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El bailarín Ángel Corella pierde su patrimonio y le "echan a patadas" de España
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El bailarín Ángel Corella pierde su patrimonio y le "echan a patadas" de España

De pequeño, a Ángel Corella sus compañeros de clase le pegaban y le tiraban piedras. Ahora, le quieren echar a patadas de nuestro país. Su pasión

Foto: El bailarín Ángel Corella pierde su patrimonio y le "echan a patadas" de España
El bailarín Ángel Corella pierde su patrimonio y le "echan a patadas" de España

De pequeño, a Ángel Corella sus compañeros de clase le pegaban y le tiraban piedras. Ahora, le quieren echar a patadas de nuestro país. Su pasión por la danza le obligó, desde el principio, a pagar un alto peaje. Pese a ser uno de los mejores bailarines de la historia, no en vano le consideran el heredero de Nureyev, Ángel ha sufrido mucho. Y lo hace sin perder su característica sonrisa.

En Estados Unidos, las grandes estrellas de Hollywood se lo rifan para verle en un espectáculo. De hecho, cuando era primer bailarín del prestigioso American Ballet en el Metropolitan Opera House de Nueva York –lo dejó en junio del año pasado para cumplir un sueño en Barcelona que se está convirtiendo en pesadilla- le reverenciaban como si fuera Dios, a duras penas podía pasear por la calle entre tanto halago y aplauso y aquí, en Barcelona, muerde el polvo. Es un ídolo con pies de barro tocado y hundido.

“En lo físico, lo mental y lo económico me han derrotado. Tengo un gran sentimiento de frustración, pero no soy masoca. Después de diez años apostando por lo que creo, lo voy a tener que dejar. Me están echando a patadas de aquí”, confiesa resignado en su escuela de la ciudad condal, sede de su compañía de danza Barcelona Ballet. A través de la fundación que lleva su nombre está intentando que España tenga su propia compañía nacional de danza, “algo inaudito porque la mayoría de los países tienen una”.

Está siendo una lucha muy larga en la que ha perdido gran parte de su fortuna. Por ejemplo, sus apartamentos de Nueva York y Madrid, sus casas de Sant Feliu de Guíxols en la Costa Brava, donde tenía por vecina a la baronesa Thyssen, y su residencia de la Granja de Sant Ildefonso. Por lo ‘bajini’confiesa que ya ha perdido un millón y medio de euros y que desde que tiene su Fundación, 2001, nunca ha cobrado nada. “Sólo acepto cobrar cuando me invitan fuera, en el Covent Garden de Londres, en Austria, en Berlín…”. Y encima, su compañía, el Barcelona Ballet, ha pasado por un ERE por falta de subvenciones. “Estamos en stand by. Si las cosas siguen así, me tendré que ir nuevamente”.

Su cabeza echa humo y genera ideas sin parar. De hecho, ha tenido una magistral que ha ofrecido al Liceu de Barcelona, uno de los teatros más importantes del mundo que, curiosamente, no tiene compañía de danza. “Les diseñé un proyecto ante el que no se pueden resistir y se lo han pasado por el forro. Les comenté que con el 30% de la taquilla vendida ya cubrían gastos y encima tendrían 3 millones de euros de beneficios y no me han contestado”, asegura.

Nadie entendió que dejara el American Ballet después de diecisiete años de éxitos. “¿Por qué lo dejaste? Mi hija y yo íbamos a verte a escondidas al Metropolitan, a Chelsea le gustas mucho”, le preguntaba Hillary Clinton y Corella le contestaba que lo hacía porque en España tenía una escuela y quería apostar por crear una compañía. En su último encuentro el pasado diciembre en el prestigioso Kennedy Center de Washington, tras bailar ante Obama, Hillary y Corella charlaron largo y tendido. “¿Qué tal te va con la escuela?”, le espetó la mujer del ex presidente de Estados Unidos.

“Aún espero una respuesta por parte del Liceu”

“Pues mal. En España el arte no importa, nos han subido el iva, no hay subvenciones…” así que Hillary alargó su poderosa mano para que el director del Kennedy Center le escribiera una carta de recomendación para que la llevara al Liceu, al Ayuntamiento, la Diputación… “¿Pero sabes lo que han hecho con ella? –hace un gesto con la mano y se limpia el…). Está cansado y desilusionado. “Aún espero una respuesta por parte del Liceu, pero vamos, que no me sorprendería que me dieran la callada. Ya me estoy planteando irme de nuevo para no volver y los bailarines de mi compañía, que ahora tienen contratos temporales en otras del extranjero, se quedarán fijos”.

Fuera de nuestras fronteras le ponen la alfombra roja, todo son facilidades, le dan su cheque y en España todo es un “No, señor Corella’; ‘Esto no se puede hacer señor Corella”, ‘Esto no es una prioridad’. Y choca bastante. ¡Me he pegado cada tortazo!”. 

Le queda poco para tirar la toalla. Pero en Estados Unidos se lo agradecerán. Allí goza de la admiración y el respeto de figuras de talla internacional como Meryl Streep, Dustin Hoffman, Michele Obama, Aretha Franklin o del mismísimo Jack Nicholson que, pese a su apariencia de duro, “le encanta la danza, es muy sensible, pero no lo puedo decir muy alto”, afirma entre carcajadas. Bo Derek, que en su juventud había hecho danza, también es una de sus admiradoras y Goldie Hawn le ha obsequiado con una rosa en el escenario.

Son tantos los personajes que conoce que a duras penas recuerda alguna anécdota. Pero, de repente, se le viene una a la cabeza y que tiene a la reina Isabel II de Inglaterra como protagonista. “Metí la pata en dos ocasiones y a la tercera ya no ni quiso hablar conmigo. Antes de nuestro primer encuentro me explicaron el protocolo: no puedes hablarle hasta que ella lo haga, no cambies el tema de conversación, no le saludes a menos que ella te dé la mano… Estaba tan nervioso que en cuanto la vi lo primero que hice fue darle la mano y cuando me preguntó cómo me sentía al bailar por primera vez en el Covent Garden le dije que ya había bailado anteriormente, me contestó con un ‘Ah’ y se dio la vuelta. La segunda vez bailé ‘El ídolo de bronce’, tenía todo el cuerpo pintado y, cuando me vio, debió pensar: “a este no lo saludo que me va a pringar entera”, dice mientras se muere de la risa.

De pequeño, a Ángel Corella sus compañeros de clase le pegaban y le tiraban piedras. Ahora, le quieren echar a patadas de nuestro país. Su pasión por la danza le obligó, desde el principio, a pagar un alto peaje. Pese a ser uno de los mejores bailarines de la historia, no en vano le consideran el heredero de Nureyev, Ángel ha sufrido mucho. Y lo hace sin perder su característica sonrisa.