

Foto: Antonio Garrigues Walker, de abogado de la élite a la alfombra roja
Antonio Garrigues Walker, de abogado de la élite a la alfombra roja

Antonio Garrigues Walker nunca ha sido un hombre influyente al uso, de esos que James Cameron retrató en Titanic. Ni se divierte en las smoking rooms junto a otros caballeros andantes del establishment ni se ha dejado maravillar por las tentaciones de la endogamia reinante en los círculos de poder. El conocido abogado, presidente del gabinete Garrigues desde los 27 años, se solaza con poco. No ve mucho la tele ni se precipita por la sociedad del espectáculo. Él es más de teatro. Religiosamente, sin fallar a su nata vocación, el jurista ha ido escribiendo una obra por año desde entonces. Actualmente puede presumir, aunque deteste vanagloriarse, de que en su currículum de dramaturgo -según él, amateur- figuren más de cincuenta de ellas.

 

La última, El silencio y la belleza, se representará el día 5 de noviembre ante la élite empresarial y política de Madrid, bajo el mecenazgo de UNIR (Universidad Internacional de La Rioja). Será la primera vez que el abogado y frustrado político se suba a un escenario ante decenas de personas. Porque aunque la experiencia le avale, sus representaciones siempre han sido para un reducido grupo de amigos en el pequeño teatro que mandó construir en su casa. Han sido muchos los conocidos que han pasado por su residencia para verle dirigir en acción. En esta ocasión, lo hará a lo grande con cuatro actores de excepción también amateurs que son viejos conocidos del abogado: Carlos Rodríguez Braun, doctor en Ciencias Económicas y catedrático de Historia del Pensamiento Europeo de la UCM, Jhonny Aranguren y Lupe Barrado, empresarios de Becara, y Elena Herrero-Beaumont, consultora de Vinces. Su esposa, Francisca, es su sombra y se preocupa de los detalles nimios. Trabajan al alimón." La obra trata sobre la manipulación de la belleza y el triunfo de las apariencias", ha confesado éste en conversación con Vanitatis.

 

No será de extrañar que no falle ningún poderoso a la premiere de Garrigues Walker en Madrid, que será su primera incursión en los mundos de la alfombra roja, porque la élite ha sido una constante en su vida. Ha aconsejado en materia de legislación europea a grandes empresas, así como al Gobierno español en inversiones extranjeras. A su vez, también presta sus conocimientos a países como Estados Unidos o Japón. El letrado está bien posicionado socialmente. Se codea con la jet set, conoció a Alberti y su padre, Antonio Garrigues, diplomático, abogado, ministro de Justicia en el primer Gobierno de la Monarquía y muchos cargos más, era íntimo de los Kennedy. Tanto que existe una leyenda popular, nunca confirmada por sus hijos y familiares, de que le robó el corazón a la mismísima Jackie Kennedy, más tarde Jackie Onassis, cuando asesinaron al presidente. Lo que es una realidad es que se convirtió en su apoyo y hombro en el que llorar.

 

Posiblemente, Garrigues Walker cuente los vericuetos de la relación de su padre con la que fuera primera dama de los Estados Unidos en las memorias que prepara con la editorial Planeta. Verán la luz dentro de unos tres meses aproximadamente y éste se ha empleado a fondo durante años para tratar de compilar los episodios más relevantes de su apasionada vida profesional. "Ha sido un proceso de catarsis muy interesante. También abordaré la crisis, que creo que deben resolver los intelectuales", ha finalizado. En lo personal su existencia ha sido mucho más tranquila. No ha habido grandes excesos. Tan sólo, una afición desmedida por el teatro, que ahora, a sus 78 años, se convertirá en un sueño hecho realidad sobre las tablas del Círculo de Bellas Artes de la capital.

Antonio Garrigues Walker nunca ha sido un hombre influyente al uso, de esos que James Cameron retrató en Titanic. Ni se divierte en las smoking rooms junto a otros caballeros andantes del establishment ni se ha dejado maravillar por las tentaciones de la endogamia reinante en los círculos de poder. El conocido abogado, presidente del gabinete Garrigues desde los 27 años, se solaza con poco. No ve mucho la tele ni se precipita por la sociedad del espectáculo. Él es más de teatro. Religiosamente, sin fallar a su nata vocación, el jurista ha ido escribiendo una obra por año desde entonces. Actualmente puede presumir, aunque deteste vanagloriarse, de que en su currículum de dramaturgo -según él, amateur- figuren más de cincuenta de ellas.