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Diez años sin Imperio Argentina, una grande del cine español
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Diez años sin Imperio Argentina, una grande del cine español

Fue en un caluroso 22 de agosto de 2003. Imperio Argentina, la dama del primer cine español, la gran estrella de nuestra cinematografía durante la República

Foto: El marido de una nieta de Imperio Argentina: "No tenía ni para bragas"
El marido de una nieta de Imperio Argentina: "No tenía ni para bragas"

Fue en un caluroso 22 de agosto de 2003. Imperio Argentina, la dama del primer cine español, la gran estrella de nuestra cinematografía durante la República y uno de los mitos fundacionales de la canción española, fallecía llevándose consigo recuerdos profesionales que incluyen a personajes tan dispares como Hitler o Marlene Dietrich. Sin embargo, los problemas familiares entre sus dos nietas, Teresa y Sandra, las que la cuidaron los últimos días de su vida, distorsionaron algo de esa impecable leyenda en los últimos días de su vida. Sandra fue la que se quedó con gran parte de la herencia, la que figuraba en el testamento firmado por la propia artista. Su hermana Teresa y el marido de esta, Jesús Porras, los que tuvieron en su casa a la vieja gloria hasta el último de sus días. Ella firmó un poder a Porras para que se hiciese cargo de todo, algo que no gustó a Sandra. Diez años después, los ánimos parecen haberse templado pero las hermanas siguen sin hablarse.

El discurso de ambas no ha cambiado: “No nos hemos vuelto a hablar”, asegura Sandra, que no cree que sus disputas televisadas contribuyesen a mermar la memoria de una de las grandes de nuestro cine: “Cuando un artista es un artista, no tienen nada que ver los problemas familiares. Además, aquella página ya está pasada”, confiesa a Vanitatis. Su hermana Teresa piensa lo contrario, y muestra un gran arrepentimiento con respecto a lo ocurrido, creyendo que pudo emsombrecer el mito de su abuela: “Estoy muy arrepentida de todo aquello. Ella era muy grande y nosotras, como nietas, debíamos habernos dado cuenta de que hay que hacer las cosas de otra forma”.

Los últimos días de la estrella fueron un auténtico ir y venir de acusaciones entre las dos. Jesús Porras, marido de Teresa, lo recuerda con amargura: “Este asunto me llevó mucho sufrimiento. Yo sólo fui apoderado de Imperio porque ella me dio el poder ante notario. Y lo único que le reclamamos a Sandra fue le devolviese a su abuela lo que tenía, sus enseres, y no la dejaron ni entrar en su propia casa”. Porras también prefiere olvidar por una sencilla razón: “Se puso en duda hasta mi persona”, asegura, recordando, como dato tremebundo, que Imperio “no tenía ni para bragas. Llevaba las de mi madre”. Sandra llegó a decir en un programa de televisión que a su abuela deberían haberle hecho autopsia y Porras y Teresa no se quedaron atrás. "Nosotros no hemos comerciado con ella, la hemos divertido, con nosotros ha estado 8 meses en los que le hemos dado vida; con mi hermana habría durado tres días".

¿En qué momento Magdalena Nile del Río, como se llamaba Imperio en realidad, se fue a vivir con su nieta Teresa y su marido? “Yo fui la que siempre la cuidó. De repente, mi hermana y mi cuñado dijeron que iba a estar con ella una temporada y ya se quedó con ellos”, asegura Sandra, la otra hermana, que sigue manteniendo que su hermana y su cuñado promovieron una actividad brutal en la vida de Imperio que no era la más propicia para su avanzada edad. “No hay más que ver cómo aparecía en la televisión los últimos días de su vida. Con la edad que tenía estaba sometida a demasiado ajetreo”.

Una leyenda de la gran pantalla

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Sin embargo, entre las disputas que han hecho que Sandra y Teresa no se hablen desde hace una década, existe el recuerdo común de una abuela “estupenda”. “Tenía su carácter pero era magnífica”, asegura Sandra, que se queja de que no hayan contado con ella para algún documental que ha sido rodado tras la muerte de la artista: “Como nieta mayor no me han llamado nunca para ningún homenaje”, asegura. Sin embargo, los tributos no han sido tan numerosos como debiera para una mujer nacida en Argentina que, a su vuelta a España, pasó su infancia en Málaga y se acabaría convirtiendo en un emblema de lo español de cara al resto del mundo. Cuando daba sus primeros pasos profesionales fue bautizada como ‘Petit Imperio’ por la mismísima Pastora Imperio. El gran Jacinto Benavente la rebautizó como ‘Imperio Argentina’ y con esa tarjeta de presentación comenzaría su andadura hacia el estrellato.

Al regreso definitivo de su familia a España, se convirtió en uno de los primeros mitos del cine español. La versión muda de La hermana San Sulpicio fue el pistoletazo de salida de una carrera que la llevó a protagonizar películas junto a Carlos Gardel. Además, se convirtió en la musa de Florián Rey, en su mujer y en la protagonista de éxitos como Nobleza Baturra o Morena Clara, la película más taquillera de la década de los 30 en el cine español. Cifesa la tuvo por aquel entonces como su gran musa y su más rentable estrella. Hasta Hitler y el ministro de propaganda nazi la adoraron, llegando a protagonizar Carmen la de Ronda en Alemania, rodaje que inspiró La niña de tus ojos de Fernando Trueba, película que no le gustó nada a la propia Imperio.

Cuando se instaló en Estoril nació su hija Alejandra, madre de Sandra y Teresa. La mala suerte quiso que, años después, muriese con tan sólo 49 años y que también perdiese a Florián Martínez Nile, su otro hijo. El matrimonio con Florián Rey se había ido a pique en los 40 y películas como Bambú, ya no tenían el esplendor de sus películas de los 30. En los 60 protagonizó un tibio regreso al cine con Ama Rosa pero fue en los 80, una vez que España se reconcilió con aquella otra España más folclórica y cañí, cuando directores como José Luis Borau la recuperaron en películas como Tata Mía. En la entrega de los Goya de 1988 recibió un premio de honor y el público irrumpió en aplausos.

Eran los últimos compases del acto final de una artista cuya mirada chispeante, voz aguda, fotogenia e ingenio se habían convertido en todo un referente para millones de españoles; para aquellos que vieron cómo Morena Clara se proyectaba en los dos bandos durante la Guerra Civil, para los que soñaron con unos ‘piconeros’ o escucharon por primera vez la ‘Farsa Moneda’. “Es mejor recordar lo bonito de su figura y de su carrera antes que los problemas de la familia”, dice su nieta Teresa. Quizá lleve razón y, diez años después de su muerte, sea hora de que aquella pequeña mancha en la trayectoria de Magdalena Nile del Río no empañe el esplendor artístico de Imperio Argentina, la bautizada por Jacinto Benavente, la que puso de acuerdo, con su voz y su arte, a dos Españas irreconciliables.

Fue en un caluroso 22 de agosto de 2003. Imperio Argentina, la dama del primer cine español, la gran estrella de nuestra cinematografía durante la República y uno de los mitos fundacionales de la canción española, fallecía llevándose consigo recuerdos profesionales que incluyen a personajes tan dispares como Hitler o Marlene Dietrich. Sin embargo, los problemas familiares entre sus dos nietas, Teresa y Sandra, las que la cuidaron los últimos días de su vida, distorsionaron algo de esa impecable leyenda en los últimos días de su vida. Sandra fue la que se quedó con gran parte de la herencia, la que figuraba en el testamento firmado por la propia artista. Su hermana Teresa y el marido de esta, Jesús Porras, los que tuvieron en su casa a la vieja gloria hasta el último de sus días. Ella firmó un poder a Porras para que se hiciese cargo de todo, algo que no gustó a Sandra. Diez años después, los ánimos parecen haberse templado pero las hermanas siguen sin hablarse.

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